Capítulo IV

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Aquél domingo Taehyung se había dado el lujo de dormir hasta tarde, disfrutando del particular olor de sus sábanas y sintiendo cómo estas rozaban suavemente sus piernas desnudas; se removió debilmente antes de abrir los ojos. Quizás dormir demasiado no había sido una buena opción, pues ahora se sentía más agotado que antes de acostarse.

Un gemido de molestia escapó de sus labios, aferrándose a su almohada para volver a cerrar los ojos. No le apetecía moverse de la cama en todo lo que quedaba del día, sólo deseaba quedarse allí alrededor de veinte años más.

La sola idea de bajar y encontrarse con el molesto niño de los Jeon lo ponía de los nervios, pero a la vez había algo que lo llamaba a bajar y buscar ese atractivo rostro que lo observaba con superioridad cada vez que podía, haciéndolo sentir un ser inferior y vulnerable.

Se levantó con una inmensa pesadez atacando su cuerpo y, arrastrando los pies, se dirigió al baño con toda la disposición de tomarse una ducha que lo despejase. No tardó mucho en estar desnudo y sentir el agua caliente deslizarse por su cuerpo, así que aprovechó aquel momento para pensar con claridad.

—Um... —murmuró, para sí mismo mientras colaba sus dedos por las hebras de su rubio cabello antes de suspirar —. ¿Por qué haces tan difícil la convivencia, Jungkook?

Te ves sexy cuando parece que no me soportas. —Taehyung se sobresaltó, revisando su alrededor mientras corría suavemente la cortina.

Nadie. Había sido su maldita imaginación que lo hizo escuchar la voz del castañito con tanta claridad y tono burlesco.

Salió de la ducha, cubriéndose la cintura con una toalla mientras utilizaba otra para secarse apenas el cabello. Se colocó derecho frente al antiguo espejo que decoraba sobre el lavamanos y se observo.

—Mierda, Taehyung, mira cómo estás. Tu hermano se preocuparía demasiado por ti... —Gruñó, mirando sus ojeras y unas suaves marcas rojizas que decoraban sus hombros de las cuales Tae no sabía el origen.

Suspiró y salió del cuarto de baño, buscando en su maleta -que aún no había sido vaciada del todo- algo de ropa para colocarse.

Terminó de colocarse su camiseta como última prenda, sacudió la cabeza para quitar algunos cabellos de su rostro y salió de su cuarto; silencio, aquello gobernaba en la enorme casa. Con algo de relajo, se dirigió a la cocina, donde una nota yacia pegada a la puerta del refrigerador, la cual indicaba que la pequeña familia Jeon había salido de casa.

Con una media sonrisa en su rostro, Taehyung tomó del refrigerador una manzana que llevaba un perfecto tono rojizo en ella, le dio un mordisco y decidió que sin la presencia de los Jeon estaría bien curiosear en aquel enorme sitio.

Así fue que comenzó a caminar, revisando distintas cosas a su paso y deteniéndose ante una puerta de madera. Sus dientes se clavaron en la manzana para arrancar un pedazo antes de mirar con curiosidad aquella puerta que desprendía algo extraño para él.

—Um... ¿debería entrar? —Se cuestionó Taehyung a sí mismo antes de dejar que sus labios tomasen como presa la manzana una vez más; se encogió de hombros antes de tomar la perilla de la puerta y abrirla, dejando ver delante de él unas escaleras que iban hacia abajo.

Un sótano, pensó. Se asimilaba a una película de terror, incluyendo el suave viento que venía de abajo y le helaba la piel -algo, muy extraño, por cierto-.

Bajó las escaleras lentamente, sosteniendo la manzana mordida en una de sus manos antes de llegar al final. Taehyung parpadeó, intentando ver algo a través de aquella inminente oscuridad que abrazaba sus sentidos, deslizó su mano libre por la pared hasta conseguir encontrar el interruptor de la luz, presionándolo con suavidad.

Parpadeó de forma repetida, acostumbrando sus ojos a la luz repentina que se había hecho en el sitio. —¿Qué mierda...? —Escapó de sus labios, caminando con lentitud en la extraña sala. Habían cosas que ni siquiera rozaban la normalidad.

Es decir, ¿quién en su puto sano juicio colgaba en una pared aquel cuadro tan aterrador y que a Taehyung le producía náuseas de sólo verlo? Pues el íncubo de aquella pintura parecía observarlo fijamente, provocando que su estómago se revolviese.

Una helada corriente recorrió su anatomía haciéndolo soltar un jadeo, se dirigió a una ventana antes de soltar un chillido ante el repentino golpe que lo empujó contra mesa de madera, sintiendo cómo todo allí se movía de su lugar por el impacto. Temeroso, alzó la mirada para acabar encontrándose con dos orbes oscuras que lo miraban fijamente antes de acercarse con un deje de violencia a él.

—¿Qué demonios haces aquí, Kim? —La voz del castaño sonaba rasposa, sus manos se apoyaron a cada lado del castaño evitando cualquier distancia entre ambos cuerpos.

El pecho del rubio subía y bajaba con velocidad, esperando recibir un golpe y maldiciéndose a sí mismo por haber entrado en aquella sala. Una de las frías manos de Jungkook recorrieron su brazo antes de quitarle la manzana de la mano y llevarla a sus labios, donde Taehyung pudo ver unos dientes afilados clavarse en esta antes de arrancar un pedazo.

El rubio detuvo su respiración, viendo cómo la mandíbula del castaño se removia mientras este masticaba, y al tragar dejaba escapar su lengua para relamerse los labios.

—No me has respondido. —Murmuró el menor, tomando por el mentón al más grande mientras lo observaba atentamente.

—Y-yo... —No podía, sus labios y su anatomía completa temblaban ante la presión del cuerpo de Jungkook contra el suyo, lo único que conseguía era soltar inútiles e inentendibles balbuceos que causaron una carcajada en el castaño que heló el cuerpo del más bajo por completo.

—Sería... penoso tener que golpearte por entrometerte donde no debes, ¿lo sabes, hyung?

<<Hyung>> mierda, qué bien había sonado aquello de los labios del menor, tanto que su corazón comenzó a latir con fuerza y sus mejillas se encendieron de forma notable.

Un escalofrío lo recorrió cuando los labios de Jungkook trazaron un camino en su cuello de forma lenta, como si analizara cada centímetro de su piel en busca de algo.

—Te ves tan... jodidamente sabroso. —Susurró contra aquella parte de su cuerpo, dejando un suave beso en aquél lugar que hizo que Taehyung sintiese un tirón en una parte no deseada de su cuerpo.

El rubio se sentía débil, vulnerable. Deseaba escapar de aquel sitio pero a la vez sentía que su anatomía pedía a los gritos que Jungkook lo recorriese. No, aquello no podía estar pasando. Estaba seguro de que el menor estaba jugando con su mente y por ello pensaba aquellas cosas que lo mantenían tan inseguro en situaciones así.

—No vuelvas a meterte donde no debes, Kim Taehyung. O tendré que matarte. —Taehyung quiso pensar que era broma, que nada de lo que decía Jungkook era serio, pero no logro encontrar ni un ápice de mentira en las palabras del castañito que ahora se había separado de su cuerpo.

Tae caminó lentamente hacia las escaleras, absorto y confundido, con su mirada clavada en los escalones mientras las subía con lentitud y mordía su labio por la sensación ardiente que lo recorría al completo. Su piel se erizó una vez más al escuchar la risa del castaño en cuanto llegó arriba y cerró la puerta, apoyándose contra la pared contraria a aquella entrada.

No, aquello no podía estar sucediéndole.

I want you a lot [vkook]Where stories live. Discover now