Segundo capítulo

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La casa de la abuela de Amaia era sinónimo de caos en esos momentos. Alfred no paraba quieto, hacía más de media hora que estaba preparado y Roi no llegaba con el coche. Iba a ser la primera vez que el novio llegase después que la novia, y eso que siendo Amaia la novia, era difícil.

Su madre, María Jesús, estaba cada vez más nerviosa con el simple hecho de ver a su hijo de un lado para otro. No acertaba a terminar su peinado, los nervios la comían. Por otra parte estaba Alfredo, quien no encontraba la batería de su nueva cámara de video, comprada especialmente para la ocasión. Lo dicho anteriormente, la viva imagen del caos.

El timbre sonó y un Alfred desesperado corrió hacia la puerta. Al fin, era Roi.

-Lo siento mucho hermano, pero el coche se me ha quedado sin gasolina y vengo tirando de él desde hace un buen rato.

-¿Cómo? ¿Y ahora como vamos a llegar a la iglesia?- Los nervios de Alfred aumentaban por momentos, ya sabía él que algo tenía que salir mal.

-No te preocupes. He llamado a Cepeda y viene en camino junto a Aitana. No debemos alarmarnos.

-Ay menos mal que viene Aitana. Al fin alguien que me sepa poner bien este recogido.- María Jesús sonaba al fondo de la sala, desesperada con su peinado.

Cepeda llegó y se adentró en el hogar tranquilizándolos a todos. Aitana corrió a ayudar a María Jesús, pues iban muy justos de tiempo y Ángela les había dicho que Amaia acababa de salir de su casa. Si es verdad que ellos estaban más cerca, pero no podían arriesgarse a llegar tarde.

Cuando todo estuvo listo se pusieron en marcha hacia la capilla. Una vez Alfred salió del coche acompañado por su madre, algunos triunfitos que se encontraban por allí, se acercaron a saludarles. Todos elogiaban al novio y a María Jesús, estaban radiantes. Los ojos de Alfred derrochaban emoción, y tenían ese brillo característico que tanto le gustaba a Amaia.

-¿Estás nervioso genio?- Alfred se giró rápidamente al escuchar la voz de su mejor amiga Marta, y la estrechó entre sus brazos.

-Ni te imaginas cuanto. Solo quiero verla, sentirla cerca. Entonces sé que se me irán los nervios.- Marta le sonrió y le pasó la mano por sus rizos, aquellos que habían ido tomando forma y ahora se encontraban más salvajes que nunca. Estaba guapo, su amigo siempre lo había sido, pero los años le habían favorecido.

-Debo decirte que he hablado con ella hace un ratito, y está como un flan. Necesitáis veros ya. Nunca había conocido a dos personas que se transmitan tanta tranquilidad estando juntas.

-¿Qué tal la sorpresa?- Quiso saber Marta. Ella le había ayudado a preparar la boda. Los había ayudado mucho a los dos, pero especialmente a él a preparar otra parte de aquel día. Solo ellos dos lo sabían.

-Todo esta listo. Estoy deseando que llegue el momento. Quiero celebrarlo con todos pero no veo la hora de llevarla hasta allí.

-Lo va a flipar. Estoy segura de ello.

Un rato más tarde, llegó una amiga de Amaia diciendo que la novia estaba llegando y que todos tenían que entrar. Alfred se agarró del brazo de su madre, quien le dio un beso muy fuerte y se encaminó hacia la puerta, donde una familiar melodía lo acompañaba hacia el altar.

Allí, de pie, frente a tanta gente comenzó a sentirse más y más nervioso. El momento se acercaba. Cuando saliese de esa capilla, Amaia sería su esposa, su compañera de vida. En esos momentos solo podía recordar todo lo que había vivido junto a ella. La primera vez que la vio, cuando la escuchó cantar "Starman" con sus pantalones rojos. El primer beso entre aquellas cuatro paredes, su primer "te quiero", su primera vez. Todos los momentos juntos habían sido especiales. No cambiaría nada, ni siquiera los enfados. Amaia era especial, y no quería perderla, nunca. Él no creía en los para siempre, ni en los contratos de matrimonio. Nunca le había hecho ilusión casarse, pero sabía que Amaia soñaba con ello desde pequeña. Se lo había dicho muchas veces. Por eso estaba aquí, esperándola ante todos sus familiares. Nervioso hasta la médula por ver a la chica de sus sueños. Esa niña inocente que le había ayudado a crecer junto a ella, con quien más experiencias había vivido y quien había hecho que cambiase la forma de ver la vida. Ahora creía en los para siempre, porque no se imaginaba otra cosa junto a ella. Quería estar siempre, por ella y para ella. Iba a decir "si quiero" ante todo el mundo, y estaba preparado.

Aquel día Where stories live. Discover now