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«Asesina»

Había matado a la única persona estable a cargo del pueblo, fui ahí cuando me di cuenta que debía huir, el peligro que corría era grave. Si las personas malas no me mataban por la mochila y sus documentos, lo haría el pueblo entero por matar a su salvador.

Conducí en el coche de mi madre hasta una gasolinera, casi saliendo del pueblo, entré a su baño y miré el reflejo de mi cara en el espejo roto que había allí. Estaba sucia, tenía los ojos rojos, y el vestido manchado.

Tomé las tijeras y la tintura, mi pelo rubio y largo comenzó a caer de a mechones, un poco debajo de mi hombro. Y le teñí de un negro azabache, ese color hacía ver mi cara más delgada y pálida, fue en ése momento que me di cuenta que ya no sería Maya Beckett, no era más esa niña que su madre protegía a muerte, esa chica que todos admiraban por ser delicada, pura y hermosa. Ya no más.

Era Raven Moretti.

Tenía muchas preguntas en mente, también estaba desorientada, no sabía ni por dónde empezar o qué hacer. Miles de dudas rondaban por mi cabeza, como por ejemplo, «¿Porqué Jade me dijo que era mi hermana?» O «¿Cómo mi padre no murió, si yo fui quién lo presenció?» «¿Mi madre sabía de eso?» «¿Porqué Dawson no me buscó?» Y muchas más, pero lo que me carcomía aún más era «¿Qué carajos contenía las pruebas y porqué tanta insistencia en ello?»

Boté todo lo que había utilizado, y las tijeras las guardé. Salí de ahí y fui a la tienda más cercana, sonó una campanilla anunciando mi entrada. Un chico rubio y de pelo largo atendía, no prestaba mucha atención, estaba centrado en su video juegos del móvil. Había unas personas más pero no le di importancia, me dirigí al fondo de la tienda donde las heladeras estaban con las bebidas, y tomé una botella de agua. Me acerqué al mostrador y entregué la botella para que el chico me diera su precio.

Cuando notó mi presencia dejó su móvil a un lado y me regaló la mejor mirada de «¿Que carajos pasó contigo?» y yo le di mi mejor mirada de pocos amigos. Mientras él envolvía mi botella en una bolsa, yo escuché lo que decía la pequeña televisión.

Noticias del momento: Grave atentado a las 4:30 pm. Del día 8 de mayo, del 2018. Se llevó a cabo en la Iglesia, llevándose la vida de ciento veinte personas, y más de doscientos heridos. Los causantes de ésta catástrofe están prófugos. —Hablaba la periodista.

— un dólar. — Puse mi atención en el chico rubio. Lo miré ceñuda—. Tómalo o déjalo.

Giré mis ojos y le di el dinero que él dijo.

—... Se dice que la hija de la próxima alcaldesa, Leticia Beckett, fue una de las involucradas en éste atentado, Maya Beckett es una prófuga más, varias personas afirman que la hija de Leticia fue quién organizó todo ésto. — Mi cara salió en primera plana, en aquella pequeña pantalla. El encargado de la tienda me miró estupefacto, con sus ojos abiertos de par en par. Me había descubierto.

— ¿Tú... Tú eres...? — Nunca terminó su pregunta. Fue deslizando su mano hasta tocar su celular, y yo por inercia lo tomé del cuello de su camisa, quedando a escasos centímetros uno al otro.

— Fíjate que se me dan muy bien esto de matar y huir tan rápido como la luz, ¿Lo sabes? — El chico asintió repetidas veces, con nerviosismo, su labio inferior temblaba. Lo solté, tomé el agua y salí corriendo de ahí lo más rápido que pude.

R E V E N G E ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora