Capítulo 1: Una cita a ciegas.

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Violet llevaba horas viendo chicos semi-desnudos, mojados y mayores que ella con la excusa de enseñarles a hacer surf.

Era verano, no tenía clases y disfrutaba en las playas  de California junto a sus amigas, aunque aquel día, todas estaban ocupadas.

Los chicos se habían ofrecido a pagarle, pero ella ya obtenía la mejor parte del trato. Le encantaba estar en el agua, en su tabla.

Después de aconsejar al grupo de adolescentes, caminó por la playa y subió las escaleras del café al aire libre en el que trabajaba para dedicarse a su segunda pasión: la creación de sandwiches exóticos y divertidos.

Mientras atendía a los clientes se dio cuenta de que no tenía planes para después del trabajo, todas sus amigas tenían algo que hacer. Y aquel era el tipo de noche que le gustaba.

Si quería, podía hacer surf a la luz de la luna o tumbarse en la arena pensando en sus cosas, era lo mejor de no tener compromisos afectivos.

Aunque disfrutaba de sus noches libres y no le importaba estar temporalmente sola, hacía demasiado tiempo que no había ningún chico en su vida, y ella tenía la culpa.

—Lo has vendido todo—dijo Jessica, su mejor amiga y camarera también a tiempo parcial en el Wild Cherries, mirando sorprendida los expositores casi vacíos-bueno, salvo los brownies, haces unos brownies horribles.

—Gracias—por mucho que le pesara, Jessica tenía razón.

Con excepción de los brownies, se había vendido todo, incluso el nuevo sandwich de pavo con mango, ella era capaz de combinar los ingredientes con una audacia admirable y de preparar las galletas más sabrosas del mundo, pero los brownies siempre le salían mal. Sabía por qué, y prefería no pensar en ello. Jessica se apoyó en la barra, y se expresión divertida desapareció lentamente.

—Venga...—dijo Violet  —¿Qué pasa?

—Nada—su amistad se remontaba largo tiempo atrás, y se conocían mejor que nadie.

—Si no es nada, deja de mirarme como si quisieras decirme algo.

—No te estoy mirando así —Violet se encogió de hombros y se volvió para limpiar el mostrador, Jessica suspiró.—Está bien —reconoció—necesito que me hagas un favor.

—Ni hablar—hacía mucho calor, y Violet se empapo la frente antes de pasar un trapo a los expositores.

—No puedes negarte cuando ni siquiera sabes de qué se trata—Jessica se echó hacia atrás su larga melena rubia y hizo un puchero, en un gesto que podía funcionar muy bien con los chicos, pero no con su amiga.

—Por supuesto que puedo; de hecho, acabo de hacerlo—replicó Violet, saliendo a cerrar las sombrillas de la terraza con vistas a la playa.— Te conozco y sé que cuando me pides un favor con ese tono puede tratarse de un entierro.

Violet movió el cuello para estirar los músculos y pensó que, a falta de un chico, salir a nadar a medianoche era justo lo que necesitaba.

—Al menos podrías escuchar de qué se trata.

—No quiero una cita a ciegas—declaró una Violet bastante seria, Jessica puso los ojos en blanco.

—Me da miedo como me lees la mente.

—No hace falta ser adivino, estas saliendo con ese tal Jack, y te ha pedido que les consigas chicas a sus amigos.

—Perdón, pero es lo que pasa cuando se es la mejor amiga de alguien.

—Los halagos no te van a servir de nada, sabes que he tenido mucha paciencia con todas las espantosas citas a ciegas que me has organizado a lo largo de los cursos pasados en el instituto, y no tengo ninguna gana de soportar otra.

—No todas fueron espantosas, además, estos chicos no son de por aquí.

—Solo diré dos palabras: "Don dedos"

—De acuerdo, pero ésa la puedo explicar. Se me había olvidado tu extraña manía con los pies, pero además, ¿Por qué iba a saber lo de su accidente con la cortadora de césped?

—Esta noche no quiero salir con nadie.

—Mejor, porque la cita es mañana.

Violet volvió a la cocina y echó un vistazo para comprobar que todo estuviera en orden. Lo único que le quedaba por hacer era apagar las luces, podía salir o sencillamente subir a su piso, el que sus padres le habían alquilado para que pasara las vacaciones,era pequeña para vivir sola pero ella era responsable ademas era solo en las vacaciones, justo encima del café. Era un apartamento muy pequeño, pero le gustaba y ahora era suyo. Era su casa, al menos durante el tiempo que estuviera de vacaciones y no tuviera que volver al odioso instituto.

—Mañana estaré ocupada.

—Por favor, Violet—dijo Jessica, con gesto de súplica—lo único que te pido es que salgas un día con el amigo de Jack. Me he asegurado de que sea tu chico ideal; es guapo, tiene buen cuerpo y su familia no es pobre—apagó las luces, cerró con llave la puerta de la cocina y desplegó la verja de la zona del patio.

—Y aun así necesita que le consigan una chica, hay algo que no me cuadra—Jessica se llevó los dedos a la cara y cerró los ojos. Cuando los abrió, estaban llenos de sentimiento.

—Este chico me gusta mucho, Violet—la morena la miró con detenimiento. Hacía al menos diez años que se conocían, desde el jardín de la infancia, y habían pasado juntas por muchas cosas. El desagradable divorcio de los padres de Jessica; el suicidio de su madre cuando tenía doce años; y la sobredosis de un amigo de las dos cuando tenían dieciseis, un año después Violet había perdido a sus abuelos en un accidente de coche. Entre las dos habían recorrido más kilómetros en la carretera de la vida que la mayoría de las personas de su edad. Tan solo tenían dieciocho años e iban sobreviviendo cada una a su manera. Jessica se había quedado con su padre, que había vuelto a casarse, y había tratado de estudiar para conseguir un buen trabajo en el futuro, pero finalmente decidió que lo de estudiar no era para ella, se dedicaba a hacer caricaturas, y a trabajar junto a su amiga en el café, siendo una agradable camarera del Wild Cherries. Se le daba suficientemente bien lo que hacía como para vivir holgadamente, en las vacaciones. Y para ayudar a su padre de vez en cuando, si tenía un espacio de tiempo, se unía a Barbara para dar clases de surf y así ganar algo más de dinero.


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n/a: Violet en multimedia.


my own rules.Where stories live. Discover now