Capítulo 22: Una charla de amigos.

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A mediados de la semana siguiente, Calum encontró a su amigo en el jardín, sentado junto a la piscina, con los pies dentro de ella, echó un vistazo a la revista de surf que tenía en las manos y soltó una carcajada. Dani suspiró y la dejó a un lado, sin darle menor importancia a la risa de Calum.

-Gracias por llamar a la puerta-ironizó comenzando a mover los pies dentro de la piscina.

-Si te molesta que entre sin avisar, ¿por qué me das la llave?-Dani se encogió de hombros.

-Aún así, podrías llamar-dijo después.

-Vale-contestó Calum, desplomándose en una tumbona cerca de él-¿Quieres hablar de eso?

-¿Eso?- Dani volteó la cabeza para mirarlo, Calum cogió la revista y la zarandeó, mostrándosela.

-Tal vez deberíamos hablar de Barbara, ¿no te parece?

-¿Qué pasa con ella?-volvió a darle la espalda.

-No te hagas el tonto conmigo, esa chica te gusta, y decir mucho es poco, y los dos lo sabemos. Es atractiva y encantadora, te derrites por ella y te la comes con la mirada, y ya te la habrías llevado a la cama si no fuera porque tienes un corazón demasiado gran...

-¿A dónde quieres llegar con esto?-lo interrumpió Dani, volviendo a mirarlo, acechante.

-A que entiendo que estés así por ella, y con ella y realmente, me gusta que te guste, creo que hacéis buena pareja.

-No necesito tu opinión, Calum.-su amigo se levantó y le revolvió el pelo a Dani.

-Nunca la has necesitado, ya lo sé ¿pero cuando he dejado yo de dártela a pesar de eso?

-Es solo que no quiero que la involucres, ni a mí, ni a ella y a mí juntos en otro compromiso en el que...-el rubio le miro sarcasticamente-¿Quieres que hable contigo? De acuerdo-se levantó y se giró quedando cara a cara-Este fin de semana me va a enseñar a hacer surf.

-Qué detalle más bonito, quiere que formes parte de su mundo.

-Yo le pedí que me enseñara.

-Eso es más bonito aún; quieres formar parte de su mundo ¿Pero no se te ocurrió una mejor forma de estar con ella que arriesgar la vida? ¿No has pensado en la posibilidad de hacer algo tradicional, como invitarla a cenar a un buen restaurante o ir al cine?

—No me gusta lo tradicional.

—No confías en lo tradicional —puntualizó Calum—. ¿Y por qué ibas a hacerlo? Tu trabajo es todo menos normal y tradicional, Dani, porque ahora tienes una vida loca—miró el reloj— Mira, sé malo y guárdate tus secretos, yo ya me tengo que ir.

—Me gusta Barbara-soltó Dani-¿Contento? Me gusta mucho, muchísimo, y estoy muerto de miedo.-Calum volvió a sentarse a su lado, algo sorprendido.

—Oh, oh, Dani ...

—Lo sé, soy un neurótico.

—A ella también le gustas, o al menos eso vi en sus ojos la última vez—dijo con seguridad—si no... debo ser yo el que le guste-Calum hizo una mueca, Dani rió y lo apartó de él, el amigo se agachó de nuevo y colocó la mano en su hombro.

—Eres mi amigo, Dani y no me mires con esa cara, que sólo me preocupo por ti, y lo que voy a decirte es con cariño, aunque suene un poco cursi por mi parte...

—Dios...-Suspiró Dani poniendo los ojos en blanco.

—Escucha, sabihondo. Deja de enfurruñarte, de lamentarte y ve a vivir tu vida. Ve por ella y haz lo que tengas que hacer, dile lo que sea necesario, dile todo.-Dani miró fijamente a los ojos de su mejor amigo.—Y piensa que podría ser peor, podría ser paracaidista o alpinista o algo así.

Dani rió ante aquello, pero Calum tenía razón. Todo podía ser peor, así que de momento, solo le quedaba arriesgarse. A medida que transcurrían los días, Barbara se pasaba las horas hablando con Dani por teléfono, lo cual era raro. Cuando estaban juntos, todo era pura pasión, pura lujuria y deseo de comerse el uno al otro, pero cuando no estaban juntos y la distancia era grande, parecía que el sentimiento de echar de menos a ese alguien, apareciera de la nada y pidiera a gritos que la ternura y el cariño formaran parte en la relación de Dani y Barbara. La voz de Dani, aquella preciosa voz de ángel, hacía que Barbara se sintiera extrañamente mareada, y a veces, cortaba las comunicaciones, preguntándose cómo  le gustaba tanto.

El sábado amaneció claro y agradable; el cielo estaba teñido de rosa y lavanda. Las olas rompían en la arena con una fuerza que la hacía desear estar allí, con la tabla bajo los pies, se sentó en la orilla, cerca de Jessica y de su tío. Calum también estaba allí, y se alegraba de saber que por muy bromista y pasota que pareciera a veces, el chico de pelo rubio no iba a romperle el corazón a su amiga, pero si en algún caso extremo llegaba a hacerlo, ella se encargaría de vengarse, y disfrutaría con ello. Jessica, su tío y ella acababan de hacer ejercicios de calentamiento. El mar les lamía los pies, y a sus espaldas estaban las tablas, clavadas en la arena, Barbara había llevado una tabla extra.

Su tío hizo un comentario sobre el oleaje, llevaba un traje de neopreno que le cubría desde las rodillas hasta los hombros, y se había recogido el pelo en una coleta.

-¿Por qué no te metes?-preguntó Barbara-Tú no sueles quedarte sentado mirando a los demás.

-Ya, pero tengo la impresión de que aquí es donde va a estar el espectáculo hoy.-Jessica rió.

-Esto tengo que verlo, Calum ha traído la cámara para tener fotos con las que chantajear a Dani.

-No debería haberos contado lo de esta mañana, una cámara lo va a espantar.

-¿De verdad crees que va a venir?

-Eso depende de si ya se ha acostado con él-interfirió su tío, Barbara se volvió a mirarlo con exclamación.

-¿Qué acabas de decir?

-Que depende de...

-¡Te he oído! Pero no entiendo qué tiene eso que ver.

-Bueno, si no has tenido relaciones sexuales con él, aún está en la etapa de la seducción, y vendrá, créeme, sé de estas cosas.

-Y si lo has hecho-añadió Jessica, divertida-no sentirá la necesidad de levantarse de madrugada, porque ya no necesita complacerte.

-Estáis enfermos, y que conste que él me pidió que le enseñara.-en aquel momento, Barbara oyó que el coche de Dani entraba en el aparcamiento del café, y el corazón le dio un vuelco.

-Aún no se han acostado-le dijo Jessica a Sammy, que asintió con aire de sabiduría, Barbara movió la cabeza en sentido negativo y se puso en pie.

-Quedaos aquí, los dos y no digáis nada.-Dani apareció en lo alto de la duna. La brisa de la mañana le agitaba el pelo, llevaba una sudadera y un bañador que le llegaba hasta las rodillas. Como siempre, independientemente de lo que estuviera haciendo, parecía encontrarse a gusto. Barbara supo que la había visto, porque sonrió, levantó una mano y lo saludó, lo miró bajar hacia la playa. Notó que Jessica la estaba mirando y, entre dientes, preguntó:

-¿Qué?

-Nada.

-¿En serio? Porque es el "nada" más todo que he oído en mi vida.

-Acabas de saludarlo dando saltitos.-todos miraron a Dani, quien solo tenía ojos para Barbara, y era imposible que se le borrara esa sonrisa del rostro.

-No he dado saltitos-protestó.

-Sí, lo has hecho, cariño, ese hombre te tiene cautivada-dijo Sammy-Y es muy posible que tú tengas el mismo efecto en él, observa la forma en que te mira.

-Creía que no ibais a decir ni una palabra-replicó ella, acercándose a recibir a Dani, a él se le agrando aun más la sonrisa, si podía. No había nada que pudiera hacerle más feliz en aquellos momentos de su vida que levantarse temprano para verla a ella.


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