Capítulo 12: ¿Qué más vas a hacer para no bailar?

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—¿Básico?—repitió él—¿bailar en una pista de baile es básico?

—Sí, estoy segura de que podemos hacer otra cosa.

—¿Por ejemplo?—Las luces de colores la distraían tanto que no se le ocurría nada.

—No sé, piensa en algo.

—Creo que tendrás que hacerlo tú—dijo Thomas, con un brillo intenso en los ojos—porque cuando me miras así soy incapaz de pensar algo apropiado.—A ella le pasaba lo mismo, de hecho; se le ocurría un montón de ideas inapropiadas y no podía evitar la necesidad de apretarse más contra él, no sabía qué hacer, pero sí qué le pedía el cuerpo.—Violet...— Las luces se hicieron aún más tenues, de modo que todo lo que veían eran las siluetas de la gente que bailaba alrededor de ellos. 

Era el camuflaje perfecto, Violet deslizó las manos por la nuca, le bajó un poco la cabeza, y lo besó. Pegó sus dulces labios a los de él, estremecida por el sensual gemido de sorpresa de Thomas, cerró los ojos y amoldó a la perfección los labios del chico contra los suyos, como si fueran dos piezas de puzle, como si necesitaran esa unión...

Besar a un chico por primera vez siempre era una experiencia, una aventura que podía acabar en decepción, pero Thomas Benett besaba maravillosamente bien, sabía cómo hacerlo y no se apartaba, ni siquiera cuando era obvio que los dos estaban sin aliento. La tenía tornada de las caderas y la espalda, y cuando ella le puso las manos en los hombros, dejó escapar otro gemido de placer.

Violet sintió que algo se agitaba en su interior al oír aquel sonido en la pista de baile. Era deseo, sí, pero diferente. Era un deseo que la dominaba tanto que ni siquiera se atrevía a dejar de besarlo para respirar. Lo tomó del pelo mientras él movía las caderas, arrancándole un nuevo gemido.

—No es justo—murmuró Thomas sobre los labios de la chica.

—¿Por qué?—Susurró ella rozando sensualmente los labios de Dani.

—Porque no voy a poder salir de la pista de baile durante un buen rato—ella tampoco quería moverse de allí, se dio cuenta de porque decía eso y sonrojándose se arqueó contra él. Sintió que se le nublaba la vista cuando sus muslos se rozaron. Thomas echó un vistazo a su alrededor para asegurarse de que nadie les prestaba atención y la tomó de la cara, colocando sus manos con cuidado sobre las mejillas sonrojadas de la chica.

—¿Qué me estás haciendo?—Esperaba estar enloqueciéndolo al menos la mitad de lo que él la enloquecía a ella. De pronto, alejarse de la pista era lo último que tenía en mente.

—No lo sé...—Susurró en su oreja, para luego morderle el lóbulo—sólo sé que esto me está gustando.—Thomas cerró los ojos para experimentar un escalofrio que subía desde sus pies hasta la cabeza.

—No me digas eso.—Thomas deslizó una mano por su estómago, acariciándole las costillas. Mientras tanto, la contemplaba con una mirada tan cargada de deseo que resultaba más embriagadora que el champán que había bebido. Violet suspiró y sintió que se le derretían los huesos, y cuando él le acercó las manos a sus pechos, aunque sin llegar a rozarlos siquiera, tuvo que concentrarse en poder respirar.

—Violet...—Murmuró Thomas, cualquier hombre que hubiera pronunciado su nombre en aquellas circunstancias, habría sonado con una voz ronca, en cambio, la de Thomas seguía siendo totalmente la de un ángel.

Ella volvió a acercarse a su boca para besarlo apasionadamente, quitándole el aliento a Thomas. Iba a tener que reconocerlo, ninguna chica lo había besado de aquella manera tan sensual, tan perfecta, y a la vez tan dulce como lo hacía ella.

Minutos después, la canción terminó, se encendieron las luces y el director de la orquesta empezó a hablar sobre lo que tenían preparado para la siguiente hora. Thomas entreabrió los ojos y miró a  con detenimiento.

—¿Qué más vas a hacer para no bailar?

—Vale...me has descubierto.—Por lo menos estaba dispuesta a reconocerlo. 




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