15- Bautizo.

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Valentina

Valeska extrañamente estaba inquieta y Valery, al contrario, estaba de lo más tranquila en los brazos de su papá, Benjamín ya ni se diga, a él lo tenía cargado su tío Diego y estaba dormido en su hombro. Después de hacer todo lo de los padrinos y demás cosas, el sacerdote nos pidió que acercaramos a una de las niñas a una especie de fuente en dónde les echaría el agua, acerqué a Valeska y en cuanto el agua tocó su cabecita lanzó un alarido.

—Tranquila, mi amor —cuando el sacerdote terminó la abracé.

Llegó el turno de Valery y ella se dejó de lo más tranquila, creo que ni sintió cuando el agua le cayó. Diego con una enorme sonrisa acomodó bien a Benjamín para que le echaran el agua, cuando esta cayó en su cabecita se asustó e hizo un puchero.

—Pá —tenía los ojitos cerrados—. Papi —Rafael se acercó a ellos.

—Aquí estoy bebé —pasó una mano por su carita—. Tranquilo, mi amor —le dio un beso en una de sus mejillas.

—Tranquilo —su tío Diego lo abrazó.

—Ío —se aferró al cuello de Diego.

Cuando todo terminó empezamos a tomarnos fotos, habían más personas que ayer, pues Rafael invitó a unos socios cercanos, de los cuales no faltó ni uno que nos felicitara por los niños y por la hermosa familia que hacíamos.

—Desearía poder detener el tiempo —vi a mi esposo.

—¿Por qué?

—Porque ahorita todo es felicidad, pero presiento que no vienen cosas buenas —le arreglé el cabello y luego le di un beso en el cuello.

—Amor, no seas pesimista, ¿acaso es ley de vida que después de la felicidad venga la tristeza?

—Aunque no lo creas sí —me vio y acarició mi mejilla—. Por eso desearía poder mantenernos en estos momentos, dónde todos estamos juntos y felices —ambos vimos a todos.

—¿Ayer qué te contó Sheko? —frunció el ceño—. Sé que todo esto es por lo que te dijo él, antes de eso, tú estabas tranquilo.

—Sólo te diré que correrá mucha sangre —cuando decía ese tipo de cosas me asustaba y me preocupaba.

—Rafael, ya no puedes hacer ninguna locura, te recuerdo que tenemos tres hijos —sonrió—. ¿Ahora qué?

—Me encanta cuando dices tenemos.

—Benjamín también es mi bebé —tomó mi mentón y me dio un beso—. No hagas ninguna locura, amor.

—Sólo haré lo que se necesite hacer —cerré los ojos—. Voy a estar bien, por ustedes.

—Te necesito a mi lado, por lo menos hasta que muera —sonrió ampliamente.

—Y yo te necesito ti, más que a nada —le di un pequeño beso y lo abracé fuerte—. ¿Nunca me vas a dejar, verdad? —me dio un beso en el cuello.

—Nunca —con los labios le prense el lóbulo de la oreja.

—¿Me estás levantando el castigo? —desde que lo castigué por no haberme dicho antes lo de Benjamín, no habíamos vuelto a hacer nada.

—Eso no se va a poder, porque debemos cuidar a los niños —entrecerró los ojos.

—No me vengas con cuentos Valentina, Benjamín ya tiene su cuarto y las niñas van a estar dormidas.

—Hablando de Benjamín y su cuarto, me hace falta dormir con él —negó con una sonrisa, pues vio que le estaba cambiando el tema.

—A mí también, pero sus peluches me vuelven loco, el otro día casi me asfixio con uno —lancé una carcajada—. No estoy exagerando.

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