41- Unas palabras.

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Cuando abrí los ojos encontré a Mario a mi lado, me sentía bastante mareada, tenía la boca seca, estaba confundida y me dolía el hombro izquierdo. Mario al verme despierta se acercó a mí y tomó mi mano.

-¿Estás bien, mi amor? -pasó una mano por mi cara.

-Agua -dije y él de inmediato me sirvió un vaso de agua.

-Aquí está mi amor -empezó a darme agua-. ¿Te sientes bien? Por favor dime algo.

-Me siento mareada y me duele el hombro.

-En el camino perdiste bastante sangre, pero el doctor dijo que ya estabas bien, la bala no te causó mucho daño.

-¿Quién me disparó? -apartó la mirada y empezó a caminar por la habitación.

-Revisamos las cámaras de seguridad de mi hotel y del que queda al lado y encontramos... -bufó-. Vale, no sé si sea buena idea que te diga, acabas de pasar por algo muy...

-Mario, dime quién fue, ¿por qué estás haciendo tanto drama? Mario, sólo dímelo, por favor -asintió. Se acercó a una mesa que estaba ahí y tomó una carpeta.

-Estás son imágenes de los vídeos de seguridad -me dio la carpeta-. Por favor no te exaltes.

Revisé los papeles y con lo que me encontré, me sorprendió mucho y me dolió aún más. En las imágenes se veía a Rafael con un rifle, en unas se le veía en el balcón apuntando con el rifle y en otras subiéndose a un auto. Cuando terminé de verlas las lancé al piso, cerré los ojos y se me hizo imposible no llorar, de dolor de rabia, una mezcla de sentimientos con los que no podía más.

-Mi amor, no te pongas así -pasó una mano por mi pelo-, sé que te duele pues compartiste tanto tiempo con él, es el padre de tus hijos, pero debes ser fuerte por ellos.

-¿Dónde están mis niños? -me limpie las lágrimas.

-Están con la niñera, tranquila -respire un poco más tranquila-. Estaba esperando que despertaras para hace algo.

-¿Qué?

-Voy a hablarle a la policía y a entregarle los vídeos, eso que te hizo debe pagarlo.

¿Rafael en la cárcel? Definitivamente no puedo hacer eso, yo no soy como él, yo voy a pensar primero en mis hijos, por tanto no dejaré que Mario llame a la policía y muchos menos que entregue los vídeos.

-Mario, no lo hagas -frunció el ceño.

-Valentina, esto no se puede quedar así.

-Mario, entiéndeme, es el padre de mis hijos, no puedo hacerle eso.

-Tú eres la madre de sus hijos, aún eres su esposa y eso a él no le importó. Valentina, esto podría ser sólo el comienzo, ¿qué tal si lo vuelve a intentar y logra su cometido? Vale, yo no quiero perderte y aparte piensa en los niños, ellos necesitan a su mamá.

-Lo sé, pero si entregara a Rafael, ellos en algún momento me lo reclamarían, porque aman a su padre y también lo necesitan. Por favor entiéndeme y no lo hagas.

-Bien, pero esto es sólo por ti, porque lo que te hizo ese tipo no es algo que se pueda justificar -tomó mi mano-. Lo bueno es que estás bien y el doctor dijo que a más tardar mañana podemos regresarnos a Culiacán, para que estés más cómoda en tu casa y desde ya te digo que yo voy a cuidarte.

-Me parece perfecto, porque quiero estar con mis niños y aquí no voy a poder y gracias por cuidarme -me dio un pequeño beso-. ¿Puedes hacerme un favor? -asintió-. Quédate con los niños, cuidalos mientras no estoy, no permitas que nadie se los llevé.

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