27.

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Ámbar.

— ¿Ámbar?

Me sobresalté al escuchar esa voz. Esa voz que tanto quería y necesitaba oír desde hace una semana. Esa voz que llegaba siempre en los peores momentos para salvarme. Esa voz tan suya que me volvía completamente loca.

— ¿Simón? — pregunté al salir del baño de mi habitación y efectivamente una versión de él con los ojos llenos de lágrimas estaba parado frente a mí — ¿Qué haces acá?

— ¿Qué estabas haciendo en el baño? — bajé mi cabeza, de seguro Luna le había contado sobre el hecho de que en toda esta semana no había salido de mi habitación y la mayor parte del tiempo la había pasado encerrada en el baño — ¿Por qué lo has hecho?

— ¿Ahora te importa? — le pregunté de mala gana.

— Tú siempre me importas Ámbar...

— ¿Entonces, por qué me dejaste? — redoble la pregunta, aún no era capaz de asimilarlo, no podía estar sin él, tan solo una semana había pasado y ya había vuelto a caer en el mismo pozo de siempre — ¿Por qué me dejaste el día que más te necesitaba?

— Porque soy un completo imbécil Ámbar... — dijó en un hilo de voz y al parecer esas palabras hicieron que lágrimas rebeldes comiencen a escaparse de sus ojos para empapar su rostro — Porque soy una mierda de persona...

— En lo de imbécil por haberme dejado coincido pero no sos una mierda de persona Simón. — me acerqué lentamente a él y pase mi mi mano por su mejilla para quitar las lágrimas de esta — Sos la persona más maravillosa que pueda existir en todo el planeta tierra y volviste justo a tiempo.

— ¿Justo a tiempo? — preguntó sin entender — ¿Justo a tiempo para qué?

— En una hora tengo que ir a la clínica a buscar el resultado del ADN, te iba a llamar porque no quería ir sola más bien, no podía, porque esto que está pasando es gracias a vos y no puedo ir y afrontarlo sin vos.

— ¿Quieres que te acompañe? — interrogó en un mar de lágrimas y yo asentí con mi cabeza — Siento no haber ido cuando te sacaron sangre, deberías haber estado aterrada.

— La verdad que sí, tanto que no le dije ni una sola palabra a Sylvanna, no podía hacerlo sin vos... — me encogí de hombros y él rápidamente impactó su cuerpo con el mío formando un fuerte abrazo, como si hace mil años no nos hubiésemos dado uno, como si lo necesitará como el aire para respirar, me abrazó y con ese abrazo juntó todos los pedazos de mi roto corazón para volver a formar este en uno sano nuevamente — ¿Qué pasa mi amor...? — le pregunté preocupada cuando quebró en llanto sobre mi hombro — ¿Por qué lloras?

— Porque te he hecho lo mismo que le hicieron a mi hermana Ámbar. — murmuró en mí y yo fruncí el ceño sin comprender lo que estaba tratando de decirme — Te he hecho lo mismo y eso es lo que me convierte en una mierda de persona.

— ¿Por qué me hiciste lo mismo, de qué hablas Simón?

— Te enamoré... — sollozó — Hice que por primera vez en tu vida le digas a una persona que la amas y sé que realmente lo haces y yo luego de eso voy y te dejo. — él se aferró fuertemente a mi hundiendo su cabeza en mi hombro — Te he ilusionado, te he sacado de ese pozo y luego te tiré y caíste tan fuerte Ámbar... — una vez más llenaba mi blusa de lágrimas y yo apreté mis ojos porque me partía el hecho de escucharlo llorar — Lo siento tanto...

— Vos no me hiciste lo mismo que le hicieron a tu hermana, vos no jugaste conmigo y lo sé porque veo cuánto me amas en tu forma de mirarme.  — deposité un beso en su espalda y me separé lentamente de nuestro agarre para tomar su rostro con mis ambas manos — Me lastimaste al dejarme, sí, pero no somos ni la primera ni la última pareja que pelean y después vuelven... — volví a sacar las lágrimas de su rostro y le regalé una sonrisa — Yo te amo con toda mi alma Simón y eso nunca va a cambiar...

Karma. {Simbar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora