-3-

5.1K 653 615
                                    

A Izuku no le molestó ver que la dirección de la casa de Bakugo Katsuki quedaba fuera del pueblo, a una hora aproximadamente, caminando desde la casa de su tía. Buscó la mejor ropa de la escasa que tenía en su armario y se preparó mentalmente para caminar un largo trecho, sintiéndose sumamente emocionado por el desafío que se avecinaba. 

Afortunadamente, tuvo la oportunidad de ver muchos animales en el camino. Sus favoritos fueron un par de caballos marrones que eran guiados por un hombre, el cual caminaba entre ellos sosteniendo las riendas flojas con ambas manos. No pudo evitar sonreírle a él y al par de animales en cuanto pasaron a su lado, sintiéndose feliz cuando su sonrisa fue correspondida por aquel amable hombre que inclinó un poco la cabeza.

No todo fue agradable en el camino, ya que en un momento pasó por un lugar en el que algunos niños le arrojaron piedras al verlo. Izuku se cubrió como pudo, sabiendo que aquellos niños sólo lo hacían para divertirse y no con malas intenciones. De todos modos sólo fue un momento, y ya luego pudo volver a estar tranquilo.

Cuando ya estaba cerca de la casa de Bakugo Katsuki fue recibido por tres grandes perros que corrieron hacia él pegando fuertes ladridos, pero Izuku no se sintió intimidado por ellos. Sólo sonrió y se agachó para acariciarlos y reír al ver sus colas inquietas que se movían de un lado a otro, felices por el recibimiento. 

-¿Eres un perro guardián? Eres muy bueno.- habló halagando a uno de los perros, el cual, luego de dejarse acariciar brevemente volvió a irse corriendo, siendo seguido por los otros dos perros. 

Luego de un par de pasos más pudo ver la casa, por lo que se detuvo un momento para acomodarse su gorro y abrigo, y también para chequear el papel que se había robado de la tienda.

Era una casa muy pequeña, tal vez de dos pisos pero aún así muy pequeña. Se veía angosta y corta de tamaño, sin embargo a Izuku le pareció que a simple vista se veía acogedora. También había un coche frente a ella, uno negro, despintado y con ruedas gastadas, pero al parecer aún en condiciones de funcionar. Tenía un pequeño espacio tras ella para cargar cosas, como si fuera una camioneta.

La casa estaba ubicada prácticamente en medio de la nada, rodeada únicamente por un extenso campo que se extendía hasta donde la visión de Izuku podía ver. Sólo detrás de la casa se veían algunos pinos que parecían formar un bosque callado y sereno. 

Izuku caminó hasta la puerta, sonriendo al ver que ésta estaba pintada con un verde oscuro sobre la madera. Aunque no era su tono favorito, seguía siendo verde.

Dudó un momento, pero aquello no duró mucho. Golpeó con su puño cerrado tres veces, y ni siquiera tuvo tiempo de alejarse un poco cuando repentinamente vio que la puerta se abría de manera brusca, mostrando tras ella al hombre rubio que había visto en la tienda. Por su rostro pudo notar su desconcierto al verle, y por las herramientas que llevaba en su mano también se percató de que probablemente iba de salida.

-Ho... Hola.- saludó Izuku, sintiéndose algo intimidado por la fija mirada escarlata del rubio que le observaba como si tuviera otra nariz. Y como si fuera poco, la casa tenía una elevación y unos dos escalones en la entrada, por lo que Izuku estaba mirando al imponente rubio desde una altura mucho más baja que la de él.- Soy... soy Midoriya Izuku.

Bakugo miró hacia los lados, buscando a alguien más que pudiera estar fuera de la casa. Como si no entendiera lo que estaba sucediendo. Realmente se ve desorientado, pensó Izuku, por lo que decidió sonreír para intentar hacer un poco más amena su presencia allí.

-¿Midoriya?- preguntó el rubio de voz grave y rasposa, volviendo entonces su mirada a él. Izuku asintió al instante.

-Así es. Yo... estaba...- Carraspeó al sentir su voz demasiado temblorosa.- Vi tu anuncio en la tienda...- Su sonrisa se borró un poco cuando se dio cuenta de que Bakugo Katsuki había parecido perder el interés en él de un momento a otro. Simplemente observó cómo el rubio avanzaba para salir de la casa, por lo que tuvo que apartarse un poco para no ser empujado.-...el que pusiste sobre... una sirvienta.- completó siguiéndole con la mirada. Cuando vio que realmente el hombre se estaba yendo sin responderle decidió comenzar a seguirlo.- Yo quiero... quiero el trabajo.

-Deku- [Bakudeku]Where stories live. Discover now