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-¿Pasa algo amigo?- preguntó Frank, acomodando entre sus manos frías una gran y desgastada red de pesca.

Bakugo no se molestó en girar hacia su amigo pescador, el cual al parecer le había notado distraído. Sólo se encogió de hombros, inspirando por su nariz profundamente el aroma a sal que el mar calmo les ofrecía aquella tarde. Él y varios otros compañeros pescadores se encontraban en el puerto, acomodando sus herramientas para volver finalmente a sus casas luego de otra larga jornada de trabajo.

Sin embargo, Bakugo no deseaba volver a su solitario hogar.

-Creo que Deku me dejó.- acabó mascullando luego de un rato, y es que nunca había sido de las personas que hablaban de sus problemas personales, pero esta vez había sentido la necesidad de decirlo. Pensando que así tal vez un poco del vacío que sentía se iría junto a las palabras liberadas.

No fue así; decirlo en voz alta sólo lo volvió más real.

-Ya era hora.- rió alguien a sus espaldas que le había escuchado. Katsuki volteó y alcanzó a ver a uno de sus risueños compañeros que trasladaba pescados en dos baldes diferentes.

Tal vez, si se sintiera como el antiguo Katsuki, le habría gritando que se callara la maldita boca y que se metiera en sus propios estúpidos asuntos, pero ni siquiera encontró los ánimos para separar sus labios.

Sólo volvió a lo que hacía, ignorando los murmullos y alguna que otra risa acompañada de felicitaciones por haberse librado de su "prisión".

La verdad era que había sentido muchas cosas estando con Deku, pero jamás se había sentido un prisionero.

En realidad ahora se sentía aprisionado en su propia casa, aquella que se había llenado de demasiados recuerdos y pinturas. Incluso en la noche, cuando se acostaba, extrañaba el peso y la calidez a su lado. Extrañaba despertar y descubrir al cabeza de brócoli haciéndole el desayuno en la pequeña cocina del piso inferior. Extrañaba verlo deambular por el campo, verlo riendo, verlo enojado. Extrañaba el olor a pintura constante del cual siempre se quejaba.

Le extrañaba a él y todo lo que su presencia significaba en su vida.

"Estaba mejor sin ti"

Aquella había sido una cruel mentira. Bakugo había pronunciado aquellas palabras dejándose cegar por la ira, por el miedo, sin tener en cuenta lo mucho que podría haber lastimado a su pareja.

Recordaba las lágrimas de Deku. Recordaba su llanto, su palidez, su desmoronamiento.

Nada de eso le había importado, pero ahora se arrepentía. Se arrepentía muchísimo.

No fue hasta que descubrió un pequeño cuadro junto a la cama que finalmente tuvo en claro lo que debía hacer.

Era una pintura vieja, mal escondida tras la cómoda, del lado de la cama donde solía dormir el peliverde. Un simple cuadro en los que ambos estaban pincelados de la mano, junto a la casa y con algunos árboles verdes mezclados con amarillo claro.

Bakugo nunca se quedó tanto tiempo viendo un cuadro.

Se dio cuenta de que era la primera pintura en la que Deku se había retratado a sí mismo.



○○○○




Era temprano cuando Yaoyorozu Momo escuchó la puerta de su hogar siendo fírmemente golpeada desde afuera.

No le sorprendió ver al rubio una vez que la puerta estuvo abierta, aunque le hubiera gustado recibir aquella visita mucho antes. Había pasado una semana desde que Izuku estaba en su casa, y si bien no le molestaba para nada su presencia... él había estado muy triste todos los días. Verlo decaído no había sido agradable para Momo.

-Deku- [Bakudeku]Where stories live. Discover now