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Con el paso del tiempo, Izuku comenzó a sentir temor de acabar con el espacio en todas las paredes debido a sus pinturas. No quería quedarse sin espacio para pintar, por lo que un día se le ocurrió la idea de buscar algo entre los restos de madera que Bakugo almacenaba tras la casa.

Caminó durante varios minutos entre las maderas, encontrando al poco tiempo algunas tablas finas que simulaban ser bastidores profesionales. A Izuku le gustaba pintar sobre papel, pero debía admitir que siempre le agradaría más realizar figuras de colores sobre superficies firmes. Era más fácil de ese modo, ya que su enfermedad en ocasiones le dificultaba la tarea de mantener inmóvil algo tan inestable como el papel.

Fue así como, en su tiempo libre, Izuku se dedicó a pintar con sus manos temblorosas aquellas tablas sin color, dándoles vida una por una. Siempre paciente. Siempre sentado junto a la ventana que más sol ofrecía durante las tardes.

Izuku en verdad amaba mirar por la ventana y pintar junto a ella.

○○○○

Las noches seguían siendo igual de frías que al principio de todo. Para el peliverde ya era costumbre sentir sus pies fríos aunque los encogiera bajo las sábanas. También se había acostumbrado al leve dolor en sus rodillas y a su piel erizada que nunca conseguía entrar en calor del todo.

Izuku se había acostumbrado, además, a su inmóvil compañero de cama.

Bakugo siempre adoptaba una posición apenas se acostaba y luego la mantenía hasta que despertaba. A veces de costado, otras veces mirando hacia arriba con sus extremidades extendidas como si no le importara que el peliverde apenas tuviera lugar para acurrucarse. A veces roncaba un poco y otras apenas se escuchaba su respiración. Izuku se había dado cuenta de que aquello también dependía de su estado de ánimo durante el día.

Aquella noche ambos se daban la espalda. El peliverde luchaba como de costumbre por quedarse dormido a pesar del frío que calaba sus extremidades enfermas. Temblaba levemente, hundido en la fina almohada y con su boca y nariz ocultas bajo las sábanas con el fin de lograr respirar un aire más cálido.

Estaba bien. No era tan malo, ya estaba acostumbrado.

Todo estaba bien. O al menos lo estaba hasta que sintió cómo Bakugo se removía a su lado.

Entreabrió sus ojos antes cerrados, sintiéndose sorprendido ya que el rubio nunca se movía en mitad de la noche.

Se sintió aún más sorprendido cuando Bakugo siguió moviéndose y de la nada estuvo contra su espalda, prácticamente pegado a él.

Aguantó la respiración cuando uno de aquellos brazos bien formados le rodeó el cuerpo.

Mordió sus labios fuertemente, nervioso al sentir la pesada respiración del rubio en su nuca.

Izuku pensó que si se quedaba quieto y se hacía el dormido tal vez Bakugo despertaría y le soltaría. Pero no fue así, ya que dos segundos después comprendió que su compañero de cama estaba completamente despierto y cuerdo. Lo supo, porque sintió las tocas manos de Katsuki en su cuerpo, las cuales habían comenzado a tocarle sin intenciones amigables.

Izuku aferró en un puño la sábana y sintió un nudo en la garganta cuando el rubio comenzó a tocarle más de lo que él hubiera deseado.

-Para...- susurró suplicante, haciendo que Bakugo se quedara inmovil, sorprendido al escucharle hablar. Él estaba seguro de que el mocoso no diría nada, pero se había equivocado.- Si harás eso... m-mejor deberíamos... casarnos, ¿no?

Hubo un silencio de tres segundos luego de eso, pero para ambos se sintió una eternidad.

-No digas tonterías.- respondió al fin el rubio, aún pegado al pequeño y encogido cuerpo de Izuku.

-Deku- [Bakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora