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-Kacchan... ¿te gustan mis pinturas?

Katsuki volteó hacia el peliverde, el cual le observaba con timidez de pie frente a la mesa en donde tenía su pinceles y algunos nuevos tarros de pintura.

-¿Cómo quieres que sepa?- gruñó, continuando con la tarea de afilar con un cuchillo una rama que tenía entre sus manos ásperas. Se había sentado en el primer escalón que daba a la entrada, manteniendo la puerta abierta para así poder ver al tranquilo Izuku que pintaba en el interior de la casa.- ¿Te parezco un maldito crítico de arte o algo así?

-No.- Izuku rió, continuando con su tarea de pintar sobre la tabla apoyada en la mesa. Eran momentos como aquellos en los que se sentía verdaderamente tranquilo y feliz. Si había algo que disfrutaba más que pintar, eso era platicar con Katsuki mientras pintaba.

Sonrió por lo bajo cuando el rubio se puso de pie para luego caminar y acercarse a su lado. Tuvo que morder su labio inferior en un intento por disimular la alegría que le causaba percibir a Katsuki viendo su pintura desde tan cerca.

No era su mejor obra. Tan sólo se trataba de un gatito blanco sentado en el césped, rodeado de flores y con un agradable cielo color celeste tras su cuerpo.

-Sé lo que es eso.- gruñó Bakugo.

-Es un tulipán...

-No. Es mi nombre.- Izuku observó cómo el rubio señalaba el costado izquierdo inferior de la pintura, en donde podía leerse un "Bakugo" escrito con pintura negra.- ¿Qué hace mi nombre ahí, Deku?

-Oh... b-bueno.- Izuku carraspeó, sintiendo un leve calor en su rostro al sentir la mirada filosa de Katsuki puesta sobre él.- Pensé que... somos socios... así que la pintura es mitad tuya, t-también debe llevar tu nombre.- Izuku levantó lentamente sus ojos hacia los orbes rubí de Katsuki, manteniendo el contaco visual más de lo que pensó que podría hacerlo.

Sonrió pequeño cuando el rubio parpadeó, el cual seguía observándole detenidamente, como si no pudiera comprender algo o se sintiera confundido. Izuku no supo decifrar lo que aquella mirada puesta sobre él significaba, pero de alguna forma no se sintió intimidado ni rechazado como solía pasar cuando Katsuki le observaba.

Se sintió bien, por lo cual ensanchó su sonrisa, sin saber que aquello confundía aún más al extrañado rubio hipnotizado por sus brillantes ojos verdes.

Katsuki gruñó cuando se dio cuenta de las tonterías que pasaban por su cabeza y entonces al fin pudo desviar sus ojos hacia el interior de la casa. Lo primero que vio fue la escoba que Izuku usaba para barrer, por lo que caminó hacia ella y la tomó entre sus manos con fuerza.

-No te olvidarás de tus quehaceres, ¿verdad?- bufó.

-Eso imposible.- rió Izuku.-Pero tengo que acabar esta pintura primero...

-No descuides tus tareas, Deku.

-No lo haré, Kacchan.

Katsuki caminó hacia el primer escalón de la entrada nuevamente, sentándose enojado por no poder tener la última palabra de la conversación. Parecía que el cabeza de brócoli había tomado confianza y ya no se quedaba callado como antes cada vez que "discutían". Era una maldita molestia.

-Bueno...- gruñó otra vez, poniéndose de pie.- Yo barreré pero no voy a hacerlo todo, ¿me oiste?

Izuku levantó la visión de su pintura al ver que el rubio había tomado la escoba para comenzar a barrer con brusquedad los escalones de la entrada.

-Espera. No, no. Kacchan.- Katsuki se detuvo, viendo extrañado cómo el peliverde se acercaba a él.- La pintura está fresca. Aún no se ha secado. Le vas a echar polvo. Si vas a barrer, cierra la puerta.

-Deku- [Bakudeku]Место, где живут истории. Откройте их для себя