4

5.1K 289 6
                                    


Llegamos hasta casa, donde corrimos a refugiarnos. No vimos a nadie dentro. El chófer se marchó y nosotras subimos las escaleras, dejando gotas de lluvia a nuestro paso. Nos refugiamos en su cuarto y, sin cambiarnos, nos tiramos sobre la cama. Puso música con un mando a distancia y le dije:

–Estos días son los típicos que echaré de menos cuando pase el tiempo. Son los que cuando mire hacia atrás, recordaré con mucha ilusión y añoranza y se me morirá algo por dentro.

–No seas boba, repetiremos estos momentos hasta que nuestros años de vida se acaben.

–Ya, pero mira a la lluvia. ¿Tú crees que cuando viajemos lloverá tanto?

–¡E incluso más! –reímos, pero yo continuaba en aquel estado de bajón.

–Ojalá. Pero, insisto, tengo una pena en el corazón. Como si cuando me fuera a ir se acabase una etapa de mi vida.

–¿Crees que tu estancia aquí es un periodo de transición?

–Sí.

–Lo haremos eterno, confía en mí. Lo que te pasa es que estás depre porque hace un par de horas que no bebes nada, ¡Bebamos! ¡Bebamos hasta morir!

Reímos como dos idiotas e hicimos una incursión a la bodega, cogiéndonos ron y whisky, mezclándolo, sentándonos fatal, bailando, vomitando, riendo y cayendo rendidas sobre la cama. Cayendo en un sueño profundo el cual se caracterizó por no tener absolutamente nada, sólo un vacío y una oscuridad que me hicieron pensar que había estado muerta todo ese tiempo y había despertado de milagro.

Vaya fiasco de resaca teníamos al día siguiente. Nos íbamos chocando con las paredes, rebotando de aquí allá.

Miento, eso lo hice yo. Lubi estaba más alegre.

–¿Cuál es tu secreto? –le pregunté llevándome las manos a la cabeza, doblegándome el dolor.

–Esto. –me lanzó una pastilla que me tomé de inmediato.

–¿Por qué no me lo dijiste antes?

–La resaca son las consecuencias a pagar por habértelo pasado bien.

–Cuando me lo paso bien sin beber no estoy así tan hecha mierda.

–Porque no lo fuerzas. La bebida la usas para atraer la felicidad, y a los dioses no les gusta vernos felices.

–¿No?

–No, por eso quieren prohibir el alcohol.

–Jajaja, idiota. Yo creo que el alcohol crea más problemas de los que soluciona.

–Lo sé, sólo estoy tonta.

Llevábamos aún la ropa del día anterior puesta. Ella se dio una ducha antes que yo y salió con la toalla bien ceñida al cuerpo, dejándola caer "por error" delante de mí, sonriéndome y vistiéndose. Le sonreí porque tampoco podía hacer mucho más con aquella jaqueca y fui directa al agua, cayéndome por mi cuerpo. Me quedé con su frase de: "tranquila, no importa que tardes". No sé cuánto estuve allí. Perdí la noción del tiempo. Creo que incluso me quedé dormida.

El agua cálida junto a la lluvia cayendo contra la ventana eran dos exponentes del sueño demasiado efectivos.

Me quedé pensando en lo que le había dicho a Lubi la noche anterior. Me gustaban los días a su lado. La pega es que lo que para ella era su día a día, para mí era una aventura pasajera. Para mí serían meros recuerdos.

Me encantaba que quisiera compartir su futuro conmigo, pero algo dentro de mí me decía que acabaríamos separándonos. Era una lástima. Una...

Parpadeé un par de veces.

La SombraWhere stories live. Discover now