Astro y Satélite

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-Tus manos están frías-

Kara no había soltado mis manos después de unos largos minutos, en los que no quitó su vista de mis ojos, ni borró ese gesto risueño, su tacto había nivelado mis emociones, después de todo trato bien a mi querido sombrero, así como lo hacía con Mini Twist, suspiré por quinta vez, mirándola como solo yo podía, aunque en ella no surtiera el mismo efecto.

-Suelo ser una persona de manos frías—juegos con sus dedos—rara vez  están tibias, calientes no, que yo recuerde—levanto la vista a ella.

-Yo siempre he sido así de cálida—eleva nuestras manos con las palmas juntas.

-Tú eres como nuestro astro rey Kara—digo viendo nuestras manos danzar sin despegarse—brillas en la oscuridad, como los destellos del sol, otorgándole a la luna, una tenue luz, para que sigas presente, aun cuando la noche cae-

-Un sol—menciona pensativa mirando las bombillas de mi sala—me gusta—baja la mirada a mí sonriendo—y tú eres la noche, la oscuridad y la luna-

-Esto se está tornando poético-

-Lo sé-

Reímos, todo estaba tranquila de nuevo, ella aleja sus manos de las mías, sentándose en uno de mis rústicos sillones, meciéndose, con mi amigo ya en sus muslos, dándole leves caricias, me doy la vuelta para buscar algo de beber, habíamos comido pastel, así que por el momento comida no, prendo la estufa colocando la tetera, sacando el té hindú que tenía en mi alacena, miré la sangre en mi camisa, con el aroma aun en mis fosas nasales, saboreando mis labios, el cuerpo de esa mujer tenía que esperar.

Solo oía el ruido de la TV, hubo una mención de la desaparición de Siohban, sonreí maliciosa sabiendo que jamás la volverían a ver, incluso estaban dando una suma muy alta de recompensa, creo que los padres siempre querrán a sus hijos por más bazofia que sean, bajé un poco las flamas levantando la tapa vertiendo el té, estaba por incrementarla de nuevo, cuando una mano ajena a la mía, apaga la estufa, me giro, encontrándome con la mirada perdida de mi invitada, estaba demasiado cerca de mí, olía muy bien, ¿qué sabor tendría su piel?, tal vez nunca lo sabré.

-Te dije que no me gusta el humo—sé que se dirigía a mí aunque parecía hablar con alguien más.

-Lo sé, pero creí que solo te referías a tu casa, no a la mía—se acercó más a mí, esta mujer no sabía en dónde se estaba metiendo.

-No es necesario que prepares té, ahora deja eso y ven con nosotros a la sala-

-Me temo que no puedo hacer eso—frunció el ceño—mi tía decía, que cuando tienes visitas debes ofrecerles una taza de té, así que será mejor que vayas con Mini Twist, te prometo que no habrá más humo que el del té en la taza-

-Kieran—ladea la cabeza— Tus modales no son oportunos ahora, créeme-

-¿Estás amenazándome?—me burlé, oh, en definitiva estaba provocándome,

-No—no parpadeaba— Es tu casa, y eres admirable, solo que, no quiero té-

-Pero yo sí—la veo cerrar los ojos apretando sus labios—será mejor que me des una explicación lógica, de lo que ahora estás experimentando, ¿por qué le temes al fuego?-

¡Bingo!, sus ojos se abrieron, fulminándome con la mirada, era ingenua al pensar que me intimidaría, así que esperé paciente su respuesta, pero no decía nada, estaba a escasos centímetros de mí, invadiendo mi espacio personal, lo cual no me molestaba, pero era demasiada tentación, sus manos estaban temblando, y las venas de sus sienes se marcaban, tal vez era un evento terrible, eso genera traumas, pero no podía atinarle una vez más, como proceso psicológico, debía superarlo por sí misma, diciéndolo en voz alta.

KieranWhere stories live. Discover now