El Pasadizo en la Sala de Trofeos

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El Pasadizo en la Sala de Trofeos.

Si tenían problemas en caber todos bajo la capa invisible al final del primer año, era considerablemente más difícil en el segundo año. Los cuatro chicos de Gryffindor se amontonaron en un apretado nudo de brazos y piernas debajo de la capa, a penas cubriendo todo –caber todos debajo era incluso más complicado con la escoba de James y el considerable peso que había ganado Peter. Caminaron en silencio por los oscuros corredores de Hogwarts hacia la Sala de Trofeos.

Habían pasado varios días desde la detención de James; Remus había vuelto de la Casa de los Gritos y Sirius no podía soportar las ansias de explorar el pasadizo que se escondía detrás de Brutus Scrimgeour. Había tomado toda la fortaleza de James para lograr que Sirius esperara hasta el regreso de Remus, ya que incluso para él fue interminable la espera. Sirius había mantenido a James despierto la mitad de la noche preguntándole sobre el pasadizo –todo desde a dónde creía James que conducía el túnel hasta como olía adentro. Pero cada detalle que James pudiera darle no eran suficientes para llenar el insaciable deseo de aventura de Sirius.

También habían durado una abundante cantidad de tiempo discutiendo qué podía estar al final de agujero.

-Tal vez haya un dragón –había dicho Sirius con ojos bien abiertos por la emoción. Peter se había aterrorizado ante la idea de un dragón habitando en las profundidades del castillo y declaró que Dumbledore nunca permitiría entrar un dragón en los terrenos, ante lo cual Sirius señaló que ya había dejado entrar a un hombre lobo, así que ¿Qué le impedía permitir un dragón?

En el momento en que Remus regresó, Sirius lo había acosado hasta acordar en ir al pasadizo la noche siguiente. Había intentado convencerlos de ir aquella misma noche, pero Remus había estado demasiado exhausto y débil.

James se sacó la capa de invisibilidad al llegar a la Sala de Trofeos guardándola con cuidado dentro de su mochila. En un instante, Sirius caminó por toda la sala directamente hacia el marco vacío que contenía el retrato de Brutus Scrimgeour. Lo miró fijamente con una mirada hambrienta. Mientras tanto, Remus había ido a observar las medallas y trofeos mientras Peter miraba hacia la puerta.

-¿Escucharon eso? –preguntó palideciendo.

-No –respondió James con brevedad, uniéndose a Sirius. Miró hacia el retrato

-¿Creen que funcione bien si él no está aquí para abrir la trampilla? –preguntó con nerviosismo.

-No sé, no veo por qué no –respondió Sirius.

-Hay montones de premios interesantes en estos estantes –dijo Remus.

-Nos van a atrapar –advirtió Peter.

-No nos van a atrapar, Peter –dijo Sirius y se dio la vuelta para mirar a Remus- Y, enserio, amigo, ¿a quién le importa un comino los trofeos cuando hay un pasadizo secreto aquí?

Remus rió por lo bajo y se unió a Sirius y James ante el retrato.

-Ven, Peter –le llamó.

-Sí, no quieres quedarte atrás, ¿o sí? –canturreó James.

Sirius soltó una sonrisa de lado. Honestamente, a ninguno le habría importando mucho que Peter se quedara atrás, pero no iban a decírselo en la cara.

Cuando Peter se les unió, Sirius miró a James expectante.

-Muy bien, ábrelo.

James aclaró su garganta.

-¡Beati Pacifici!

El retrato comenzó a alejarse de la pared de la misma forma en la que lo había hecho aquella noche, revelando la silueta de un túnel completamente oscuro. Los ojos de Sirius estaban tan abiertos que James se dio cuenta de que, a pesar de sus explicaciones y detalles, una pequeña parte de Sirius no creía que el túnel estaría ahí.

Los Merodeadores: Segundo AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora