Capítulo VIII

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De madrugada, Laura se levantó silenciosa por una taza de té. No había podido pegar un ojo en toda la noche pensando en las posibles consecuencias.

No le mentía a Jaime cuando decía que no era capaz de saber si estaba o no embarazada. Porque hace mucho tiempo había asumido que no podía tener hijos.

Su mente volvió al pasado...

Tenía dieciséis años cuando, camino de la escuela en medio de una tormenta, su hermano perdió el control del vehículo en el que viajaban. Ni siquiera alcanzaron a reaccionar, solo sintieron el golpe del bus justo enfrente. Días después, despertó en la clínica, prácticamente inmovilizada. Sus piernas necesitaron varias operaciones con tornillos incluidos para volver a caminar. Pero las dos cosas más impactantes fueron, el saber que su hermano no había sobrevivido y que debido a los daños provocados, su vientre sufrió serias lesiones. Los médicos dijeron que era muy improbable, por no decirle imposible que pudiera tener hijos a futuro.

Desde aquel día aprendió a sobrellevar la vida sin su hermano, sin darle importancia al hecho de que no podía tener hijos. En algún momento de su vida esperaba poder crear una familia, pero después del accidente, ya no era su prioridad.

Volviendo al presente, Laura se percató que su té se había enfriado y que las lágrimas bañaban sus mejillas. Siempre le era difícil recordar a su hermano y lo que ambos perdieron aquel fatídico día.

Más tarde, Laura pidió permiso para salir, ya que era día sábado y al día siguiente, su día libre. Como Jaime estaría en la casa, le dio permiso para que tuviera un respiro. Sabía que lo estaba pasando mal.

Laura esperó a que Tony pasara por ella. Y se sorprendió cuando al bajarse del carro, la vio con un pequeño bolso.

-¿Te vas a alguna parte?- apuntando al bolso.

-¿Me das alojamiento?

-¿Qué pasó? – Preocupado, miró hacia la casa- ¿Te hizo algo tu jefe?

-No... - sin terminar de decir, rompe en sollozos. Tony la abrazó, tratando de controlar el llanto de Laura e intentando entender lo sucedido.- solo... sácame de aquí.

Tony la ayudó a subir y en menos de treinta segundos, salieron sin percatarse que Jaime había visto el llanto de Laura desde la ventana. Y tan seguro de que se llamaba Jaime Federico Said, sabía que el llanto solo era culpa suya.

***

Instalada en el cuarto de invitados de la casa de Tony y Ethan, Laura apagaba su celular para estar inubicable. Tony le había dicho que se pusiera cómoda y que volviera a la cocina para que le explicara la explosión de llanto de hacia un rato atrás.

Algo difícil de hacer. Ni ella podía entender porque se sentía tan triste y llorosa. No podía achacar las lagrimas al hecho de que Jaime creyera que estaba embarazada, pues porque no podía ser. Quizás fuera porque recordó a su hermano.

Cuando entró en la agradable cocina de los muchachos, rápidamente apareció una taza de té y sin darse cuenta, terminó confesándoles que se había acostado con su jefe, en una noche de tragos, que estaba irremediablemente enamorada de él, y que él pensaba que existía riesgo de embarazo.

-Pero es imposible.

-¿Por qué dices eso?- replicó Ethan, mientras cortaba la lechuga para la ensalada.

-Por la sencilla razón de que no puedo tener hijos.

Ambos la miraron perplejos. Lo dijo con una naturalidad poco común.

-No me miren de esa forma. Lo sé desde hace mucho tiempo y, a decir verdad, nunca lo he sentido como una gran pérdida. Lo único que me afecta, es el hecho de que quedé estéril por un accidente que tuve cuando era adolescente.

-¿Qué pasó? –preguntó Tony, abrazándola. Laura volvió a ponerse triste y él pensó que si le afectaba el hecho de no poder tener hijos. Ellos mismos, tenían planes a futuro de tener hijos por vientre de alquiler o adoptar. No podía entender que ella, siendo tan amorosa con los niños de su jefe, no se sintiera triste de saber que no podía tener hijos propios.

-Mi hermano iba conduciendo en medio de una tormenta y perdió el control del auto. Chocamos de frente con un bus. Estuve en coma un par de días.

-¿Qué pasó con tu hermano?

-Falleció.

No entendía por qué seguía estando triste por aquello. Siempre iba a extrañar a su hermano, pero llevaba muchísimo tiempo sin que le afectase el accidente.

Luego de haber quedado sola a tan corta edad, había decidido que aquel accidente no iba a determinar su camino. Todo lo contrario, gracias a él, buscaría su camino. Mientras estaba en rehabilitación, vio muchos casos de personas de distintas edades que no querían volver a intentarlo, simplemente porque no sabían cómo volver a ser los mismos de antes. Ella en cambio, no quería ser la misma de antes, si no que quería seguir descubriendo quien seria en la vida. Y en aquel momento, tenía esa sensación. Quería seguir descubriendo quien seria en la vida.

Por mucho tiempo, supo quién era, que formaba parte de una familia, que era la cuidadora de dos hermosos niños. Que la habían recibido maravillosamente en la familia de su artista favorito.

Hoy, sentada en la cocina de Tony y Ethan, ya no se sentía parte de esa familia.

Se volvía a sentir completamente sola en el mundo.

***

Un par de día después, Jaime tuvo que volver a salir de viaje, sin saber si Laura se haría o no la prueba. A eso, le sumaba la ansiedad que le generaba no saber cómo seguir con su relación con Heidi.

Hasta el momento estaban en armonía, porque Heidi y él habían llegado al consenso de que debían pensar las cosas antes de tomar decisiones. Ninguno había sido capaz de ponerle voz a los pensamientos, pero ambos sabían que hay dos pasos, o volvían a intentar una relación, o su matrimonio se terminaba.

Tal como estaba la situación, él era partidario de separarse. Pero estaban sus hijos. Y ellos eran la principal razón para seguir y volver a intentarlo con Heidi.

Mientras tanto, aprovecharía el viaje para despejar y poner en orden sus ideas.

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