36 | SURVIVORS

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SUPERVIVIENTES.

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El repiqueteo de la lluvia que golpeaba los cristales de la única ventana que permitía la entrada de luz al cobertizo comenzó a relajar el ambiente en el que Aira y yo habíamos quedado sumidos cuando volvimos a la cruda realidad

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El repiqueteo de la lluvia que golpeaba los cristales de la única ventana que permitía la entrada de luz al cobertizo comenzó a relajar el ambiente en el que Aira y yo habíamos quedado sumidos cuando volvimos a la cruda realidad. Miré la lluvia que empeñaba los cristales entrando en un pequeño trance mientras notaba la respiración de la pelirroja impactar contra mi cuerpo.

Ladeé mi cabeza y besé su frente mientras ella acomodaba la cabeza en mi hombro tras dejar un pequeño beso sobre mi cuello.

La abracé con fuerza, transmitiendo calor hacia su cuerpo y tras retirar el pelo de su rostro acaricié la piel de su mejilla y recorrí sus facciones con mi dedo, hasta que se posaron sobre los labios de la pelirroja.

Aira besó mi dedo lo cual nos hizo reír a ambos y después se puso de puntillas para besarme. Ninguno de los dos hablábamos, no era necesario realmente. Me acerqué a ella llevando mis manos a su cintura mientras ella hacía lo mismo. Besé su frente y ella se dejó caer contra mi pecho.

Ella se separó de mi pecho al cabo de unos segundos y me dirigió una mirada. Aira estaba de pie, frente a mí, rodeando mis caderas con sus brazos y apoyándose a la altura de mi corazón de vez en cuando.

Retiré el pelo con suavidad de su rostro y acaricié su cintura, todavía desnuda, mientras miraba sus preciosos ojos azules. Seguí recorriendo su cuerpo con las yemas de mis dedos con suavidad hasta que conseguí sacarle la sonrisa tímida, la cual esbozó cerrando los ojos y ladeando la cabeza, que tanto deseaba ver. Me incliné hacia ella y tras besar repetidas veces sus labios sonreí de vuelta.

Verla era como un espectáculo para mí. No solo por todo lo que sentía hacia ella, sino por cómo me hacía sentir y por cómo me trataba siempre que estábamos juntos.

Aira Coleman era una persona absolutamente maravillosa en todos los sentidos. Era una mierda haberla conocido en un mundo como ése, pero probablemente, sino hubiera sido por el caos formado en la Tierra jamás la hubiera conocido.

Era capaz de mirarla durante horas sin cansarme, aunque estuviéramos sin hacer nada, porque realmente una de las cosas que más me gustaban era contemplarla. Contar las pecas de su cara, juguetear con los mechones de su pelo, enredándolos en mis dedos o simplemente observar sus iris azules.

Pero realmente nada se comparaba con el tornado de emociones que sentía cuando su boca hacía contacto con la mía. Era realmente como si cada beso que nos dábamos fuera el primero.

—¿Crees que conseguiremos sobrevivir? —preguntó con la voz suave mientras yo jugueteaba con un mechón de pelo cobrizo, como siempre me gustó hacer.

—¿Te refieres a la guerra entre nuestros bandos? —pregunté y ella asintió con lentitud—. Después de todo lo que nos ha pasado, de todo lo que hemos sobrevivido, superaremos la guerra. Superaremos esta guerra y todo lo que venga por delante.

Aira asintió con lentitud y tras dejar un corto beso en mi mentón se separó de mi cuerpo y camino hasta la salida del cobertizo, donde estaban varias de sus prendas. Cuando ambos estuvimos vestidos me acerqué a ella y rodeé su cintura con mis brazos, abrazándola por la espalda. Por algún motivo sabía que le sucedía algo, la conocían demasiado bien como para que fuera capaz de ocultarme algo, aunque fuera una mínima cosa.

—¿Qué pasa, cielo? —pregunté besando su hombro.

—No es nada —musitó y ladeó ligeramente la cabeza, por lo que pude mirarla—. No tienes de que preocuparte.

—Mientes fatal —di un pequeño golpe en su nariz con la yema de mi dedo y ella me mostró una media sonrisa—. Anda, cuéntame que sucede. Tal vez pueda ayudarte.

—Sólo estoy preocupada, Grimes —ella giró sobre si misma hasta que estuvo frente a mí—. Me preocupa lo que pueda pasar a partir de ahora, entre nosotros, entre nuestros grupos. El pensar que puedes morir ahí afuera provoca que... —ella dejó escapar un suspiro ahogado—... no lo sé la verdad. Unas irremediables ganas de echarme a llorar. ¿Qué pasa si mueres porque nuestros padres no saben solucionar las cosas sin luchar? ¿Qué pasa si soy yo la que muere? No quiero...

La corté posando mis labios sobre los suyos. Noté cómo enredaba los dedos entre los mechones de mi pelo castaño, como tenía por costumbre mientras me devolvía el beso. Cuando me separe pasados un par de segundos acaricié sus mejillas y negué repetidas veces con mi cabeza mientras acomodaba mi frente sobre la suya.

—...perderte —susurró terminando la frase que yo había cortado con el beso—. Es como si todo el mundo estuviera corriendo y yo no supiera en qué dirección moverme. El tiempo se está agotando y cada vez estamos más cerca de algo que podría destruirnos poco a poco. Y no quiero perderte. De ninguna de las maneras de las que se puede perder a una persona.

—No vas a perderme, Aira. Tenlo por seguro. Voy a estar contigo. Estaré bien. Estaremos bien. Tenemos que estarlo. Somos como una especie de familia —la miré mientras cogía su rostro entre mis manos y acariciaba la piel de su cara con suavidad—. Y las familias permanecen unidas hasta el final. Y así permaneceremos; juntos. Porque eso es lo que ha formado el tiempo. Un vínculo que no se romperá. Somos supervivientes, no vamos a rendirnos, Coleman. No vamos a parar y vamos a luchar. Somos supervivientes y pase lo que pase, vayamos a donde vayamos, hagamos lo que hagamos, sobreviviremos. Sobreviviremos juntos.

Aira sonrió con ligereza y me estrechó contra su cuerpo. Besé su cabeza y devolví su gesto mientras me balanceaba ligeramente hacia los lados.

Pronto estaríamos enfrentados, pero aún siendo enemigos tenía claro que la protegería con mi vida si era necesario.

—¿Lo prometes? —musitó mirándome con sus ojos azules—. ¿Prometes que vamos a estar juntos hasta el final?

Asentí con lentitud mientras recorría su rostro con mi mirada.

—Lo prometo.

El Nuevo Mundo || Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora