Madrid
El móvil de Cepeda no dejaba de sonar, sabía perfectamente quien era, Ana, lo más probable esperando para ver a Martina en aquel festival, y el aún entre papeles de planos y reuniones en Barcelona dentro de tan solo dos semanas.
Tendría que hablar con Ana, o con sus padres para que se quedarán con Martina, ella no lo iba a aprobar pero no tenía más remedio, el trabajo era trabajo.
Roi irrumpía en el despacho, con su respiración agitada y dejando a Luis anonadado de verle allí, ¿Acaso su amigo no trabajaba?
-se puede saber qué haces aquí?
-he venido a buscarte y a sacarte de estas cuatro paredes
-Roi tengo trabajo
-esque me da igual, tienes a tu hija de 8 años esperándote para su festival de fin de curso, y ya sé que a ti todo esto no te atrae lo más mínimo, pero a ella le hace ilusión, lleva semanas hablando de ello. Así que mueve tu culo de esa silla y coge tu coche dirección al colegio
Realmente cuando su amigo se ponía serio, imponía, lo suficiente para cerrar todas las carpetas, mirarse al espejo peinandose con sus dedos y subir al coche. Roi permanecía en silencio, cosa rara en él, seguramente porque Cepeda aún no había pronunciado palabra.
-pense que sería más difícil sacarte de allí- admitió el chico, Cepeda seguía con su mirada fija en la carretera
-esta a deseando salir de ese despacho, no ha sido mi mejor día y tengo el presentimiento de que vendrán peores
-¿Porque? Ahora con Martina de vacaciones todo será más fácil
-en dos semanas tengo que estar en Barcelona, Roi- el chico le miró, no le hacía gracia aquél viaje, aquella ciudad, tantos recuerdos
-¿Que vas a hacer con Martina?- Cepeda suspiro, realmente no lo sabía- sabes que se muere por ese campamento, y estando tu allí podría ir a dormir contigo, sería como una escuela de verano
-no quiero que vaya a Barcelona
-Cepeda.....- no dejó terminar a su amigo y dio por finalizada aquella conversación.
El colegio de Martina estaba decorado con globos de todos los colores y pancartas que anunciaban el fin de curso escolar, madres, padres y niños ocupaban aquel lugar, y como Roi había dicho, Cepeda no era muy admirador de aquellos momentos, apenas conocía a los padres de los compañeros de su hija y solía evitar los cumpleaños de fin de semana.
Miraron hasta que encontraron a Ana, que iba acompañada de Mimi, a ninguno de los dos les sorprendía, eran buenas amigas y solían ir juntas a menudo.
-¿Voy a tener que mandar siempre a Roi?-susurre Ana con su tono de enfado y su característico acento canario
-tengo que pedirte un favor- Ana se sorprendió, Cepeda no pedía favores, no le gustaba.Cuando su hija con meses de vida lloraba y no sabía que hacer para calmarla, fue incapaz de pedir ayuda, días sin dormir y sus amigos ofreciéndole ayuda, se negó, siempre.
Una casa de dos, una familia de dos, Martina y él, con miles de defectos y una historia que contar. Podría viajar en su memoria, a varios momentos en los que la desesperación con Martina sobrepasaba los límites.
Con dos años, tuvo la varicela y lloraba, la fiebre era alta y le dejó una marca en la zona de la cadera, por mucho que Cepeda le advirtiera a la pequeña que rascarse no era bueno, la niña estaba convencida de que hacerlo le hacía más bien que mal.Martina buscaba a su padre entre toda la multitud, esperaba ver a Ana y a Mimi qué la habían traído, y cuando le vio, su sonrisa, Cepeda la podía sentir, si no tuviese que actuar, seguramente se pondria a saltar.
Disfrutaba de la actuación, de como su hija bailaba, las clases de Mimi tenían mucho que ver, como disfrutaba la pequeña en un escenario y lo feliz que era, por eso estaba orgulloso, por la felicidad de su hija.
Y allí estaba él, aplaudiendo como el que más en un lugar al que no le hacía demasiada gracia asistir,con unos amigos que a veces acabaría con su existencia pero que eran los mejores sin ninguna duda.
-no puedes negar que mis clases de baile le están viniendo de maravilla- Mimi sonreía y Cepeda rodaba sus ojos
-para eso te pago- rieron
-bueno ahora hay cerveza y cena ¿No?- Roi siempre solía proponer todos los planes a los que Cepeda solía negarse
-yo tengo que bañar y darle de cenar a Martina
-venga ya, Cepedi la niña está ya de vacaciones, por un día que rompas la rutina no va a pasar nada- Ana y sus palabras, siempre sabía dónde tocar para convencerle.
Martina corría a los brazos de su padre que la recibía con una sonrisa , la niña hablaba con rapidez, era prácticamente imposible descifrar todo lo que había dicho en unos pocos minutos.
-lo has hecho muy bien, pequeña
-ya no soy tan pequeña
-siempre serás más pequeña que yo, y ahora venga al coche que nos vamos a cenar con estos pesados- la pequeña lo celebro, pocas veces salían a cenar, en verano era más a menudo, pero no una rutina habitual.Londres
Aitana se había recogido su pelo en un moño y dibujaba, nuevos diseños, las ideas volaban en su cabeza muchísimo más en verano y no sabía muy bien por qué. Marta subía a pesar de estar en Londres su moreno parecia desaparecer de su piel, su sonrisa imborrable de su cara incluso en días de lluvia, sin duda, le encantaba Londres.
-he recibido un email- Aitana levantó sus cejas, que tenía eso que ver, llegaban muchos emails a lo largo del día y no los anunciaba así- ¿No piensas decir nada?
-Marta ¿Que tiene de raro un email?
-pues que seguro que esté te hace especial ilusión, llega desde Barcelona
-¿Barcelona?- Aitana abrió el email, no se lo podía creer, su amiga se casaba, llevaba 8 años sin saber de ella, realmente fue ella quién desapareció de su vida y no solo dejo España, dejo todos sus amigos y perdió prácticamente el contacto
-¿Sabrá que eres tú?
-no lo se, pero ya tengo varios diseños para su vestido- Marta la miró sonriendo, todo esto era felicidad para Aitana aunque no lo mostrará.
Se puso a rebuscar entre carpetas archivadas desde hacía tiempo, parecía haberse vuelto completamente loca
-¿Que pasa mamá?- Bruno dejaba la mochila del colegio en el suelo y besaba a Marta que miraba como Aitana desordenada su despacho
-no pasa nada cariño, ¿Qué tal el colegio?
-bien, pero este desorden no es muy normal- Bruno no había visto nunca a su madre así, en casa pero sobretodo en su trabajo el orden era prioritario.
Marta y el pequeño la observaban con detenimiento, hasta que encontró eso que tanto buscaba un par de diseño de vestidos de novia, firmado por la propia Aitana y su sonrisa se dibujó en su rostro.
-Marta, concreta una cita con la futura dueña de uno de estos vestidos
-¿Y se puede saber quién es la afortunada?- la seriedad de Bruno ante aquella escena se hacía notar en su tono de voz borde
-una vieja amiga, se casa, mi amiga Amaia se casa y creo que se quien es el afortunado.

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Llegar a ti
FanfictionAitana y Cepeda una historia de amor separadas y dispuestas a encontrarse