10-Piedra al corazón

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Habían pasado dos semanas desde el inicio del campamento, Martina y Bruno estaban disgustados con su idea de campamento, nada fue como ellos esperaban, los niños los trataban como raros, la niña sin madre, el niño que habla de cosas raras. Pero ellos dos habían logrado conectar, no sabian cómo, ni porque, pero cuando acababan las actividades se encontraban en una sombra en los árboles y hablaban.
Bruno conocía prácticamente toda la vida de la niña, vivía en Madrid, con su padre y tenía dos tíos que no eran tíos, sino muy amigos de su padre, Roi y Ana eran sus nombres. Siempre había querido tener un perrito, pero su padre Luis se negaba por completo.  Y bailaba, le gustaba bailar y pintar, aunque esto último se le daba mucho mejor.
Martina por su parte, no conocía tanto a Bruno, el chico era mucho más reservado y tan solo había contado, que no recuerda vivir en otro lugar que no sea Londres,que su madre es diseñadora y que con ella trabaja una de sus mejores amigas. Sus abuelos viven en Barcelona y que no tiene ningún interés en conocer a su padre.
-¿Porque no me cuentas más cosas de ti?- preguntaba Martina que dibujaba en su bloc
-no hay nada más que decir- Martina se enfadó, siempre le decía lo mismo cada vez que le tocaba a él habla- no hace falta que te enfades
-no estoy enfadada
- no lo parece
Ambos permanecían tranquilos, hasta que algo impacto en la frente de Bruno, haciendo que le sangrara, Martina se asustó, y entonces les escucho los niños la culpaban a ella y Bruno parecía no reaccionar
-señorita Cepeda al despacho
Llamaron a Cepeda, que tardó diez minutos en llegar al despacho de la directora, que intentaba hablar con la niña, que permanecía cruzada de brazos.
-¿Que ha pasado?
-al parecer, su hija le ha tirado un piedra a un niño, tiene una herida en la frente
-papá, yo no he sido, lo juro.
-Martina, por favor
-esta actitud, tiene una penalización
-no he sido yo, Bruno es mi amigo- al pronunciar aquel nombre a Cepeda le pellizco un poco más el corazón
-no se preocupe, Martina no asistirá más, me encargaré de ello- Martina volvió a cruzarse de brazos y a poner su cara de enfado, igual a la de su madre.
Al salir, el niño estaba sentado junto a un monitor, en su frente una tirita tapaba su herida, Cepeda intentaba descifrar a aquél niño, que miraba al suelo.
-ya no nos vamos a ver más Bruno, espero que me invites a tu casa- dijo Martina.
Bruno levantó su mirada y entonces lo vio, sus mismos ojos, los mismos que Aitana, que Martina, la misma peca, el mismo lugar, y sus mismos rizos, la cara de ese niño era tan parecida a Aitana que asustaba. Si Bruno sonreía, Cepeda se daría cuenta de que tiene su misma sonrisa, pero no fue el caso.
-no ha sido tu culpa, por lo menos tú no vendrás mas a este odioso campamento- dijo el niño torciendo su sonrisa
-espero que venga tu mamá a curarte eso- Martina señaló la frente del niño, y se despidió.
Cepeda no daba crédito, sus hijos se habían conocido y ni siquiera eran conscientes, le había tenido enfrente, con una herida en la frente y sus ojos llorosos y no había sido capaz de hacer nada, ni siquiera un hola, y volvía a sentir curiosidad. Necesitaba encontrarla, quería a su hijo cerca, y que su hija conociera a su madre.
Miriam esperaba en el apartamento, abrazo a la niña, no parecía enfadada, ni disgustada por haberla echado del campamento y que su padre se enfadara con ella
-ese campamento era odioso, Bruno y yo teníamos que escondernos de esos niños que le tiraron la piedra a Bruno y menos mal que era pequeña- explicaba Martina a Miriam he observaba el nerviosismo y la preocupación de Cepeda que fumaba en el balcón
-entiendo, nos lo pasaremos bien tú y yo por Barcelona- Martina sonrió- ¿Porque no vas a jugar?
-¿Quieres hablar a solas con papá?- Miriam asintió, y la pequeña corrió hacia la habitación. Miriam tragó saliva y salió al balcón apoyándose al igual que estaba Cepeda en aquellos barrotes
-¿Que pasa Luis?- no respondía, analizaba cada segundo que había pasado delante del niño, respiraba y fumaba
-era él, Miriam
-¿A quien te refieres?
-el niño del que habla Martina, es mi hijo, el niño de Aitana- Miriam se quedó muda, sin saber que decir
-¿Cómo sabes que es él?
-se parece demasiado a ella, su peca, sus rizos, sus ojos y la conexión con Martina. Miriam es él ¿Cuántos Brunos con esas características crees que hay?
-¿Y qué piensas hacer?
-buscarla, no sé cómo ni dónde. Pero voy a empezar por Amaia, ella debe saber algo

Londres
Aitana andaba de un lado para otro en su oficina y mordía sus uñas, acababa de colgar el teléfono a su madre,su hijo con una herida en la frente por culpa de unos niños que llevan desde que empezó el campamento molestándole, esa era la versión de Bruno, los encargados del campamento opinaban diferente, había sido una niña y había sido expulsada, ya no había problema. Pero según Bruno el problema permanecía, ¿Que podía hacer? ¿Ir a por él? Su hijo se moría por conocer Barcelona, no podía quitarle a sus padres el regalo de tener a su nieto. Y suspiraba, era lo único que le salía a Aitana, pensar y suspirar.
-Aitana, son dos semanas, llama a tus padres y que se queden a Bruno sin llevarlo a ese campamento
-mis padres trabajan, Marta
-no sería la primera vez que tu padre va con un niño a trabajar, o ¿No recuerdas tu infancia?
Era la mejor solución, a su padre le gustaría enseñarlo, y a Bruno le encantaría estar rodeado de números y cosas nuevas que aprender, solo son dos semanas, se convencía Aitana.
Marco el número de sus padres, y tras varios pitidos sus voces
-pasame a Bruno
-hola mami
-Bruno, no vas a ir al campamento, no quiero más accidentes
-mamá, la niña a la que han culpado es mi amiga- Aitana podía notar la culpabilidad de su hijo en sus palabras
-bueno, intenta buscarla para seguir viendola
-no creo que la encuentre, Barcelona es muy grande
-cariño, disfruta de estas semanas
Aitana le sentía lejos, quería acurrucarlo en sus brazos y besar su cabeza, como cuando le daban miedo los monstruos del armario y tenía que acostarse en su cama hasta que se quedará dormido. Acabo haciendose amigo de su monstruo y paso a ser uno más en casa, Sustito era su nombre, y producto de la imaginación de Bruno.
Al móvil de Aitana llegó un mensaje, uno inesperado
-Miriam -Cepeda quiere buscarte, hoy ha visto a Bruno
Y se le revolvio el corazón, los recuerdos y la vida.

Llegar a ti Where stories live. Discover now