Llegar a ti

36-Viejas amistades

Luis notaba la ausencia de Aitana a su lado, sus hijos descansaban tranquilamente, miró el reloj del móvil, las cinco de la mañana y Aitana no se encontraba con él. Camino hacia su habitación pero no estaba, tampoco en el baño, bajo las escaleras, no estaba en el salón ni en la cocina, solo quedaba el baño de abajo y allí estaba frente al espejo con el pelo recogido y sus manos mojadas
-Aitana....... ¿Te encuentras bien?- Aitana no contesto, sus ojos llenos de lágrimas se clavaron en Luis- se que te pasa algo, la primera noche en Madrid te escuché vomitar y varias veces y ahora te encuentro así- ella se apoyó en su pecho y el sentía que sujetaba su cuerpo, estaba débil y fingía fortaleza delante de ellos, para derrumbarse por las noches- necesito saber qué te pasa....... Quiero ayudarte......
-pensar........ En Alan me provoca arcadas y sentirme mal conmigo- decía entre sollozos
-Aitana no puedes seguir así, te haces daño a tí
-no se como pararlo, y mañana volvemos a Londres.......
-escúchame........ Me has dicho que quieres vivir en España, Bruno también lo quiere...... porque no empezamos a tratar como traspasar tu tienda aquí, buscaremos local y una casa para vivir juntos
-eso está muy bien, pero he pensado que tengo que empezar a ir a ver a un psicólogo, que me pueda ayudar con todo esto
-me parece muy bien...... Sabes que te voy a ayudar en todo lo que pueda y más
-gracias
Se volvieron a abrazar y el cuido su sueño, cada movimiento que notaba se aseguraba de que Aitana siguiera dormida. A la mañana siguiente Luis se encargó de preparar el desayuno y despertar a los tres a base de cosquillas, las risas inundaron la habitación, Aitana sentía que su vida llena de baches empezaba a funcionar, teniendo cerca a sus dos hijos y a Cepeda, la persona que le hizo sentir por primera vez lo que era enamorarse, recorriendo las calles de Barcelona, los días que la recogía de la universidad con su coche y dejaba besos en la cabeza, besos que en Madrid se quedaban olvidados en la cama, besos que se perdieron en un hospital, que se recuperaron en Londres, una vida llena de coincidencias, ¿Suerte o destino? Fueron sus hijos los primeros en encontrarse, fue Luis quién decidió romper su orgullo y buscarla, fue ella la que puso un pie en Madrid para conocer a Martina. Una vida llena de miedos que desaparecían si estaban juntos.
-¿Os gustaría ir a Madrid? Y comemos con Miriam, Roi y Ana- propuso Cepeda, Martina saltaba de emoción y Aitana sonreía
-¿Quiénes son Roi y Ana? ¿Y porque Martina conoce a la tita Miriam?
-Roi y Ana son como mis tíos y Miriam también ¿Cómo sabes quién es Miriam?
-porque es amiga de mamá, viene mucho a vernos- Aitana y Cepeda sonreían
-chicos, Miriam es la persona que hizo que vuestro padre y yo nos conociéramos, por eso la conocéis los dos
Finalmente los niños aceptaron toda aquella situación,Martina le explicaba que Ana era la persona que la cuidaba cuando Luis no estaba y que le daba una chuche siempre que la veía, también hablaba de Roi y lo mucho que la hacía reír sin necesidad de cosquillas, Bruno escuchaba cada historia que su hermana contaba, sin interrumpirla, empapándose de cada información de una vida pasada.
Se ducharon y se vistieron, Bruno llevaba un vaquero con un jersey azul, Cepeda era fiel a su vaquero negro y un jersey blanco que le quedaba demasiado bien, pensaba Aitana, ella había optado por un peto con un jersey rojo algo más fino y su cuello alto, Martina observaba con su vestido azul como Aitana se maquillaba, ella reía al observarla y le tendió el brillo de labios para que la pequeña lo utilizará, sabía que Cepeda no le gustaría, pero era un capricho que su madre le permitía.
Llegaron al restaurante donde Miriam y Ana esperaban en la puerta, Miriam les abrazó y después acogió en sus brazos a los dos pequeños, mientras Ana miraba a Aitana y sonreía al abrazarla de nuevo
-te he echado de menos, pequeña
-yo a ti también
-y este niño debe de ser Bruno- corría a esconderse entre las piernas de sus padres- se parece a ti, Luis
-Bruno ella es Ana, una buena amiga nuestra- dijo Cepeda agachándose para estar a la altura de su hijo
-Martina me ha hablado de ella
-supongo que también te habrá hablado de esto- dijo Ana sacando dos piruletas, Martina corrió a la mejillas de Ana dejando un beso en ellas y llevándose una de las piruletas, Bruno sonrió y dijo un bajito Gracias.
Roi no tardó en llegar, causando la revolución en aquella comida
-sist, ya era hora que te dejaras ver- dijo Roi abrazando a Aitana y haciéndola reir como siempre, parecía que el tiempo no había pasado por aquella relación, saludo a Cepeda con un abrazo y a sus dos otras dos amigas y cogió en brazos a Martina- supongo que el que lleva el jersey del mismo color que tu vestido es Bruno- la pequeña río y asintió
-es el que mejor cuenta chistes, Bruno- decía Martina para que su hermano se separara de sus padres- Bruno se parece a papá, tiene que coger esa cosa rara para hablar- explicaba Martina refiriéndose a la confianza, todos rieron y disfrutaron de una agradable comida, finalmente Bruno terminó sin querer separarse de Roi, que les hacía reír con cualquier tontería.
Aquella misma tarde Bruno y Aitana se despedían de sus otras dos mitades, se verían pronto, tenían que poner fin a esa distancia si querían formar la familia que eran. Cepeda abrazó a su hijo sabiendo que la próxima vez estaría un poco más grande y habría terminado alguna maqueta, Aitana besaba las mejillas de su hija, y sabía que cuando se volvieran a ver tendría muchos dibujos colgando de la pared de su habitación, un par de pasos de baile aprendidos y muchas historias que contarle. Finalmente Aitana se refugió en los brazos de Cepeda que besaba su cabeza, era un abrazo de no quiero irme pero tengo que hacerlo, un abrazo con la promesa de volver pronto. Y un beso que sabía a despedida.

******************
Se que es un poco más corto, espero tener un poco más de inspiración en esta recta final de la historia. Pero aún me estoy poniendo al día con mis clases y termino bastante agotada, espero que lo entendáis.
Espero que os guste
Os quiero💛💙😘