5-Viajar

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Londres
Aitana y Bruno esperaban que en la pantalla avisarán de que podían embarcar, los pies sobre las maletas era algo tan suyo como esos juegos que tenían desde que Bruno empezó a hablar.
-yo volaria a Orlando, Florida- decía Bruno, a sus 8 años le encantaba buscar nuevas ciudades en los mapas y bolas del mundo
-¿Porque allí?- pregunto sorprendida Aitana
-por el parque Disney, mami- Aitana río ante la respuesta de su hijo, cuando el pequeño tenía 5 años volaron a París, para visitar el parque Disney,era más pequeño pero los dos disfrutaron de esos días lejos de su cotidiana vida, el pequeño tan solo recuerda ciertos momentos guardados en fotos
-yo volaria a Nueva York- dijo Aitana, su hijo soltó una pequeña pedorreta- ¿Que pasa?
-menuda tontería ir a una ciudad llena de coches y personas- Aitana río y espero que su hijo dijera el próximo destino
-yo quiero ir a Australia
- y Australia ¿Porque?
-porque seguro que se ven las estrellas- Bruno y esa pequeña obsesión con las estrellas.
A su memoria viajaba ese día cuando su hijo se empeñó en que quería viajar a las estrellas, Aitana se quedó paralizada, no sabía muy bien que hacer con un niño de 4 años que quería viajar a las estrellas en pleno Londres. Marta y ella estuvieron toda una mañana pegando estrellas en el cuarto del pequeño y cuando la noche cayó sobre Londres, Bruno empezó a ver las estrellas todas las noches.
Pronto subieron al avión, Bruno con la tranquilidad que le caracterizaba, Aitana con ese respeto a los aviones desde que tiene uso de razón, que la ponía tan nerviosa. Ahora ya no tenían vuelta a atrás, el camino hacia Barcelona acababa de empezar.

Madrid

Cepeda andaba por el salón de su casa,estaba nervioso, había tomado una decisión, se llevaría a Martina con él y la dejaría asistir a ese campamento, Ana tenía mucho que ver con aquella decisión, al fin y al cabo le había convencido de que no iba a pasar nada.
Martina salía con sus ojos aún adormilados, en su mano Pitufin, su peluche, un pequeño oso que le había acompañado desde que era un bebé.
-buenos días pequeña- la niña no contesto y estiro sus brazos para que su padre la cogiera como cuando era pequeña y necesitaba dormir cinco minutos más. Cepeda dejo que la pequeña apoyara su cabeza en su hombro y se sentó en el sofá, esperando que la niña terminara de despertar para darle la noticia.
-papi, tengo hambre- dijo Martina tras unos minutos en los brazos de su padre. Cepeda sonrió y fue a la cocina, dispuesto a preparar el desayuno favorito de su pequeña, tortitas americanas y chocolate, nunca supo porque le gustaban tanto, él apenas le daba esos caprichos. Martina también tenía una pequeña debilidad con los crepes de jamón dulce y queso, pero eso sí que sabia a la perfección de donde provenía.
-Martina tengo algo que decirte- la niña miraba atenta, con esos ojos que recordaban tanto a ella, la comisura de sus labios manchada de chocolate, su padre no dudó en pasar su pulgar por ellos para limpiarla.- vas a venir a Barcelona conmigo e irás al campamento, pero solo hasta que yo terminé de trabajar- la niña dio un salto de alegría, gritaba y besaba las mejillas de su padre.

Barcelona
Aitana llegaba a Barcelona y ese nudo en el estómago parecía no desaparecer, Bruno apretaba su mano fuerte mientras andaban por el aeropuerto, en busca de aquellas dos siluetas que les resultaban tan familiares. El pequeño corrió a los brazos de sus abuelos, olvidándose por completo de su maleta que acabo cargando Aitana que miraba con una sonrisa la alegría de sus padres y de su hijo despues de tiempo sin verse.
Belén abrazo a su hija, y Aitana sintió que se rompía al volver a sentir a su madre cerca, tenía tantas cosas que contarle. Después vino el abrazo de su padre, acompañado de un beso en su cabeza, que le revolvio todo muchísimo más, demasiados recuerdos, lo mejor era disiparlos de su mente.
La casa de sus padres seguía igual, los muebles blancos,el suelo de parqué y la casa llena de fotos suyas cuando era pequeña, de Bruno también habían varias, entro a su antigua habitación, ahora la ocupaba su hijo, el mismo escritorio, algunas fotos olvidadas en un corcho, la misma cama con diferente sábanas y en su mesita un pequeño marco con una foto con Marta, sonrió al verla, entrar a aquella habitación era volver a su adolescencia,a su juventud. Sentía que se había perdido muchas cosas en Barcelona, sus años de universidad, ellas los perdió dando biberones y cambiando pañales, pero no se sentía mal por ello, su hijo le había regalado lo que no se enseñaba, las sonrisas, las noches viéndole dormir, todos sus cumpleaños y una eternidad de momentos.
Bruno llegaba sentándose al lado de su madre en la cama, la miraba con una sonrisa, esa sonrisa que tantos recuerdos le traía, la genética a veces dejaba rastro por mucho que ella no quisiera.
-¿Qué quieres hacer?
-quiero ir al cine, a donde solías ir con tus amigas y quiero cenar hamburguesa- Aitana sonrió, el cine también le traía recuerdos, ese cine donde tantas películas habían visto.
-el cine te lo acepto, la cena no, ayer ya comimos hamburguesas- el niño puso una cara triste pero terminó por aceptar el trato de su madre.

Madrid

Martina y Cepeda habían hecho sus maletas y este había organizado una pequeña cena con amigos para despedirse, aunque solo iban a ser unas semanas, cocinaba su famosa tortilla de patatas y había preparado varias ensaladas. Martina dibujaba en la mesa de la cocina, era una de sus aficiones favoritas. El timbre les avisaba de que sus amigos iban a empezar a llegar, Martina corrió a abrir la puerta y tras ella Roi la cogía como si de un saco de patatas se tratara y le hacía cosquillas, la pequeña reía a carcajadas y pedía una tregua de paz. Ana y Mimi no tardaron en llegar , juntas algo que no sorprendía. Y con ellas una bandeja llena de dulces, Martina estaba feliz y no solo por el chocolate, sino por todo lo que estaba por venir.
El timbre volvió a sonar, Cepeda miró extrañado a sus amigos, no esperaba a nadie más. Martina corrió a abrir, y al ver la silueta en su puerta se lanzó a sus brazos con una sonrisa
-Miriam- dijo Cepeda sorprendido, demasiado tiempo sin verla
-¿No piensas darme un abrazo?- Cepeda sonrió y atrajo a su amiga hacia su pecho, ella reía y le abrazaba con fuerza, el besaba su cabeza, se habían echado de menos, pero no lo reconocerían.

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Sigo escribiendo en mis dos historias, de momento os dejo un par de capítulos aquí.
Pero os pido paciencia, no tengo internet y subo cuando puedo.
Gracias por las lecturas 💛💙

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