2

961 192 30
                                    

Holaaaaa!

Primero que todo, muchas gracias por el apoyo <3! Me alegra que les haya gustado ^^

Como dije, los capítulos son cortitos, es una historia bastante simple, así que no serán tan complicados.

En fin. Aquí está el siguiente ¡Besos!


2



Samuel levantó los brazos para poder pasar más fácilmente entre la masa de personas que se interponían entre él y la sabandija que le acababa de robar. Cuando al fin atravesó toda la pista subió unos escalones hasta una puerta de emergencia por la que, según él, vio su enmarañada greña castaña desaparecer. Empujó la palanca y salió.

Se encontró en la salida trasera, la que daba a un callejón bastante oscuro, donde apenas llegaba la luz de los faroles. Miró en la única dirección y volvió a correr para salir a la calle principal, pero como antes, no había un alma en toda la cuadra. Se rascó la cabeza, la barba, giró sobre sí mas de una vez sin saber qué hacer, lo había perdido.

Chasqueó la lengua comenzando a resignarse y pensando en volver, pero en cuanto dio un paso escuchó un agudo alarido provenir de algún lugar de la calle. Buscó con la mirada hasta que vio una sombra moverse en un callejón del frente. Tuvo esperanza y cruzó sin siquiera mirar. Pero en cuanto llegó a la boca de la calleja paró en seco al ver la escena.

El tipo que acababa de robarle estaba contra una pared siendo sostenido por dos de los hombres que habían estado buscándolo, mientras el tercero lo golpeaba en el estómago con más fuerza de la necesaria, tanta como para ya tenerlo todo ensangrentado. Para su mala suerte, ellos lo habían encontrado primero. "No es tu problema, mejor vete" se dijo frunciendo el entrecejo y retrocediendo un paso.

– ¡Eso te pasa por robarle al señor Doblas! – bramó el que lo golpeaba, esta vez dándole tan fuerte que los otros hombres no pudieron sostenerlo y lo dejaron caer – ¡Rata asquerosa! – lo pateó en el suelo un par de veces más, ahora con los otros dos uniéndosele y escupiéndole de tanto en tanto.

Samuel se escondió tras la pared. Sabía que tenía que irse, que eso no le incumbía, que ya tenía demasiados problemas para meterse en uno que ni siquiera había causado él, no obstante, su maldito sentido empático no se lo permitía, muy ladrón y todo sería el tío, pero no se merecía un castigo como ese.

¡Ay Samuel! Por qué eres así... Dejó el pensamiento en el aire y respiró profundo, plantó los pies en el suelo y entró al callejón.

– ¿Tres contra uno? Es un poco injusto – dijo caminando hacia ellos, no es que fuera algún tipo de justiciero, estaba tan asustado como cualquiera, pero no podía quedarse de brazos cruzados.

– Largo – dijo uno de ellos sin siquiera mirarlo – No te metas.

– Y no quiero, pero ya le dieron bastante al crío, ya déjenlo ¿No? – intentó negociar.

– ¿Estás defendiendo a esta sucia rata ladrona? – comenzó a caminar el hombre ahora un poco más mosqueado, llegando rápidamente hasta él.

– No – le clavó la mirada, pero sin ser intimidante, de verdad odiaría tener que pelear – Sólo digo que, si el chico se muere por los golpes que le dieron, encontraran tus huellas y las de tus hombres en todo su cuerpo – arqueó una ceja, agradeciendo las noches de insomnio que espantaba con series policiales.

– No se va a morir – gruñó otra vez.

– A juzgar por la sangre, yo creo que ya tiene una hemorragia interna – dijo serio para hacerlo creíble, Caine, Grissom, Abby, Dr. House ¡Ilumínenme! – si siguen así, con suerte vivirá por unos quince minutos más. Pero bueno, sigan con lo suyo.

El tipo se quedó en silencio mientras los otros dos se miraron con los ojos bien abiertos, Samuel esperó y rogó para que le creyeran, y al parecer así fue, pues el matón que tenía en frente hizo una señal con la cabeza a los otros dos y comenzaron a salir del callejón, Samuel seguía tenso, pero en cuanto los vio cruzar la calle y volver a entrar a la discoteca pudo soltar todo el aire que tenía contenido.

Miró al chico en el suelo y se apresuró hasta él, estaba demasiado maltratado, se sorprendió que en tan poco tiempo pudieran hacerle tanto daño. Lo removió un poco y notó que estaba débil, a punto de caer inconsciente. Lo tomó ente sus brazos y golpeo con cuidado su rostro para despertarlo.

– Oye – le habló y vio como a penas podía mantener los ojos abiertos – ¡Despierta! ¿Dónde están mis cosas?

– Gñrlr... – gruñó algo inentendible, Samuel volvió a odiarlo.

– ¿Qué dices? – se exasperó molesto – Esto es inútil... Lo siento, pero tengo que hacerlo – dijo frustrado, acomodándolo para sostenerlo con un solo brazo, así pudo ocupar el otro para revisar en sus bolsillos.

Se odio por tener que hacerlo, pero, al fin y al cabo, él se lo había buscado. Registró en su pantalón con ahínco, buscó en los bolsillos delanteros y traseros con dificultad, pero no había nada. Revisó en la chaqueta ligera que ahora se tintaba de rojo, metió con cuidado la mano en todos y cada uno de ellos, pero fue inútil, el tipo no tenía sus cosas, en realidad no tenía nada de nada.

– Ellos...– escuchó de pronto Samuel y el corazón le dio un vuelco, había olvidado que tenía a un casi muerto en los brazos – ellos...

– ¿Ellos qué?

– Ellos se llevaron... todo – dijo apenas y con dificultad – me quitaron todo...

Samuel apretó los ojos. No lo podía creer, había pasado de estar felizmente bailando con su grupo de amigos y celebrando la próxima boda de su mejor amigo, a ser usado y robado por un ladrón que ahora sostenía mas muerto que vivo a la mitad de un oscuro callejón ¡Uno que ya ni siquiera tenía lo que le había robado! Apretó la mandíbula y los puños, se tentó a soltarlo para que cayera de golpe al suelo, pero recapacitó.

– Bien, bien – exhaló para calmarse – ¿Los conoces? – el chico asintió débilmente – Genial, dime quienes son y dónde los encuentro – pero el muchacho ya había cerrado los ojos – Oye... ¡Hombre! – lo zamarreó, pero éste no respondió, estaba inconsciente – Es que me voy a cagar en tu familia... ¡trecientos mil años! – se resignó al comprobar que no iba a responder.

Meditó un momento, tenía que recuperar los malditos anillos, Fargan se casaba al otro día y casi no tenía tiempo, para colmo el único que podía ayudarle estaba en sus brazos, con un pie en el más allá. No tenía opción, si lo llevaba a un hospital, harían demasiadas preguntas y de seguro no le dejarían golpearle cuando despertara, porque vaya que lo iba a hacer. Así que se decidió a llevárselo a casa.

"Pero Samuel, no tenemos tiempo, llevemos los anillos" – se burló con voz chillona mientras se levantaba a él y al bulto inconsciente – Sólo serán un par de horas, y tú eres muy cuidadoso, que no pasa nada – siguió molesto – Estúpido Fargan... E–estúpida boda... estúpido ladrón hijo de...

Y Samuel caminó con dificultad, gruñendo maldiciones a regañadientes por todo lo que quedó de calle mientras buscaba un taxi, riéndose forzadamente y simulando que se llevaba a su "amigo borracho" a casa cada vez que se topaba con alguien. Menudo lío en el que había metido.


Continuará...


Bribonzuelo - WigettaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ