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Hola! Ya está el nuevo mini cap del fortachón y el ladronzuelo ;D

Nuevamente, gracias por el poyo y sus lindos comentarios ^^, me llenan de vida y me  motivan a crear más cositas para uds.

Pos sin más, aquí el zukulemto cap ;)




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Samuel no estaba pensando con claridad, algo sobre la boda de un amigo, unos anillos perdidos, un ladronzuelo escurridizo venía en borrosos recuerdos, pero los esfumaba casi a conciencia, ese creciente ardor en su cuerpo le decía que morder hambrientamente el cuello de Guillermo era mucho más importante en este momento que cualquier otro problema.

Clavó sus dedos en su cadera para atraerlo a él y escuchó un excitante quejido escapar de los labios de Guillermo que resonó en sus oídos con demasiada lujuria. No solía tener encuentros tan efímeros, pero necesitaba sacarse ese torbellino de emociones que le anudaban la garganta y que ahora creaban un bulto en su pantalón. Además, el mismo Guillermo se lo había ofrecido, tenía que dejar de darle vueltas y tomarlo ya.

– Tranquilo, fortachón – susurró Guillermo con un poco de dificultad muy cerca de su cuello – que sigo herido.

– Pues te lo mereces – gruñó ronco alejándose un poco para mirarlo.

– ¿Entonces este es mi castigo? – sonrío divertido, arqueando una ceja.

Samuel no respondió y se quedó viéndolo por un segundo, quizás debía parar, pero Guillermo se mordió el labio y resolvió que sí pararía, pararía cuando lo tuviera gimiendo una disculpa.

Volvió a atacar su cuello, descubrió que era bastante sensible allí y se le hacía demasiado placentero clavarle los dientes y lamer las mordidas. Buscó el borde de su pantalón, lo desabotonó, notando que al pequeño ladrón también le estaba pasando la cuenta el intenso juego que llevaban, su aprisionada erección lo delataba. Guillermo aprovechó el despiste y movió las manos rápidamente para quitarle la camisa sin siquiera tocar los botones, sacándola por arriba de su cuerpo y lanzándola lejos. Vaya vista que tenía ahora, Samuel era exquisito.

Pero poco le duró el ensueño, pues Samuel se separó de él y lo tomó de un brazo para que lo siguiera hasta la cama o, mejor dicho, lo arrastró hasta ella. Estaba actuando con imprudencia, lo sabía, pero lo estaba disfrutando, y según esa perversa sonrisa en el rostro de Guillermo, él también. Antes de que lo lanzara contra ella Guillermo se detuvo y lo abrazó por la espalda, no como muestra de cariño, si no para desabrochar su cinturón y bajar sus pantalones, mientras mordía la firme piel de su espalda y con su otra mano acariciaba su duro abdomen, sus fuertes brazos, su sensible pecho. Samuel lo dejó, podía sentir su respiración caliente en su nuca y le encantaba.

Su ágil mano logró desnudarlo y cuando Samuel se dio cuenta no quiso quedarse atrás. Así que se giró y sin mucho cuidado terminó de desvestirlo de un tirón, no iba a tratarlo como una doncella delicada, veía la perversión en su mirada y el placer con cada toque. Si hasta parecía disfrutar del dolor que sentía cuando pasaba a tocar sus heridas.

Samuel se sentó al borde de la cama y lo volvió a jalar hasta él, haciendo que por el empujón Guillermo cayera sentado sobre sus piernas, se acomodó sobre él dejando sus duros miembros sobresalir y chocar entre sus vientres. Guillermo se le abrazó al cuello para no caer y tomó la iniciativa, con su mano libre envolvió ambos falos con un poco de dificultad y los apretó con fuerza, sacando un grave gemido de la garganta de Samuel y una pícara sonrisa de satisfacción de él.

Bribonzuelo - WigettaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora