La decisión de un ángel - Denny.

CAPÍTULO 7 "En búsqueda de Castiel"

El familiar sonido chirriante les dio la bienvenida a los hermanos Winchester, Sam y Dean bajaban las escaleras del búnker hacia la sala de guerra para tirar ahí los bolsos llenos de agua bendita, estacas, escopetas y demás armas.

—Te digo Sam, algo extraño pasó en St Cloud. No pueden desaparecer de la nada un par de vampiros— expresó molesto el rubio.

—Lo sé Dean, para mí también es extraño. Bueno, al menos Gabriel está investigando con sus extraños contactos.

—Sí.

Ambos se sentaron a descansar un momento. Dean sabía lo que venía ahora pues los planetas se habían alineado; Benny fue a un banco de sangre en la ciudad cercana, mientras que Gabriel dijo que buscaría entre sus contactos información del caso que quedó inconcluso, así que ahora estaban ambos hermanos solos, perfecto para hablar sobre la charla pendiente.

Sam estaba con su celular, hablando por whatsapp con el arcángel, así que no se dio cuenta cuando Dean fue hacia la cocina donde tomó unas seis cervezas y regreso colocándolas todas en la mesa.

—Bien ¿Terminaste de hablar con tu novio?— preguntó el mayor, pasándole una botella.

—Sí— respondió tomando la cerveza sin notar la palabra "novio".

—Okey.

—¡Espera! Gabriel y yo no somos—

—Está bien Sammy.

El silencio se instaló entre ellos, Sam pensando en el caso y Dean buscando las palabras correctas.

—Esa noche, encontré a la pista de un ángel— el rubio empezó a hablar atrapando la atención de su hermano menor—. No podía esperar, así que tomé lo necesario y me fui en el Impala, supongo que mínimo debí avisarte para que en la mañana no te llevaras la sorpresa de que estabas solo.

—De hecho te vi cuando te ibas.

—Si...lo siento Sammy— el castaño negó, entendía al rubio por ello dejo que se marchara aunque le hubiese gustado ayudarlo—. Al final, ese ángel también desapareció como Castiel. Decidí de inmediato volver a buscar como hice con el anterior, pero nada. Parecían que todos los ángeles se habían marchado del mundo.

_*_

Dos semanas pasaron y no había rastro de Castiel por ningún lugar de la tierra. Estaba cansado de tanto viajar sin descanso, así que, paro en un motel a las afueras de Michigan.

La cama con sábanas coloridas fue lo primero que vio y si dirigió directo a esta para acostarse. Durmió doce horas seguidas, para cuando despertó sus energías estaban casi renovadas, casi, ya que su estómago rugía por una tarta.

Mientras comía la tarta con café en la cafetería que estaba enfrente del motel, pensaba que podía hacer ahora, no le quedaba más opción que secuestrar un ángel para interrogarlo. Pero los ángeles apenas llegaban a la tierra, la mayoría regresó al cielo y dudaba mucho tener tan buena suerte para cazar uno.

Una parca fue su segunda opción y así fue como tres semanas después tenía una secuestrada.

—¿Porqué se llevaron a Castiel?— interrogó a la mujer atada a una silla.

—No lo sé—le respondió ella, mirándolo con odio.

Estaba cansado, ya llevaba un día interrogando a el ángel de la muerte, que no daba su brazo a torcer.

—Bien—dijo resignado tomando la espada mata ángeles. El miedo se reflejó en el rostro fino de la parca.

— No sé dónde está Castiel, pero si me dejas libre puedo tráete a alguien de la muerte—aquel ofrecimiento no se lo esperaba. Traer a alguien de regreso era una oferta demasiado buena para ser verdad.