XXXIX. Sacerdotes de Asshai

684 68 54
                                    

Tierra De Los Ríos
Pantano de la Bruja

Jeyne Reyne sintió el sonido de las brasas asándose en la pequeña sala que servía como su salón principal. Era demasiado tarde para que su tía Ellyn estuviera despierta, y la noche estaba particularmente caliente como para que los sirvientes hubieran prendido los calentadores por su cuenta.
Supo que era algo de la bruja, la mujer roja que sirvió a su hija. Hacia esos rituales una vez al mes desde que llego al Pantano de Brujas.

Se acercó despacio para poder observarla con cuidado, Zepra estaba parada junto a una delgada estructura metálica que albergaba una pequeña pira en llamas. La sacerdotisa contemplaba las flamas y las despertaba más y más con pequeños frascos llenos de líquidos de colores extraños.

-Debería venir más cerca si quiere ver lo que hago -le dijo Zepra sin mirarla.

-Perdone... No era mi intención molestarla -se excusó Jeyne.

-No me molesta, mi lady -sonrió- Venga. Déjeme mostrarle algo.

Jeyne avanzó hasta estar a su lado, y contempló los frascos de líquido vacíos en el borde de la estructura.

-¿Para qué usa todo eso? -preguntó.

-Son ungüentos... Olores... Colores, todo lo que el Señor quiera, yo debo dárselo.

-¿Está hablando con usted en este momento?

-No. Ya no, pero lo hacía. Me dijo que debo dejar este lugar mañana mismo.

-¿Va a buscar a Ellys?

-Sí. Lady Ellys me necesita, y es hora de volver a su servicio.

Lady Reyne clavó la vista en las brasas humeantes, para ella era simple fuego y nada más, no veía vestigio alguno de aquél Señor de la Luz tan alabado por la mujer roja.

-Venga aquí, lady Reyne -dijo Zepra, señalando una silla tapizada que estaba a mitad del salón.

-Yo... Yo debo volver a dormir, mañana será un día muy largo.

-El día ya ha comenzado, dormir ahora o dentro de un rato no cambiará nada. Debe sentarse aquí, conmigo.

Jeyne sintió como el calor iba dejando la habitación, de pronto las paredes a su alrededor parecían estar tan frías como laminas de hielo.
Conforme se aproximaba al lugar que Zepra le había indicado, la temperatura empezaba a abrigarla otra vez.
Como si esa calidez estuviera emanando de la propia bruja.

-¿Sabe en qué se basa mi religión? -preguntó la extranjera, Jeyne negó la cabeza- En profecías... Si recuerda el día que llegué, se dará cuenta que a su tía las profecías le parecen absurdas, a no ser que sean a su favor.

-A mi tía solo le gustan las cosas que son a su favor, ¿todo el mundo quiere eso, no? Historias que nos llenen de vanagloria -profecías que lleven a su casa a la victoria.

-Todo el mundo, sí. Menos los sacerdotes de Asshai, nosotros pasamos siglos esperando que nuestra más grande profecía se cumpla.

-¿La de Azor Ahai renacido? Mi tía también piensa que ese es sólo un cuento para niños -susurró.

-¿Y usted que piensa?

-He visto demasiadas cosas... -respondió, recordando los ritos horribles que la maegi cantaba cuando hacía el sacrificio que Ellyn Tarbeck le ofreció. La piel aún se le estremecía al escuchar los gritos de la bebé mientras se desangraba.

-¿Ha oído sobre Azor Ahai? -la interrumpió Zepra.

-Sí -asintió- Mi tía me contó esa historia cuando era una niña.

Los Últimos Reyne | Fanfic GOTWhere stories live. Discover now