Capítulo 31: "Felicidad: parte 1"

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Noviembre 25.

El invierno había llegado, la nieve cubría las calles cada vez más y el frío aumentaba conforme el tiempo pasaba. Las noches eran más largas y las mañanas más pesadas. Las tardes más oscuras y en las noches lo único que anhelabas más era mirar el brillo de las estrellas en el cielo.

No hay nada en este mundo de lo que me pueda quejar, mi vida es simplemente perfecta, aunque algunos días sean más difíciles que otros, no hay nada mejor que estar acompañado de la persona que más amas, aquella persona que a pesar de todo te hace sonreír y llena ese vacío que de vez en cuando aparece en tu corazón. Esa persona que hace que cualquier problema parezca una simple piedra en el camino, esa persona que hace que cualquier invierno sea cálido, esa persona que te complementa.

Faltaba una semana para que el gran día llegará, era impresionante pensar que nunca tuve una mínima idea de lo que era el matrimonio, mis padres no llegaron a mostrarme como podía ser mi vida algún día, tampoco pudieron a decirme lo que debía hacer si me enamoraba, pero sin duda, en este punto de mi vida estoy completamente seguro de que el matrimonio no es más que un simple papel en el que escribes tu nombre, aprendí que la idea del matrimonio es aquella sensación que tienes desde lo más profundo de tu pecho, aquella sensación que te quita el aliento y siempre trata de hacerte feliz, es aquella descripción de belleza que siempre habías buscado, y no fue hasta ahora que la encontraste. Sé que mi vida nunca ha sido la mejor, así como sé que la peor de la situaciones me hizo conocer a la persona más importante de mi vida, y, de cierto modo, es irónico. Sé que no he sido la mejor persona en este pequeño mundo, sé que pude haber hecho algunas cosas que nunca me atreví a hacer, así como sé que pude no haber hecho algunas de las cosas que hice. Pero al final de cuentas, nada de eso importa, ya pasó y no lo puedo cambiar, lo único que puedo hacer es seguir adelante y tratar de mejorar cada día, y, siendo sincero, va a ser algo fácil mientras él esté a mi lado, siempre mirando por mí, siempre sacrificándolo todo por mí, siempre estando ahí cuando lo llamo. Y tal vez te estés preguntando porque te digo esto, y la respuesta es muy simple. Las cosas nunca pasan como queremos que pasen, y algunas veces todo ese concepto de felicidad que habías creado, era solo una ilusión o solo un buen sueño. Pero era solo eso..., un sueño.

Noviembre 29. Lawrence, Kansas.
09:31 AM.

Castiel dormía. Yo me encontraba a espaldas suyas, solo recostado sobre la cama mirándolo con una sonrisa en mi rostro, sintiendo una pequeña brisa helada acariciar mi rostro. Mi torso se encontraba desnudo y mi cabeza reposaba sobre mi puño, Castiel se dio la vuelta y abrió sus ojos lentamente, su rostro era simplemente adorable, me sonrío algo adormilado aún y yo solo aumenté mi sonrisa. Él pasó su brazo por mi abdomen mientras se acercaba más a mí para acurrucarse a mi lado como un bebe de ojos azules; pasé mi brazo por su espalda y la acaricie suavemente mientras me acomodaba mejor sobre la cama, quedando ahora bocarriba, con mi brazo libre acaricie su cabello lentamente mientras enredaba pequeños mechones entre mis dedos, mantuve mi mirada en el techo, no estaba mirando nada realmente, tampoco estaba pensando en nada, solo me dispuse a disfrutar de aquel momento, aquel pequeño momento que simplemente era infinito. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero Cas se había quedado dormido nuevamente, cuando finalmente despertó, una sonrisa apareció en su rostro, esa era la cosa más hermosa del mundo.

─ ¿Alguna vez te he dicho lo mucho que te amo, mi hermoso ángel? ─ le pregunté mientras le sonreía.

─Creo que me has hecho esa pregunta más veces de las que siquiera podría recordar, Dean─ me respondió mientras acariciaba mi pecho con su mano. ─Aunque nunca me cansaré de escucharla─

─Eres el ángel más lindo─ dije, y pude ver como sus mejillas se sonrojaron ligeramente. ─Cassie, te amo como nunca jamás he amado a alguien, y te amaré siempre y para siempre, no importa que pasé ni por qué pase, siempre debes de saber en lo más profundo de tu corazón, que mi amor por ti es lo que me mantiene con vida─ le dije, luego él se levantó un poco hasta llegar a la altura de mi rostro, me miró fijamente a los ojos y sonrió. Su respiración se entrelazó con la mía y podría jurar que mi alma se entrelazó con la fuerza de su gracia. Lentamente me besó, fue uno de esos besos que no necesitan ser perfectos, uno de esos besos que ni siquiera tienen sentido, pero significan todo. Se separó de mí y me miro nuevamente a los ojos.

Libres para ser Tu y YoOnde histórias criam vida. Descubra agora