EPILOGO

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| CAPÍTULO ÚLTIMO |
1 de septiembre:

Emoción era poco comparado con lo que sentía. ¡No cabía en alegría! Había sido nombrado prefecto por sus notas sobresalientes. ¡Y justo hoy comenzaba el curso!

Aedus arregló la mejor de sus túnicas para estar presentable. Había empacado todo con antelación y su descanso fue más que satisfactorio. Era un chico responsable, carismático y sobraba decir que era bastante guapo.

Sus padres le acompañaron a la estación, su pequeña hermana quien solía tener una personalidad muchísimo más seria que la suya miraba a todos lados sin comprender qué tenía de fascinante ir a Hogwarts...sus padres ya le habían enseñado muchísimo.

­­—No deberías ser tan arrogante... Algún día tendrás que venir al colegio, quieras o no. —Le advirtió con dulzura.

—Eres muy noble Aedus, no entiendo cómo puedes estar en Slytherin. —Respondió la niña haciendo un puchero. 

Su padre le reprendió sujetando con firmeza su pequeña mano.

Severus Snape no necesitaba decir una sola palabra para que ellos supieran que estaban en problemas.

Hermione había concluido sus estudios profesionales en América y vivieron en ese continente hasta un año antes que su hijo mayor comenzara sus estudios mágicos. Acordaron que lo idóneo para él sería conocer de dónde venía, sus raíces... hasta entonces, había crecido como un chico americano con un ligero acento mezclado con el de sus padres.

Sirius cumplió lo prometido. Se había ido a los Estados Unidos... no con Hermione porque ella vivía con su ahora esposo, pero sí fue presencia constante en la vida de ambos por aquellos años; ya no como rival de Snape, ahora como amigo de ambos. Y es que Severus juraba que, si le hubiesen dicho que en algún punto de su vida sería amigo del perro sarnoso, hubiese asesinado al que se atreviese a profesar tal calamidad.

Finalmente, Sirius regresó a Londres, pues Harry había comenzado a procrear su descendencia. Él no podía estar más que orgulloso, el hijo mayor de Harry llevaba su nombre y ahora si estaría presente para ayudar en su crianza, como le hubiese gustado ayudar con el hijo de sus mejores amigos... Si Lily y James vivieran, estarían felices de contemplar al hombre en el que se había convertido el afamado "Niño que vivió."

Los compañeros de generación de Aedus conocían al hijo mayor de Harry pese a ser mucho menor, y no sólo por cargar con el apellido Potter... más bien, era un torbellino en su casa rival, destacaba mucho entre todos, no obstante, James Sirius evitaba hablar mucho con el hijo de Hermione dentro de Hogwarts. En cuanto a su segundo hijo... este sería su primer año. 

—¡Aedus, estoy tan orgullosa de ti! ¡Eres el mejor del colegio! Sin duda lograrás ser el premio anual...—Hermione elogiaba a su hijo tanto como podía.

Indudablemente, Hermione no se había equivocado. Cuando describió las características que buscaba para su donante, se imaginaba a su futuro hijo justo como Aedus, él tenía todo el potencial que siempre soñó y lo habían criado para ser un gran hechicero. Severus resultó ser un padre increíble, era un hombre justo y correcto, sabía reprender a sus hijos cuando era debido y darles el amor que a él le fue negado en su infancia. No obstante, les inculcó que en la vida se deben poseer ambiciones y debían ser buenos estrategas para cumplir con sus objetivos. En contraste, Hermione les demostraba que, ante todo, se debía poseer un corazón valiente.

Parecía que el destino le había obsequiado a la pequeña castaña todo aquello que siempre soñó. Innumerables fueron las ocasiones en las que fantaseó con declararle sus sentimientos al profesor Snape e innumerables fueron las ocasiones en las que lloró asegurándose que eso jamás sería posible y en caso de ocurrir, el rechazo sería inminente. No valía la pena arriesgarse tanto... y el amor que le guardó por años, ahora podía demostrárselo abiertamente; estaban juntos y ahora tenían una bella hija más... una hija producto del amor que se tenían y no de una gloriosa casualidad.

Decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora