Capítulo 11

8.5K 829 23
  • Dedicado a La Gordita Biebs
                                    

― Espera, déjame ver si entendí —Miguel hizo un gesto con las manos—. Alejandro y tú son amigos desde hace mucho, salen, se besan pero no es tu enamorado.

― Sí lo es... a medias. Hay un par de pendientes entre los dos y eso lo hace semi-oficial.

― Es un vacile.

― No, es un poco más formal que un vacile.

― ¿Qué clase de acertijo es este, Luna?

― Él me ama, pero yo aún no le he dicho lo mismo, así que piensa que estoy confundida respecto a lo que siento por él.

― Pero es fácil. Yo solo tuve que robarle un beso a una chica de mi curso para hacerla mi novia. Ni le pregunté.

― ¡¿Ya tienes novia?!

― Pues sí —alzó los hombros.

― Oh por Dios, dime que no te has acostado con ella.

― ¡Oye!

― ¿Sabes cuántas chicas hay embarazadas? Por favor, no lo hagas, no quieres ser papá antes de los quince, ¿o sí?

― ¿No estábamos hablando de ti?

― Promételo, Miguel.

― No prometeré nada —bufó—. Ni siquiera hablo de esto con mis padres y tú estás aquí diciéndome estas cosas.

― Bien, ¿quieres la verdad? El sexo es increíble, sí, pero se disfruta más cuando eres grande y conoces mejor el tema. No se trata solo de penetrar a una chica.

― Oh Dios, mátame ahora —cubrió su rostro.

― Es muy serio lo que te digo.

― Hay amigos que lo han hecho y no ha pasado nada.

― Miguel —lo tomó por los hombros—, siempre pasa algo. ¿Sabes siquiera lo que es un himen?

― Es un... ¡Ya no quiero hablar del tema!

― Solo piensa en lo que he dicho, por favor.

― Como sea.

― Es por tu bien. Ahora, ¿qué tema nos toca tratar hoy?

― Espero que no sea sexo.

― No, pero cualquier día podría serlo y te explicaría muchas cosas.

Intercambiaron miradas prologadas. Una confidencia que crecía.

― ¿Y prometes no decirle a papá?

― Sería nuestro secreto.

― Okay, de acuerdo.

― Pero hoy no, hoy es historia.

― Por cierto, le hablé a papá sobre el lunar, porque él tiene uno igual. ¿No crees que es raro?

― ¿Tú papá también?

― Sí, es más, se quedó muy callado después de comentárselo.

― Pues... no sé qué pensar...

― Le preguntaré de nuevo cuando lo vea, a mí me parece muy extraño. ¿Te imaginas que fuésemos parientes lejanos o algo así?

― No lo creo, Miguel —sonrió incrédula.

― Pero es una marca de nacimiento.

― ¿Sabes qué? Mejor hay que cambiar el tema, revisemos la clase que nos toca hoy.

Y es que a Luna Valentina le perturbaba aquella coincidencia más de lo que demostraba. Solo ella, en toda su familia, tenía el lunar, de repente dos personas más, que apenas conocía, tenían el mismo.

Novia a sueldoOnde histórias criam vida. Descubra agora