Capitulo 14

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  • Didedikasikan kepada Zuyu Medina
                                    

De regreso a Guayaquil, Luna Valentina ya tenía apartamento amoblado, carro, celular y computadora nueva. Ese mismo día pasó por la pastelería a presentar su renuncia y al entrar a su apartamento antiguo para empezar con la mudanza, encontró una carta en el piso.

«Luna, he intentado llamarte y escribirte por internet, y como no tengo otra forma de ubicarte te dejo esta carta con la esperanza de que regreses pronto y la leas. Una tal Priscila fue a la pastelería para dejarte un mensaje, Alejandro sufrió un accidente. La dirección está al final de esta carta. No está muy bien y sus padres preguntan mucho por ti.

Espero que tu amigo se recupere.

Ricardo».

Valentina sintió como si le robaran el aire de repente. No se cambió de ropa, no dejó ubicadas sus maletas correctamente sino que quedaron desparramadas en el piso. Tampoco comió y tenía hambre por saltarse el almuerzo, ya el reloj marcaba las tres de la tarde.

No. Nada era más importante que Alejandro.

Corrió a la clínica en un taxi, al que casi hace chocar por los gritos que le daba al chofer.

«Amor, no, si algo te pasa... si algo te pasa...», pensaba con temor.

Entró despavorida, preguntando por su amigo. La mandaron al segundo piso y en un santiamén estuvo allí.

― ¡Luna! —escuchó la voz femenina a su izquierda.

― Lorena, ¿qué pasó? —en pocos y apresurados pasos se acercó a ella.

― Alejandro acaba de salir de cuidados intensivos. ¿Dónde estabas, niña?

― Fuera de la ciudad, recién me entero, ¿pero qué ocurrió?, cuéntame.

― Me dijeron que estaba ebrio cuando cruzó la calle, de repente un auto lo atropelló... —lloró—, eso fue ayer como a las siete de la noche. Intenté llamarte.

― Mi teléfono estaba apagado. ¿Qué dice el doctor?

― Que está fuera de peligro, solo hay que esperar que despierte, pero nada es seguro, porque sufrió heridas en la cabeza. Alberto está en la administración, cubriendo los gastos de los próximos días. No he dormido, Luna... Estoy tan preocupada. Él, bebiendo tanto... ¿Por qué? No lo entiendo.

― Lorena, vaya a casa, descanse, yo me quedaré.

― No, no...

― Hola, Luna —Alberto llegó para saludarla con un beso en la mejilla.

― Señor Guerrero, le decía a su mujer que era mejor que se fuera a descansar, yo puedo quedarme y si algo ocurre los llamaré enseguida.

― Lorena, Luna tiene razón. Volveremos después.

― Pero nos llamas, muchacha.

― Sí, sí, por supuesto.

― Bien, nos vamos.

Luna se quedó en la salita correspondiente a la habitación de Alejandro, la que estaba en el pasillo. Tomo asiento y lloró. Pura angustia, miedo, arrepentimiento, porque ya se imaginaba —y no quería hacerlo— que él se embriagó por su desamor.

«No debí irme, por Dios, no debí dejar el celular, debí escucharlo por lo menos. Dios, por favor, por favor, que no le pase nada malo, te lo ruego, cuídalo, es la mitad de mi vida, por favor, por favor...

Padre Nuestro que estás en el cielo...»

Se quedó en silencio, con los ojos cerrados, susurrando a ratos, con las manos pegadas bajo el mentón.

Novia a sueldoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang