Juegos

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La ludopatía de mi padre siempre ha llevado a más. Mi madre murió cuando yo tenía nueve años, nos dejó por culpa de un problema de salud serio, y por aquel entonces yo no comprendía que debía aprovechar el tiempo con ella porque ya no  habría más. 

Como cualquier niña no supe lo que tenía hasta que la  perdí, que ella se fuera destruyó todo, y mi madre, que en su juventud había trabajado como actriz y más tarde había renunciado a su sueño y se había convertido en profesora de historia del instituto al que fui más tarde, pero ella ya no estaba allí. 

Miranda Valles sigue siendo la persona más increíble que el mundo ha tenido el placer de conocer, pero también que nos abandonase tan pronto hizo que todo se trastocara y nuestra familia se rompió de forma inevitable. Voy haciendo un pequeño resumen de la historia. La primera en alejarse fue la hermana de mi madre, María Valles, bueno, medio hermana porque mi familia siempre ha sido complicada. 

Mi tía no hacía buenas migas con mi padre por decirlo de una forma suave y sin mediar la que fue la persona más importante de mi vida las cosas no hicieron más que empeorar, hasta que ella, también actriz dejó de tener contacto con nosotros. 

No soy hija única, aunque por ahora no he dado a entender otra cosa, mi hermano pequeño se llama Martín, ahora mismo él tiene once años y yo dieciocho, y es una auténtica ricura. Martín es el típico niño de escuela que te enamora por su grandes gafas sin las que sería un completo cegato y con el flequillo castaño hacia la derecha, los dientes de arriba un poco separados y unos ojos enormes, todavía parecen más grandes  tras esos cristales de culo de vaso, en un precioso tono azul grisáceo que todos envidian. 

Es un niño dulce más preocupado por batir records en su Play 4 que en otra cosa, ya ha enamorado a un par de chicas, pero con su mejor amigo del colegio ya está más que feliz. Martín sueña con ser jugador profesional o astronauta, por lo que quieras o no siempre será mi ojito derecho. No tengo más hermanos, mis padres querían más hijos pero mi madre tuvo dos abortos espontáneos antes de que llegara Martín, y cuando llegó él incluso tuvo que tener mucho reposo y apenas moverse durante los nueve meses de embarazo. 

Todo era complicado y al mismo tiempo maravilloso. Mi padre es el primer protagonista de mi vida. Ahora estoy hablando con él a través de un cristal con tres pequeños agujeros, con un teléfono negro en la oreja derecha y  él vistiendo un mono naranja:

-¿Cómo va todo en casa?

-La abuela es un hueso duro de roer-le cuento-. Martín me pide que le prepare yo las comidas por la mañana sin que ella sepa nada y se escabulle antes de que lo despierte. El otro día llego al colegio a una hora antes que todos los demás. 

A diferencia de las familias que se reúnen aquí nosotros sí sabemos sacar temas de conversación. Siempre suele haber tensión entre padres e hijos, indistintamente de cuál sea el preso, más en una habitación en la que estáis separados por un cristal y no podéis ni daros un abrazo. Las visitas aquí son difíciles por no usar otro término. 

Yo le cuento a mi padre todas las historias y anécdotas que surgen en nuestra pequeña casa en Formia, Italia, una ciudad preciosa cerca del mar llena de vida. Con mi padre hablo en castellano, porque en realidad todos somos españoles, yo nací en España al igual que mis padres y Martín, pero también dominamos el italiano como corresponde. 

Mi vida siempre ha sido interesante. Mi padre era el cantante de un grupo de pop en los noventa que intentaba imitar a los back Street boys, no os lo creeréis pero sacaron dos discos con bastante éxito hasta que mi abuela le cortó las alas a mi padre en todos los sentidos. Por eso mi padre es una especie de artista frustrado, porque tenía voz y talento, y con el dinero que ganó en su juventud toda la familia recorrió el mundo, aprendí a montar en bicicleta en las calles de Brighton, en Inglaterra y a nadar en Ibiza. Martín se compró sus primeras gafas en Boston y por un periodo de tiempo muy corto estuvimos en Agra, en la India. 

Lady AbrilWhere stories live. Discover now