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Despierto en casa de mi abuela, y no de forma normal.  Zia está aquí, bueno no es Zia. Los lametones que prácticamente me lavan la cara no son los de un cachorro de un mes. Quizá es un mal sueño después de un poco de resaca de principios de año. Miro bien, el perro no es un dálmata, ni siquiera es una hembra. 

Mi padre entra en el dormitorio. Ahora sí que es un sueño:

-Buenos días, principessa, es hora de sacar a Roni a dar un buen paseo

Miro a mi derecha, el animal que está saltando cerca de mi cama es un pastor belga con mucho pelo y con una energía impensable. Acaricio su cabeza, él vuelve a lamerme, ¿es posible que esto sea verdad?

Salgo de mi cama. Todo es raro, pero hago lo que siempre he querido hacer, aunque sea un juego. Doy un gran abrazo a mi padre. Él me envuelve en sus brazos, tal y como lo recordaba, aunque su olor es distinto al que solía asociar con él sigue teniendo su cabello oscuro un poco más largo de lo habitual, aunque no llega por debajo de las orejas siquiera. 

Tiene los ojos azules y la piel aceitunada, es realmente atractivo para ser un hombre de su edad, solo por el hecho de tener pelo ya gana muchos puntos. Es tan guapo y tan él... no me despego hasta que él me separa con suavidad y me dice que tengo que pasear a Roni de nuevo:

-¿Cómo es que estás aquí?

-¿Cuándo me he ido? Llevo ya cuatro días seguidos en casa de la abuela, siento no haberte podido llevar a este viaje. 

-¿Viaje?

-Hemos traído recuerdos de Tailandia

Me río, la ilusión, el alivio me golpean de tal forma que una sonrisa tonta está presente en mi rostro, parece que es perenne mientras vea a mi padre aquí de pie, incluso más pulcro y refinado de lo que recordaba. 

Él siempre ha ido con camisetas de antiguos grupos de rock que amaba por la casa, incluso mientras no tuviera que ir a Nápoles a trabajar seguía con ellas, mucho más despeinado y con otro aire, me imagino que el tiempo hace que te cambie un poco el estilo de vestir:

-Papá... ¿y mamá?

Si es un sueño ella no puede fallar, estoy segura de que si mi mente está jugando conmigo y me mantiene en esta ensoñación no se le olvidará traerla a ella.

-Está pintando en el jardín

-Jardín-repito incrédula

-Jardín

Eso explica porque tenemos un perro tan grande como Roni, algo que no pasaría si estuviésemos todos en el apartamento de mi abuela. Yo la veo a ella, incluso parece haber cambiado desde ayer en el momento en el que Martín y yo nos despedimos para ir al club Lyon.

La abuela parece menos amargada, más sonriente, con una blusa negra muy arreglada y una falda verde militar y unas sandalias beige. Me sorprende mucho que lleve esta vestimenta durante estos días del año, mi sueño debe haberme situado al principio del curso, más o menos por septiembre, porque esas fechas coinciden perfectamente con estas condiciones climáticas. 

Salgo y por las escalerillas que dan al jardín desconocido a toda prisa, con Roni pisándome los talones. El maravilloso can no es Zia, aunque apenas pasara tiempo con esa cachorrita de dálmata ya me había encariñado, pero al fin y al cabo esto no es real, y por ser tan perfecto no voy a ponerle pegas a la vida. 

La veo de espaldas, veo un caballete con un lienzo a medio pintar y ella está sentada sobre un taburete con los ojos fijos en la obra inacabada. Mezcla los colores y va cambiando de pincel para dar mejor los detalles al cuadro, parece ser el mismo jardín y creo que estamos nosotros en él. 

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⏰ Last updated: Sep 27, 2019 ⏰

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Lady AbrilWhere stories live. Discover now