[12] Temblor

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Me golpeé los cachetes una última vez, antes de también golpearme mentalmente. ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Por qué no podía sentirme segura ni en un vestido de fiesta? El vestido era precioso y no pude evitar comprarlo en un santiamén. Como si con algo de suerte hubiera elegido bien sin siquiera probármelo.

Que va, no me podía arrepentir ahora. No tenía planeado devolverme a la tienda a las diez de la noche y resignarme a salir con cualquier otro vestido. Y menos aún cabía la posibilidad de ir con pijama (aunque si me lo hubiera planteado más de una vez).

¿Qué se supone que haría ahora con mi vida? Mi autoestima ya estaba por los suelos, y cada vez que miraba, esta bajaba más. No era que el vestido era demasiado escotado u apretado, para nada. De hecho era ajustado, pero elástico, y el color turquesa. Mis hombros eran descubiertos por un escote en forma de corazón, y cubiertos por tela de encaje que también bajaba por las mangas a tres cuartos. Era sencillamente hermoso. Eso sí, los tacones que llevaba sí que eran gigantes. Jenna estaba en el metro setenta, a su lado yo parecería la amiga gorda, pequeña y fea; así que simplemente me decidí por ser gorda y fea, ¡pero no pequeña! Estos tacones me daban algo así como quince centímetros más, y cada vez que daba un paso sentía que mis dedos acariciaban el piso y que mi oído medio se perdía fugazmente, y por ende, me desequilibraba.

Me contemplé en el espejo una vez más y divagué. ¿Estaría bien mi cabello suelto? Digo, siempre lo tenía suelto, pero esta vez había optado por hacerme unas mínimas ondas en las puntas, otorgándole algo de movimiento. Me hubiera terminado de gustar si no se tratara de mi cobrizo cabello. Mi pelo era tan rebelde que, probablemente, apenas llegar al bar, las ondas desaparecerían. Aún así no me convencía. ¡Nada lo hacía! Por primera vez en la vida, mi cabello cobrizo no me gustaba. Y a eso le agrego que el tono de mi sombra no combinaba para nada con el de mis ojos.

¿Qué sucedía conmigo? De pronto nada me gustaba y yo ya me estaba haciendo bolita en el suelo, tragándome el llanto y cubierta por una manta de lana.

El timbre sonó y yo lo ignoré, mientras me abrazaba a mis piernas en posición fetal. Acto seguido, sentí que una persona se adentraba en el apartamento, y hubiera pensado que fue Yoongi (de no ser porque Yoongi ya se había marchado hace dos horas con un aviso de no volver hasta la madrugada).

— ¡Toc toc! ¿Hola, hay alguien? Sea quien sea no pienses mal, la puerta estaba abierta—sentí lo que sería la voz de Jenna acercándose a mi persona, antes de verme en mitad del piso.

—Hola...

— ¿Qué haces en el piso?—su rostro se descompuso.

— ¿Conoces los ángulos de elevación? Yo estoy sufriendo de eso, pero de lo contrario—respondí antes de sorber por la nariz.

— ¿Depresión?—adivinó y yo asentí— ¡Pfff! Si sigues así de tonta vas a morir en el piso, y sola.

—Mi madre siempre me dice que nací sola y moriré sola...—respondí seguido de un "snif snif".

—Estás siendo melodramática, y eso que la que sale en televisión soy yo. ¿Quieres contarme que pasó?—se sentó a mi lado, dejando reposar su espalda en la pared y colocando su bolso entre sus muslos, en posición de indio.

Me enderecé—Me veo del asco.

Su mirada se descompuso y me contempló como si acabara de decir que maté a alguien.

—Estás bromeando ¿verdad?

— ¡No! Es que, no lo sé, no soy mucho de salir pues no tengo muchos amigos en casa, ¡y menos aquí en Seúl! Las únicas veces en las que me arreglo, mi madre suele encargarse de todo, pues generalmente son presentaciones en un teatro. Pero no sé, se me hace raro depender de mi gusto...

Far from Sugar➳Suga; BTSWhere stories live. Discover now