Sentimientos Ocultos

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El sonido de la puerta principal abrirse fue lo que hizo despertar al San Bernardo, quien se levanta y de me era perezosa camina hacia su dueño, moviendo la cola de un lado a otro.

Hank, el dueño del San Bernardo, al cerrar la puerta, su expresión de alegría cambia a una de tristeza, más bien de decepción, no hacia quien lo acompaño a casa, sino de él mismo.

Paso sus manos por su cara y luego mira a su mascota quien esta frente de él con la cola moviéndose y con una expresión de alegría al ver a su compañero.

—Oh, Sumo...— dice Hank a su perro mientras se agacha para acariciar su cabeza —¿Cuando podre decírselo?— Hank se queda acariciando a Sumo, hasta que le hizo volver esa sonrisa que tenía antes.

Hank se levanta y camina hacia la cocina junto con Sumo, de camino se saca el abrigo y lo deja en el sofá, cuando llega a dicho lugar, Hank vuelve a llenar el plato de comida de perro y renueva el agua del otro plato. Cuando termina camina hacia el refrigerador y lo abre, lo primero que ve son las botellas de cerveza, estira la mano para sacarlas y la voz del androide resono en su cabeza.

—Si quiere beber, que sea una botella al día. Por favor—

Sonríe tontamente y saca una botella, luego ve el pote de comida con el post it que tiene escrito: “Para usted, espero que lo disfrute”, Hank no quita esa sonrisa y saca el pote con comida que sabía que lo había hecho el androide.

Cierra el refrigerador, deja la botella sobre la mesa y el pote en el microondas, no sin antes sacar ese post it. Mientras espera que su comida se caliente, se dirige al baño con el post it en la mano y luego lo deja al lado del espejo, junto con los otros.

Hank contempla cada post it con esa letra perfecta hecha especialmente para él.

“Espero que hoy tenga un gran día” ese se lo escribió cuando se enfermo y el androide había aparecido para acompañarlo y ayudarlo.

“Para usted, para que siga luciendo bien” ese fue cuando por accidente a su abrigo favorito le cae sangre, Hank lo iba a botar ya que se no había dado cuenta y se había secado las manchas, pero el androide lo tomó sin avisar y un día llegó con él como nuevo.

“Espero que su vida florezca como esta planta” ese post it venía en el macetero que tiene en su escritorio, donde el androide lo estaba cuidando la planta que estaba un poco descuidada.

“No olvide que hoy será un gran dia” ese fue el primero, se lo entregó junto con el café de la mañana, ese día Hank estaba enojado ya que los vecinos no lo dejaron dormir bien la noche por la fiesta que tenían, aunque los policías acabaron la fiesta Hank no pudo reconciliar el sueño y al otro día estaba de mal humor, y gracias a ese café y unas pastillas para el dolor de cabeza, le alegraron el día.

Sus recuerdos son interrumpidos por el sonido del microondas ya listo. Sale del baño y va a comer.

Hank come con alegría el arroz con carne mongoliana que había hecho el androide en una clase de cocina que había tomado en su día libre. Lo había repartido a todos en el departamento de policía, en especial al molestos de Reed, quien si no fuera por la mirada de todos hubiera botado la comida al suelo y molestado al androide, pero hubiera sido muy bajo.

Cuando Hank recibió el suyo y se dio cuenta que es el único con un post it. Eso lo hizo sonreír más.

Hank está orgulloso del androide, desde que se volvió divergente y las peticiones que pidió Markus fueron aceptadas. El androide decidió experimentar, primero se inscribió a un curso de jardinería, después a un curso para tejer, después el de cocina y ahora está haciendo un de repostería. Cual es extraño pero mientras lo haga feliz no importa.

Historias Cortas De "Detroit: Become Human" Where stories live. Discover now