XIX (2)

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XIX. Atajo.










Entro a la biblioteca buscando a mi castaña, no tardo mucho en hacerlo pues la encuentro en la sección de los cuentos para Kian.

Ella está parada de puntillas, tratando de regresar el delgado libro en una fila demasiado alta para su estatura. Lejos de acercarme a ayudarla me quedo donde estoy pues la vista que tengo en magnífica.

Thea trae puesto un vestido de manga larga color verde militar, no es muy ajustado, es algo suelto pero hace resaltar demasiado su trasero. Miro sus piernas, las cuales están cubiertas por las medias que tanto adoro quitarle.

Me acerco a ella tratando de no hacer ruido, y cuando finalmente estoy lo suficiente cerca no me contengo y le doy una nalgada. Thea deja caer accidentalmente el libro y se voltea hacia mi mirándome con su entrecejo fruncido.

—No hagas eso, me asustaste. —Dice antes de que me agache para recoger el libro, lo pongo en el lugar en el que debería ir y después de hacerlo paso mis manos alrededor de la cintura de Thea y me inclino a besarla.

—Buenos días amor mío, ¿por qué me dejaste dormir tanto? —Cuestiono ya que cuando me levanté eran las once de la mañana y Thea no estaba a mi lado, por lo que luego de cambiarme fue a ver a mi pequeño y él me dijo que su madre estaba aquí regresando su cuento.

—Siempre te levantas muy temprano, hay noches en las que no puedes dormir, por lo que quise que descansaras. —Me Responde y siento un ligero calor en mi pecho al saber que Thea se preocupaba por mi aún cuando no lo merecía.

No la merecía a ella.

—Kian me dijo que tú no desayunaste, ¿estabas esperando por mi o te sientes mal? —Cuestiono y ella niega.

—Te estaba esperando a ti. —Contesta, y pienso en que probablemente ella ya tenía hambre, mientras que yo me la quería comer a ella. —Kian ya me pidió un regalo para Navidad. —Comenta y la miro intrigado.

—¿Qué pidió mi pequeño? —Inquiero pensando en que probablemente un juguete, incluso en una mascota.

—Quiere a otro niño que viva con nosotros y que seamos también sus padres, para que así pueda jugar siempre con él. En otras palabras quiere un hermanito. —Me río, mi príncipe y yo estábamos sintonizados, yo quería más hijos, él quería hermanitos.

—Ese es un regalo que no le pienso negar. —Digo y Thea sonríe antes de ponerse de puntitas y besar mi cuello. —Pensé que querrías desayunar. —Argumentando antes de que pasara mis manos a su trasero apretándolo con fuerza, haciendo que mi castaña se quejara.

—¿Tú quieres desayunar? —Me pregunta pasando sus manos en mi pecho por encima de mi playera negra.

—Te quiero desayunar a ti. —Respondo inclinándome a besarla, sin embargo el beso se ve rápidamente interrumpido por mi castaña.

—Aquí no, recuerda que Niall está en el castillo y tenemos historia de siempre vernos interrumpidos por él. —Dice tratando de ocultar una sonrisa.

—Tienes razón, ese irlandés es muy inoportuno, ¿vamos a nuestra alcoba? —Cuestiono y ella asiente mordiendo su labio inferior.

Tiro de su mano guiándola a través de la biblioteca, pero no voy a la salida de esta, voy a la sección de poesía, buscando el gabinete que contenía el libro de poemas de un alemán. —¿A donde vamos? —Mi castaña me pregunta confusa.

—Vamos a tomar un atajo. —Y seguido a mis palabras una pequeña abertura aparece en la pared, me introduzco primero jalando a Thea y la entrada vuelve a cerrarse.

G O L D  |S.M.|   #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora