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La verdad

Olivia se estaba quedando dormida en una de las sillas de la cocina, cuando la señora Weasley la condujo por las escaleras hasta el primer piso. Las oscurecidas paredes de la casa estaban decoradas con cabezas de elfos domésticos, cada una en su propia placa. Cada vez que avanzaba más por la casa, más sorprendida se quedaba. Para nada parecía el cuartel de una organización que luchase contra magos tenebrosos; parecía que estaban en la casa del mismo mago contra quien luchaban.

Al llegar al rellano, apenas iluminado por una pequeña lámpara en la pared, la señora Weasley señaló una puerta que tenía el pomo en forma de serpiente.

— Puedes dormir aquí. Vas a compartir habitación con mi hija hasta que limpiemos una de las de arriba; espero que no te importe.

— No, para nada.

— No te preocupes por tu baúl y la jaula de la lechuza, luego cuando despiertes las subimos.

Olivia le dedicó una sonrisa cansada.

— Gracias, señora Weasley.

— No tienes que darlas, cariño —le dio unas palmaditas cariñosas en el brazo— Venga, a la cama y descansa; ha sido una noche de muchas emociones.

Sin duda esa era una de las noche que Olivia no podría olvidar en su vida. De un segundo a otro, todo lo que creía saber sobre su mundo se había ido al garete, y por si fuera poco, ahora estaba en casa de alguien a quien no conocía, rodeada de personas que sí sabían quién era ella y, a las que, al parecer, les gustaba coleccionar cabezas de criaturas mágicas como objeto de decoración. Además de eso, se había enterado de que sus padres (y seguramente, ella también) habían sido perseguidos por Lord Voldemort, el mago más tenebroso de todos los tiempos, que sus propios padres la habían mentido toda su vida haciéndola creer que eran personas no mágicas, y que no sabía si iba a poder volver algún día a su casa o tendría que esconderse en el cuartel, o en cualquier otro lugar para siempre.

No es de extrañar que las escasas tres horas que consiguió dormir en aquella extraña cama, estuvieran llenas de pesadillas en forma de serpientes, que cuando perdían la cabeza, les salían otras dos parecidas a las de Kreacher, que le gritaba con voz estridente y de mujer que se fuera de la casa, y que no era más que una vergüenza para la familia Black. Se despertó cuando aquella serpiente se transformaba en un abraxan gigante, con pelos blancos en las orejas, que la obligaba a montarse en su lomo, y a volar sobre un lago de aguas verdes en las que se caía y se ahogaba debido a una fuerza que agarraba sus tobillos y la hundía más en esa verdosa oscuridad.

Las ennegrecidas cortinas de terciopelo verde de la habitación estaban entre abiertas, y por el hueco se colaba un rayo de sol que terminaba a los pies de su cama. Al trasluz vio motas de polvo revolotear por encima de la colcha, también de color verde. Se incorporó frotándose la cara.

— Hola.

— ¡Merlín!

Olivia pegó un brinco del susto, que casi provocó que se cayera de la cama. Una chica pelirroja la sujetó y la ayudó a sentarse. Era la misma que había visto aparecer por el hueco de la escalera horas antes, pero no recordaba su nombre. Tenía la cara salpicada de pecas y los ojos marrones.

— Lo siento, no quería asustarte, estaba esperando a que te despertaras —la chica se sentó en la cama que estaba a su lado, y sonrió levemente—. Soy Ginny Weasley.

— No te preocupes, es solo que no te esperaba —contestó Olivia, avergonzada por su reacción— Soy Olivia Aldana.

Ginny la miró con curiosidad.

ϟ Thunderstorm → Fred WeasleyWhere stories live. Discover now