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Albus Dumbledore

Después de haber escuchado la historia de sus padres, Olivia volvió a la habitación, se metió en la cama y se quedó allí hasta que llegó el medio día y supo que ya no podría esconderse más. Nadie la molestó mientras estuvo tirada bajo las sábanas sin hacer nada, salvo en las ocasiones en las que la señora Weasley o su madre entraban con cuidado a la habitación para ver cómo estaba; en tal caso, se hacía la dormida y la dejaban en paz. Al parecer Ginny había mentido diciendo que Olivia había tenido pesadillas y que no había podido dormir bien. Lo cierto era que tanto dormida como despierta, todo le parecía una pesadilla.

Se sentía entumecida, como si estuviera vacía por dentro. Los pensamientos de su cabeza iban y venían tan rápido que a veces parecía que ni siquiera estaban allí, que su mente se había quedado en blanco debido a una sobrecarga de información. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo podría volver a su vida normal sabiendo que ya nada iba a ser igual que antes? Una vocecilla en su cabeza le dijo cariñosamente que no se preocupase en ese momento de lo que haría después, que tendría tiempo de ir cruzando los puentes cuando se le aparecieran delante. Olivia hizo caso a esa voz de su cabeza, esperando que cuando estuviera a punto de cruzar el punte, se diese cuenta a tiempo si estaba roto o no, para no pegarse el batacazo que se había dado con el último que había intentado cruzar.

Cuando decidió levantarse de la cama, se dio cuenta de que había ropa suya doblada en la cama de Ginny y una nota de su madre que decía que podía usar uno de los baños para darse una ducha caliente. Tras una interesante ducha (el grifo se había negado un par de veces a soltar agua caliente, el espejo del baño se había reído de su pelo mojado, y las toallas la estrujaron intentando encorsetarla hasta que consiguió soltarse tras hacerles cosquillas), bajó a la cocina, donde los Weasley estaban preparando la mesa para comer.

Fred fue el primero que se dio cuenta de su presencia. Tenía la varita fuera, como si fuera una batuta, y hacía levitar una vajilla de porcelana hacia la larga mesa. Cuando vio a Olivia, sonrió.

— Buenas tardes, ¿te encuentras mejor?

— Un poco —contestó Olivia.

Había podido dormir un rato más entre un pensamiento y otro, y tras la ducha se sentía con más fuerzas para hacer frente a lo que viniera. Casi se sentía como la misma Olivia de siempre.

Se acordó de la última vez que había visto a los chicos Weasley, cuando dejó abruptamente el rellano ignorando lo que le decían, para esconderse bajo la seguridad de las sábanas. Las mejillas de Olivia se encendieron como si se hubiera acercado a un fuego ardiendo.

— Por cierto, siento lo de antes; creo que hice que todo se pusiera incómodo muy rápido cuando salí corriendo.

— Ah, para nada, no te preocupes. Es normal, después de todo lo que escuchaste —contestó él agitando la varita—. Míralo por el lado positivo, por lo menos no rompiste a llorar como una magdalena, eso sí que habría sido incomodísimo...

De repente, toda la vajilla que flotaba hacia la mesa se tambaleó peligrosamente hacia los lados, y antes de poder evitarlo, se desparramó por la mesa. El estruendo de la vajilla rota alertó a los demás. Olivia pensó que por lo menos esa vez no se había lanzado a salvar los platos, eso habría sido desastroso.

— ¡Fred Weasley! ¡Qué te tengo dicho de usar magia!

— ¡Ha sido un accidente! —dijo Fred apresurándose a hacer el encantamiento reparador. Algunos platos se negaron a unirse y se arrastraron debajo de la mesa— Solo quería ayudar, además, Tonks rompe cosas continuamente y a ella no la gritas.

Olivia se agachó a recoger con cuidado un plato que se había escondido tímidamente detrás de una silla, y lo colocó en la mesa.

— Es cierto, esta madrugada rompió un vaso en mi casa.

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2018 ⏰

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