Un cadáver lo complica todo:

903 79 27
                                    

Gabriela no entendía nada... ¿Estaría soñando? No era la primera vez que soñaba con Bruno, aunque nada tan macabro. No obstante... ¿Qué era lo que acababa de oír?

— ¿Bruno?... ¿Qué? —balbuceó, aún medio adormilada.

— ¡¡Que está muerto!! ¡¡HUGO ESTÁ MUERTO!! —El hombre se oía desesperado, a punto de perder por completo el control de sí mismo.

La mujer se sentó en la cama, el aire de los pulmones escapó de ellos lentamente y el sueño se disipó de repente... Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. ¿Qué pasó qué?

— ¡¡Dios Santo!! ¿Qué hiciste, Bruno? —exclamó perpleja y aterrada al punto del desmayo—. ¡Porque si lo mataste, no me involucres! ¡No voy a ayudarte!

— ¡Yo no lo maté! —replicó el hombre sin enojo.

Hubo un breve silencio.

— ¡¿Pero... pero entonces qué pasó?!

— No lo sé... ¡Oh, no puedo creerlo!

La joven exigió más detalles y su fiel amigo le contó los sucesos que lo habían llevado a hacer tan macabro descubrimiento...

El hombre, junto a Ana y Clara, habían sido los últimos en irse de la reunión en casa de la familia Morales. Bastante más tarde que los novios y que las dos amigas. Sin embargo antes de que arrancara el auto y pudieran partir, el señor Morales había corrido hasta ellos con un paquete largo... Era el traje del novio, que usaría al día siguiente.

— Lo retiré temprano esta tarde, junto con el mío. Hugo se lo iba a llevar ahora al hotel, pero olvidé dárselo —explicó el hombre, pasándole el paquete a Clara, que iba en el asiento trasero—. ¿Puedes llevárselo, Bruno? No le va a servir de nada, sin embargo es mejor aparentar que todo... está normal.

— ¿Ya? ¿No es muy tarde? Seguramente Hugo duerme debido a las gotas...

— Sí, es muy tarde... Pero no creo que aún le haya hecho efecto el somnífero... Lo más lógico sería que mañana llamara al inútil del padrino ese que tiene, para que lo pase a buscar y se lo lleve a su habitación. Pero no es conveniente.

— No, no lo es—intervino Ana.

El hombre asintió, largando un suspiro, y puso en marcha el auto. El señor Morales se retiró hacia su casa. No hacían falta más explicaciones. Habían creado un plan perfecto para disimular la falta del novio al día siguiente. Si todo se llevaba a cabo como habían quedado, nada podía salir mal.

Bruno, muy temprano en la mañana, debía ir al hotel y esperar en el vestíbulo o en el bar-comedor. Cuando advirtiera la presencia de Mauricio que bajaba a desayunar, tenía que decirle, como un dato curioso, que vio salir al novio de traje casi al alba. El padrino no haría comentarios ya que creería que algo imprevisto ocurrió en los negocios que llevaban a las sombras... y que Hugo le había indicado que pensaba volver a última hora. Nunca se le ocurriría ir a su habitación a comprobarlo. De todos modos, si por algún otro motivo fuera, ya sea para comprobar que había vuelto o no, al no recibir respuesta al tocar la puerta, creería que el novio seguía fuera del hotel. No imaginaría jamás que Hugo se encontraba allí mismo, durmiendo como una princesa.

Los tres cómplices se dirigieron al hotel. Cuando llegaron, Bruno dejó a las dos mujeres en el piso en donde estaban las habitaciones comunes y subió hasta la suite de Hugo, que quedaba en el último piso del edificio. En el ala oeste... Al tocar la puerta con insistencia se encontró con que no respondió nadie. Se quedó allí pensando si irse y volver con el traje a la mañana siguiente... pero decidió que complicaría mucho sus planes. Pensando en cómo forzar la cerradura estaba, cuando se le ocurrió tomar el pomo de la puerta... ¡Ésta estaba abierta! Fue una gran sorpresa.

La venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora