[Completa] Nosotros, Ella y Él (+18)

~3. Celos~

Jonathan, dieciséis años.

Era la hora del receso. Y a pesar de ser apenas las diez y media de la mañana, el calor que hacía ese día era casi insoportable. Podía asegurar que en la tarde iba a llover porque eso era lo que siempre pasaba cuando hacía tanto calor. El clima tropical también contaba con sus desventajas por ser tan impredecible en ocasiones.

Sin embargo, lo que estaba provocando que mi cuerpo estuviera ardiendo como si fuego estuviera acariciando mi piel, no era el hecho del clima caluroso, sino lo que estaba observando que pasaba a pocos metros de mí mientras esperaba que Dessire terminara de hablar.

No podía relajar mi rostro, deseaba controlar  mi expresión de disgusto, pero no lograba mi objetivo. Mi incomodidad aumento cuando noté la manera en que Edwin, uno de los tantos chicos que estaba enamorado de Dessire, se aprovechaba de que estaban entablando una conversación para acariciar una de sus manos y sonreírle sin ocultar su maldito interés.

Crucé mis brazos sobre mi pecho, y acomodé más mi cuerpo sobre la pared de concreto en la cual busqué soporte, al lado de la puerta que conducía al interior de uno de los cursos. Agradecí el hecho de que la mayoría de los estudiantes se encontraban en la cafetería, y nadie podría percatarse de lo molesto que estaba.

Si hubiera imaginado que me iba a encontrar con dicha escena cuando me pasó por la cabeza ir buscar a Dessire, en el momento en que sonó el timbre anunciando el receso, no me hubiese atrevido a dejar a mis amigos atrás por estar con ella.

Cuando la conversación de ambos acabó sentí como al instante mi cuerpo se relajaba y la tensión me abandonaba. ¿Qué me estaba pasando?

—Hola, Jonathan —dijo Edwin con una sonrisa al pasar por mi lado. Respondí su saludo con un simple gesto de manos. Por algún motivo no deseaba hablar con él.

— ¿De qué tanto hablaban? —Le pregunté de inmediato a Dessire cuando se encontró cerca de mí.

—Sólo me estaba preguntando si lo iba a invitar a mi fiesta de quince años —respondió con una sonrisa.

— ¿Sólo eso?  —indagué. Me sentía muy inquieto. Aunque no conocía el motivo por el cual quería asegurarme de que no se estuviera limitando al contarme los hechos, ya que nos contábamos todo como si fuéramos los mejores amigos. Éramos el confidente del otro.

—Sí —confirmó, rodando sus ojos marrones oscuros—. ¿A caso estás celoso? —bufó sin meditar sus palabras.

Sus palabras me molestaron durante un instante, antes de que entendiera el porqué estaba tan molesto.

—Sí —admití, y mi voz fue un simple susurro. Nos miramos fijamente durante un largo período, ambos procesando lo que significaba mi confesión. Sin querer había revelado muchas cosas con una sola palabra.

—Okay —contestó con voz ronca y suave.

Caminamos en silencio hacia la cafetería, y no hablamos nunca sobre el tema de mis celos. Y fue entonces cuando me pregunté cómo iba a terminar nuestra historia; cómo diablos íbamos a controlar los sentimientos que manteníamos cautivos en lo más profundo de nuestro ser para que no salieran a flote.

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