Capítulo 11

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Pasó casi una semana, ambos estaban aburridos de la mansión y decidieron salir a dar una vuelta por la isla.

Freddy quería descubrir nuevas criaturas como lo hizo con Bonbón.

Fred quería descubrir los sentimientos de su adversario.

—¿Has explorado la isla antes?—Preguntó emocionado mientras se preparaba llenándose la mochila de comida.

—Obvio, tu amiguita de pelo azul no se quedaba quieta, la única manera de enamorarla fue seguirle la corriente. Vivimos muchas aventuras con monstruos que yo mismo creé y derroté con mis propias manos.—Mostró sus dientes perlados.

—¿Eso no es trampa?—Arqueó la ceja.—La enamoraste mediante engaños.

—En el amor todo lo vale. Todas las relaciones empiezan con mentiras, unas más graves que otras.—Subió los hombros haciéndole ver que no le importaba.

—¿Y hay algo interesante aquí? Sin que tú lo crees ahora mismo.—Lo fulminó con la mirada, él quería algo auténtico.

—Sí, unos pocos lugares. ¿Quieres que haga de guía?

—Por mí bien.

—Perfecto, empecemos...—Chasqueó los dedos haciendo desaparecer la mochila que tanto le había costado preparar al castaño.—No necesitas nada, me tienes a mí.—El mortal rodó los ojos.—¿Quieres moverte a pie o por magia?—Iba a contestar cuando le interrumpió.—¡Podemos ir en coche!

—¿Coche? ¿Qué es eso? ¿Un animal raro?—Se imaginó a una especie de camello con alas.

—Digamos que inventos del futuro, ahora lo verás.—Chasqueó los dedos y aparecieron fuera de la mansión.—Prepárate.—Volvió a chasquearlos haciendo aparecer un Ford Mustang.—No es el último modelo pero como no has visto un coche nunca... supongo que es perfecto. ¿Cierto?—Al no escuchar respuesta puso la mirada en el lugar donde se suponía que debía de estar su compañero.—¿Freddy?

Escuchó la bocina del coche detrás de él.

—¡Sube Fred!—No estaba tan asombrado como esperaba el otro, no había caído que el mortal se había pasado horas en frente de la televisión.

—Voy, conduzco yo.—Abrió la puerta pero el de ojos azules no se movía del asiento del conductor.

—Quiero hacerlo yo.—Sonrió seguro.

—Si no sabes conducir.

—¿Hay que saber hacerlo?—Miró extrañado el volante.

—Dioses, qué idiota eres.—Lo empujó levemente hacia el asiento del copiloto.

—¿Me enseñarás a conducir algún día?—Preguntó algo avergonzado, se sentía tonto.

—¿Para qué?—Preguntó mientras arrancaba.—No te va a servir de nada, si llegas a sobrevivir a la isla y resucitas a tus compañeros no volverías a ver un coche en tu vida.—Hizo una pausa.—Si no sobrevives no hace falta que te recuerde que los muertos no conducen, ¿no?—Se rió.

—Son experiencias como esta especie de aventura, sé que no tiene futuro lo nuestro ni como amistad ni relación. Tú morirás o yo lo haré, ambos sabemos el final y ya hemos vivido el principio, lo interesante es lo del medio.—Respiró profundamente mientras mostraba una sonrisa.—Es como aquellos libros que empiezan por el final y te cuentan cómo han llegado a eso.

El de tez grisácea se quedó boquiabierto, el mortal sabía más sobre la vida que un semidiós que dentro de poco cumplirá 100 años. En ese momento admiró a su contrincante, aquella sonrisa tan inocente y esos ojos llenos de esperanza le inspiraban. ¿Cómo podía ser así? Él, aquel vulgar herrero ingenuo que había puesto estúpidamente en juego su vida. ¿Acaso estaba empezando a sentir algo? ¿Admiración? ¿Amor?

Quizás el castaño tenía razón desde un principio, Fred simplemente era un copia barata del original e inigualable Freddy.

—Eso ha sido...—Tosió ligeramente para cambiar a su voz de siempre.—Eso ha sido lo más estúpido que he escuchado en mi vida y eso que tengo muchos años, eh.—Empezó a burlarse del mortal.

El otro bufó cansado y se acomodó en el asiento algo agotado de la conducta de su contrincante.

—Venga, vámonos.—Soltó sin ganas.

Hubo un silencio en el trayecto, el de ojos azules no estaba de humor y el de ojos negros no paraba de repetirse a sí mismo "tienes que enamorarlo".

Estaba inseguro, tenía miedo de entablar una conversación con su adversario, sentía que cuando lo intentaba enamorar él era el que acababa rendido a sus pies.

—¿Cuánto falta?—Se dignó a hablar el copiloto, pero con un tono seco.

—Nada, ¡llegamos!—Frenó de golpe, haciendo que el herrero se diera en la cabeza con el asiento.

Ugh... te odio.—Murmuró mientras se acariciaba la zona donde le iba a salir un chichón.

Ups.—Se rió.

El castaño al levantar la mirada pudo observar una hermosa cascada con un arco iris reflejado por el agua. Sonaba una canción relajada de fondo, parecía el canto de unas sirenas.

¿De dónde viene esa música?—Preguntó el mortal.

Del agua, ese sonido lo produce la cascada.

—Es... hermoso.—Dijo mientras se bajaba del coche sin quitar ojo a aquella maravilla.

—Este era el lugar favorito de Bonbon.

El herrero sintió una patada en el estómago, no faltaba mucho para la muerte de su amiga.

Si Te Enamoras Mueres (Frededdy) [Fnafhs]Where stories live. Discover now