MELODÍA

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Es increíble como la música puede llegar a tener distintas percepciones para cada uno de nosotros. La música va más allá de simples sonidos combinados, más allá de ser un arte y aún más allá de ser una forma de expresión. La música es más bien un sentimiento que desencadena una serie de reacciones en nuestro interior y que estas inclusive pueden ser proyectadas por nosotros hacia el exterior con gran facilidad.

Según cuenta la leyenda que en el principio de los tiempos dos dioses que se amaban profundamente como ningún otro amor fueron separados para que desempeñaran su función, la creación de los humanos. A pesar de su desdicha aceptaron su tarea sin cuestionar sacrificando su felicidad por el nacimiento de la humanidad, ambos al observar sus bellas creaciones vagar por la tierra solos sin sentido alguno sintieron lástima por ellos, así que decidieron hacerles un regalo asignándoles una misión de vida.

En cada uno de ellos depositaron un fragmento de una melodía única que iba acorde con la personalidad de cada uno, procurando no repetir alguna. Su misión sería entonces encontrar a su complemento, aquel que al juntarse con el otro terminaría completando la canción.

La intención de los dioses era que los humanos pudieran experimentar el amor que alguna vez ellos sintieron. Ellos no buscaban que los humanos les rindieran tributo o les agradecieran de algún modo, más bien lo que querían era la música que emanaba de cada pareja formada, ya que podían escucharla en las alturas, recordándose mutuamente y al tiempo que duraron juntos.

La prosperidad reino en la tierra, las personas encontraban a su complemento y ambos dioses estaban contentos por escuchar música todos los días, hasta que vino un problema mayor: la muerte. Los dioses no querían que las canciones desaparecieran con la muerte de los humanos y pensaron en una solución. Fue así como se les ocurrió la idea de guardar cada canción junto con la historia de la pareja, así al morir una pareja su canción e historia subían al cielo formando una luz en él: las estrellas. Así los dioses pudieron tener las canciones más cerca de ellos y podían escucharlas las veces que ellos quisieran. Conforme el tiempo más y más estrellas aparecían en el cielo alumbrándolo por la noche guardando aquel recuerdo de amor, así fue por siglos y actualmente sigue siendo de la misma manera.

-Te prometo que volveré por ti- pronuncio un niño de 9 años con ojos color azul.

-Ngh... ¿Me lo prometes?- susurró el rubio. Una mirada de terror y angustia se asomó en aquellos ojos color esmeralda a punto de sacar lágrimas. Temía que él no regresará , eso le dolía en el pecho y en su garganta pues era el único niño con el que había entablado una amistad, aquel que no se burlaba de su situación ni de su condición médica.

-...- Besó las apenas notables lágrimas del rubio que se asomaban - Toma - se desprendió de aquel chullo azul que su madre le había traído de su viaje a Perú antes de que muriese, aquel que atesoraba tanto -De esta manera te aseguro que regresaré por eso y por ti- sonrío.

Aquel niño se dispuso a irse no sin antes colocar aquella prenda encima de la cabeza del rubio. Antes de poder salir por la puerta un brazo lo jalo haciendo que parara en seco y volteara a ver a la persona que había realizado aquella acción.

-Antes de que te vayas- masculló -¿Me podrías decir tu nombre?- preguntó con algo de pena bajando la mirada.

-Craig- soltó - ¿Me dirás el tuyo?

-Tw..- no lo dejaron terminar. Un hombre pelirrojo entró al lugar pidiendo al ojiazul se apurase pues tenían que irse, este asintió y el hombre salió del lugar.

-Bueno... regresaré muy pronto- sonrío -Espero que para cuando regrese hayas acabado la canción y puedas tocarla para mi. El rubio solo movió la cabeza en señal de aprobación y fue a despedirlo.

MUSIC TO MY EYES [Creek]Where stories live. Discover now