LLÁMAME

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El pequeño Craig de tan solo 9 años se encontraba en el asiento trasero del auto de su padre, había sido levantado muy temprano por él con el propósito de visitar el único orfanato que existía en South Park. El menor fruncía el ceño mientras su padre conducía, si bien no le apetecía ni agradaba la idea de seguir con la misma rutina que había iniciado hace mes y medio, pese a ello seguía concurriendo aquel lugar por respeto a la memoria de su difunta madre.

La madre del azabache era una mujer que constantemente viajaba ya que su trabajo se lo permitía; Peru fue el último destino al que viajó y aquel en donde compró aquel chullo azul que le hizo recordar a su pequeño hijo. Al regresar de su destino repentinamente cayó en cama gracias al cáncer terminal que consumía lentamente su vitalidad. Poco antes de morir su madre le hizo prometer a su hijo una serie de condiciones, pero la más trascendental fue aquella promesa donde Craig juró que visitaría el orfanato cada fin de semana con la intención de no perder la humanidad que aún había en él y que desarrollará la empatía.

Al bajar del coche una monja les dio la bienvenida al recinto como de costumbre, recorrieron los amplios y blancos pasillos mientras su padre y monja sostenían una conversación; finalmente llegaron a la enorme explanada donde se encontraba el patio de juegos. Craig vio a los niños jugar entre ellos, se quejó en silencio, le molestaba tener que jugar con ellos pero lo hacía por su madre.

-¿Por qué no vas un rato?- le sugirió la monja con una sonrisa -Hay muchos niños de tu edad, seguro se llevarán bien-

-Ve Craig- le ordenó su padre - Pasaré por ti en una hora...-

El pequeño Craig se acercó a paso lento al principio, recorría los bordes del patio mientras observaba a los niños jugar eufóricamente, negó con la cabeza al notar la falta de conducta que tenían todos ellos, por eso mismo no se decidía a ir con ninguno de ellos. Mientras caminaba logro escuchar unos sollozos provenientes de un árbol, se acercó lo suficiente para rectificar lo que había escuchado, sin pensarlo se acercó más hasta divisar una rebelde melena rubia en el suelo, no logró ver su rostro pues lo había cubierto con sus pequeñas manos.

-¿Por qué lloras?- preguntó directamente y sin rodeos mientras se arrodillaba para quedar a su altura

-...- el niño dejó de llorar y levantó el rostro, por fin pudo tener una mejor vista de él. Tenía mejillas regordetas, los ojos y la cara roja gracias a las lágrimas derramadas, al observar con detenimiento quedó deslumbrado por sus ojos sumamente verdes acompañados de unas ojeras prominentes -¡GHA! - El rubio comenzó a temblar y a alejarse de Craig.

- Tranquiló, no te haré nada- le dijo acercándose poco a poco con la esperanza de calmar al contrario, cosa que no logro pues el chiquillo salió corriendo y el azabache no pudo seguirle el rastro.

Procedió a la búsqueda de aquel niño que le había causado intriga, al no encontrarlo en el patio de juegos decidió buscarle en el interior del orfanato. Recorrió el lugar sin tener mucho éxito, antes de poder continuar con la búsqueda entró al baño donde distinguió unas voces.

- Pero si es el fenómeno- oyó decir a uno de ellos - ¿Vas a llorar de nuevo?...- Craig se asomó por curiosidad, se llevó una sorpresa al ver al rubio rodeado de tres chicos mayores que él.

- ¡Deja de temblar!- le ordenó otro de ellos. El niño se empezó a hacer pequeño ante las tres imponentes figuras, sin siquiera poder defenderse o hablar.

- De seguro tus padres te abandonaron por eso, por ser un engendro - otro escupió aquellas duras palabras al menor provocando que volviese a llorar - Nadie te quiere ni lo harán, nadie te adoptará - Eso le hizo hervir la sangre a Craig, le molestaba que le hablaran a ese pequeño niño de esa manera.

MUSIC TO MY EYES [Creek]Where stories live. Discover now