Someone like you

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Que yo iba a dejar esto como una historia suelta, un desahogo. Pero los cabrones se cantan canciones y se dicen cosas bonitas y una se viene arriba.

Además me puse a escribir el siguiente capítulo de Un año más y salió esto. Solo. 

Yo no tengo la culpa. Y, probablemente, tampoco tenga criterio ni palabra. 


Si Aitana pudiese elegir,  probablemente esa noche se habría quedado en la habitación del hotel durmiendo.

Lleva dos meses de gira y promoción por Latinoamérica y lo que los primeros días le resultaba fascinantes y nuevo, ha adquirido pronto tintes de monotonía.

Siente que los músculos que utiliza para sonreír se dilataran del uso que les ha dado en las últimas semanas.

Con la agenda que lleva, el castigo autoimpuesto de la separación de Luis resulta ligeramente más fácil de soportar, pero cuando se mira al espejo comprueba, día tras día, que sus ojos aún parecen apagados.

Él lo disimula mejor. Sabe que su gira fue genial, con teatros llenos en casi todas las ciudades, sabe que se encerró a componer, que sale con Roi, que cena a veces con Miriam y que hay mucha gente interesada en que forme parte de sus proyectos.

Y lo sabe porque, como cualquier ex, está al tanto de cada una de sus publicaciones en Instagram.

Ha llegado a crearse una cuenta falta para poder cotillear a gusto sin que suponga una revolución cada vez que, sin querer, su dedo pulse sobre el corazón para indicar que le gusta, mucho, lo que está viendo.

Que le gusta, más a menudo de lo que le querría.

A veces se siente como una niña de quince años otra vez, espiando a su amor imposible en el cambio de clase y eso la frustra, más cuando uno de sus principales problemas era lo inmadura que se sentía, a veces, con respecto a él.

Pero el resto del tiempo tiene que vivir y actuar como una adulta, incluso de más edad de la que tiene.

Como esa noche en la que se hubiese encerrado con su pijama y el portátil para ver la nueva temporada de Elite en Netflix y tiene que vestirse y acudir a un pequeño concierto acústico que organiza Universal en una conocida sala en el centro de Buenos Aires.

La única ventaja es que el ambiente del concierto le permite bajarse de los tacones por una noche y cambiarlos por sus adoradas Adidas blancas.

Sigue a Olga por la entrada de la sala y sonríe mecánica a los periodistas. Un par de personas la paran para pedirle una foto y se esfuerza por mostrar una sonrisa más natural.

Ni siquiera sabe quién toca esa noche, aunque seguro que Olga se lo ha dicho, así como también que, cuando le pregunten, tiene que comentar que le parece un estilo interesante y que no descarta una colaboración en el futuro.

Mastica una mueca para disimular el cansancio y se deja caer en el asiento que lleva su nombre. Cree que por fin les ha pillado el truco a estos eventos. Sonreír cuando todo el mundo lo haga, si hay bebida no beber demasiado y si hay comida no comer demasiado poco. Si se equivoca los titulares la etiquetarán como alocada por lo primero y como anoréxica por lo segundo.

Y, aun así, aunque haga todo lo correcto, van a encontrar la forma de criticarla, y ella encontrará la forma de castigarse pensando en qué ha hecho mal.

Empieza el concierto. La joven que canta con una guitarra ganó un concurso no muy diferente de Operación Triunfo. Tiene una voz dulce y un aspecto aniñado.

Si no tardas muchoWhere stories live. Discover now