La paz de verte dormir

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La definición de la locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.

Así que mientras la lluvia sigue cayendo a plomo en Miami, enfrentados en la cama de una habitación de hotel, Luis Cepeda y Aitana Ocaña intentan por todas las vías posibles buscar rutas diferentes para plantear su posible camino juntos.

Envueltos en los albornoces de cortesía del hotel, se observan y se devanan los sesos intentando encontrar la forma de arrancar.

En el fondo, Aitana se arregla de haber eliminado del tablero parte de la tensión sexual con el encuentro que acaban de tener. De esa forma puede concentrarse más.

Solo un poco más. Que Luis Cepeda en un albornoz blanco sobre una cama de dos metros con sábanas frescas no conduce sus pensamientos precisamente a la terapia de pareja.

Quizá deberían vestirse y salir. Pero si, como se imagina, acaban discutiendo, prefiere estar lejos de los ojos curiosos de otros clientes del hotel.

Podría llegar a convencerse de que esa es la única razón para no querer salir de la habitación.

Es sorprendentemente buena mintiéndose a sí misma, ha descubierto en los últimos años.

Y por extensión se ha vuelto extraordinariamente buena mintiendo a los demás, creyendo que lo que dice es verdad.

Pero en ese preciso momento, a miles de kilómetros de la gente que les conoce, con el sonido del aire acondicionado como única banda sonora mientras ambos alinean sus ejércitos, resulta más complicado ocultar la verdad.

Y también quiere saber. Y que él sepa

- ¿Quieres saber cuántos han sido?

Luis la mira serio y sorprendido porque ella quiera empezar precisamente por ahí si el objetivo es reconstruir algo y no acabar de enterrar sus cenizas tras un solemne funeral.

No tiene que preguntarle a qué se refiere exactamente.

- No- la respuesta es simple.

No quiere que se lo cuente. Lo sabe ya porque es imposible no saber. Porque ella es transparente y él la conoce lo suficiente para distinguir entre rumores, medias verdades y certezas.

No piensa ofrecerle un índice de las mujeres con las que se ha acostado en doce meses. No quiere que ella sienta la necesidad de contarle sus secretos.

Aitana alza la ceja incrédula porque ella si quiere. O por lo menos le gustaría confirmación de alguno de los rumores. Los que más le dolieron. Los que le hicieron sentir más absolutamente hipócrita por querer vomitar al leerlos mientras ella despertaba con otra persona.

- Pues ha sido más de uno, también más de dos, o sea probablemente no los pueda contar con los dedos de una mano- se aparta el pelo en un gesto tan suyo que Luis quiere gritar- pero no pasa nada.

No sabe qué coño está haciendo. Quizá quiera provocarle para que él cuente. Si es cierto lo de Bely Basarte o lo del trío con un par de seguidoras después de un concierto. Si realmente ha vuelto a verse con Irene, ese rumor le dio un especial miedo, o la ha cambiado por la rubia de la nueva edición de OT a la que le escribió una canción.

Pero Luis la conoce y se conoce y no va a entrar en el tema.

- Esa era la idea al separarnos ¿no? Nuevas experiencias- hace una pausa para recalcar la importancia de lo que dice a continuación. – Madurar.

Aitana disimula un bufido y se levanta insultada.

- ¿Alguna cosilla más no?, ¿cómo llevas lo de no decir lo que piensas en todo momento sin absolutamente ningún filtro Luis?

Si no tardas muchoWhere stories live. Discover now