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Escribo algo más de esta historia para no perder la costumbre mientras intento escribir algo nuevo. Es solo mi opinión en forma de historia en lugar de otros formatos.

Las opiniones son como los culos. Cada uno tiene el suyo  

Uno de Enero.

Luis Cepeda Fernández está teniendo un día de mierda. Empieza a nevar en cuanto sale de Orense y tiene que parar en medio de la carretera para poner cadenas en las ruedas.

Ignora en tres ocasiones las llamadas de su padre. Ya sabe lo que quiere pedirle. Que llame a su madre. Que Encarna se ha quedado con mal cuerpo después de su discusión el día de fin de año.

Para un segundo en el arcén el tiempo justo para enviarle un mensaje indicando que la llamará en cuanto llegue a Madrid.

No sabe que le ha dejado a él con peor cuerpo. El hecho de discutir con su madre o contemplar seriamente la posibilidad de que tenga razón.

Encarna es una mujer sensata y todos los puntos que ha expuesto tienen lógica.

Pero la lógica nunca ha sido el punto fuerte de Luis en lo que se refiere a las relaciones personales.

No lleva recorridos más de cuarenta kilómetros cuando un piloto le advierte que sus neumáticos no están funcionando de forma correcta.

Con su racha de ese día no le sorprende descubrir que la rueda trasera del lado del conductor está pinchada.

Le parece una tremenda cabronada llamar a la grúa el día de Año nuevo.

¿Cómo de difícil puede ser cambiar una rueda para un ingeniero?

Una hora más tarde, con la camiseta llena de grasa descubre que es un proceso más difícil de lo que pudiera parecer.

Dos horas más tarde reanuda el camino con la camiseta completamente empapada de sudor y una vaga sensación de que su carrera universitaria no le ha valido para demasiado.

Recorre los siguientes doscientos kilómetros con la única compañía de música en el coche. Manu Guix le envío las maquetas de los temas que ha grabado con él y de vez en cuando extiende la mano para coger el móvil y enviar una nota de voz.

A la altura de Medina del Campo entra un mensaje del director musical de vuelta "1 de enero, pesado de los cojones, no puedes dejar de dar por culo ni un puto 1 de enero".

Luis sonríe por primera vez en el día.

1 de Enero de 2020.

Tiene muchas esperanzas puestas en ese año.

Nuevo disco, nueva gira.

Nueva vida.

Pero el comienzo de año no trae los mejores augurios.

Intenta pensar que los años no son como empiezan sino como terminan.

Al fin y al cabo empezó 2019 llorando por las esquinas.

Escucha un tema más.

En Arévalo entra una llamada de Roi. Le echa especialmente de menos en esos viajes largos entre Galicia y Madrid y piensa que quizá pueda entretenerse hablando con él en los últimos kilómetros.

No se le ocurre que es bastante extraño que Roi le llame una tarde de un 1 de enero.

Casi no le da tiempo a descolgar antes de que su amigo empiece a hablar atropelladamente y le ponga al tanto del problema.

Si no tardas muchoWhere stories live. Discover now