Capítulo 33 - Lo juro. No se te ocurra olvidarlo.

2K 72 36
                                    

Siento su lengua contonearse por mi piel, asegurándose de saborear y succionar toda la sangre que está saliendo de mí. Y aún así, una larga hilera chorrea por mi cuello, bajando por mi pecho, entre mis senos... siguiendo por el eje de mi vientre y perdiéndose en el agua del lago.

Es impresionante.

Es impresionante la cantidad de sangre tan alucinante que está bebiendo de mí, y es impresionante lo mucho que me está gustando.

Es una sensación totalmente embriagadora, satisfactoria... y muy, muy sexual. Estoy sintiendo el mismo placer que sentiría si Drogo me estuviese poseyendo, y es que, de manera diferente, lo está también haciendo.

Mi boca está entreabierta, mi cuello estirado, mis ojos cerrados, y mis gemidos se escapan sin poder evitarlo, agudos y deseosos de que siga y siga. Pero no importa. Porque solo estamos él y yo en esta noche estrellada y preciosa, alumbrados por el increíble y blanco reflejo de su madre Luna.

Los gruesos labios de Drogo me besan mientras sigue bebiendo de mí.

Ya han pasado varios minutos, quizá dos, y aunque sigue encantándome la sensación, comienzo a marearme ligeramente. Suelto un suspiro por la excitación del momento.

"Así que esto es el beso del vampiro... Así que esto es lo que se siente. Te vas a apagando lentamente... Sientes como tu vida se va diluyendo con cada gota de sangre que bebe de ti... y... sin embargo... te encanta..." – Y es que es cierto. No deseo en absoluto que pare, a pesar de saber que si sigue así, tendríamos un gran problema.

Lo aprieto contra mí, disfrutando de las caricias que su lengua sigue otorgándome. Los brazos de Drogo me siguen presionando por la cintura contra su cuerpo, rozando mi zona más erógena contra su pelvis, todavía vestida con su pantalón.

Tras varios segundos más, mi cuerpo comienza a temblar por la falta repentina de sangre tan brutal. Drogo deja de succionar, totalmente consciente y controlador de sus actos. Abro los ojos lentamente y él separa su boca de mi cuello, para volver a pegarla de nuevo sobre mi vientre y subir con la lengua limpiando el rastro de sangre que ha dejado mi vampírica nueva herida.

Bajo los ojos hacia él para disfrutar de la escena que me otorga, enredando mis dedos en su cabello para acompañarlo en su sensual y provocador camino. Drogo hace lo mismo, levanta su preciosa mirada perfilada por sus enormes pestañas, y, con solo ese gesto, eriza de nuevo cada poro de mi piel.

Sus ojos color avellana ya no están presentes, ahora son rojos como dos llamas de fuego, como dos gotas de sangre. Tan rojos como mi sangre.

Me muerdo el labio inferior totalmente enamorada de esta imagen de Drogo. Estoy realmente hechizada por él, no hay forma en la que me pueda causar miedo, todo lo contrario. Con cada misterio que descubro de él, me prendo más y más de todo su ser y todos sus secretos.

Estoy enamorada de su oscuridad.

Su lengua sube entre mi pecho hasta terminar de nuevo en la herida, la cual chupa por última vez antes de presionarla con la mano, agarrando mi cuello, para detener el sangrado.

Lleva su cara frente a la mía y me observa fijamente, con los dos luceros que tiene por ojos, luceros que ahora brillan rojos, destacando de manera brutal entre la noche.

Mi mirada está totalmente entornada, rendida a todo lo que él es.

Se chupa los labios sin dejar de mirarme con una intensidad desbordante, limpiando los restos de sangre que quedaban todavía en él. Se pasa también la mano por la barbilla para hacer lo mismo, y se chupa los dedos limpiándoselos también, asegurándose de no desperdiciar ni una gota de mi sangre.

Seis colmillos. Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz