Capítulo 2:

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Lo primero que vio Natalia al entrar en la habitación fue a Alba. No era casualidad, parecía tener una especie de radar en el que la localizaba en menos de un segundo y sus ojos se posaban en ella sin remedio.
Sonrió al verla feliz hablando con Marta, lejos quedaba la chica triste y vulnerable que se había encontrado la noche anterior, de eso se había encargado ella durante todo el día.
Había estado pendiente de ella, abrazandola, tocándola, acariciandola, cualquier cosa que consiguiera transmitirle que era importante para ella.
Había tenido miedo los días anteriores, era algo que tenía que admitir, verla tan triste, pensativa y distanciada había conseguido que un nudo se formase en su garganta. No soportaba verla mal.
Le había dado su espacio. Después de todo, ella entendía que había momentos en los que todo el mundo lo necesitaba, pero ver como no pegaba ojo noche tras noche fue demasiado para ella y tuvo que actuar. Y no se arrepentia, porque gracias a eso, o por lo menos eso esperaba, había conseguido que la sonrisa de Alba no se borrase de su rostro en todo el día y eso era lo mejor que le podría haber ocurrido.
Su sonrisa, su presencia, su tacto, la llenaba de una manera que no sabia explicar, todavía no al menos, pero no quería pensar en ello y mucho menos analizarlo. Se había prometido a sí misma al entrar en la academia que iba a disfrutar al máximo, dejarse llevar y ser ella misma todo lo que pudiera y para ser ella misma tenía que seguir sus instintos y en esos momentos su instinto primario era proteger a Alba.
Sus miradas se cruzaron y su sonrisa se volvió deslumbrante durante un segundo antes de que regresase con la conversación que estaba teniendo con Marta.
Dios, ¿como podía ser tan guapa? Pensó Natalia mientras se acercaba a ellas.
- ¿Como estás, guapa? - preguntó Natalia pasando un brazo sobre sus hombros y dándole un beso en la cabeza.
Alba cerró los ojos durante un instante mientras se apoyaba en ella.
- Ahora mejor - dijo en un susurro.
Marta observó la interacción con una amplia sonrisa en su rostro.
- Bueno pareja, me voy a dormir- dijo riéndose ligeramente - Buenas noches.
Se acercó a ellas y les dio un beso en la mejilla a cada una para después alejarse hacia su cama.
Natalia se rio ligeramente y centró su atención en Alba, mirándola con curiosidad.
-¿Te has puesto roja? - dijo incrédula.
Alba se sonrojó aun mas y se zafó del brazo de Natalia, golpeandola ligeramente y evitando su mirada.
- Déjame - dijo avergonzada.
Natalia soltó una carcajada y la atrapó de nuevo entre sus brazos impidiéndole huir.
- Nunca - dijo entre risas.
Alba se quedó apoyada en su pecho con los ojos cerrados sin moverse ni un milimetro.
- Tienes que dejar de decir esas cosas... - susurró.
-¿Porqué? - preguntó Natalia confundida mientras fruncia el ceño.
- Porque me lo voy a acabar creyendo - respondió Alba aún sin mirarla.
Natalia frunció más el ceño y la separó para poder mirarla a la cara.
-¿Y porque eso es un problema si yo lo digo de verdad? - preguntó aún sin comprender.
Alba por fin posó los ojos en ella y lo único que pudo ver en ellos fue una profunda tristeza.
Natalia se golpeó mentalmente. Llevaba todo el día queriendo animar a Alba y acababa de estropearlo completamente y aunque no entendía muy bien el motivo era lo último que quería en esos instantes.
Alba sacudió la cabeza y se alejó de ella, subiéndose a la cama y tapándose con las mantas.
Natalia la observo de manera culpable mordiendose el labio hasta que por fin reaccionó y la siguió.
-¿Puedo dormir contigo? - Le preguntó con suavidad.
Esperó pacientemente sin moverse y sin dejar de mirarla, dandole su tiempo para rechazarla si era lo que de verdad quería aunque esperaba que no fuera asi.
Alba la miró por encima de las mantas hasta que las retiró, como la noche anterior, dejandole espacio para que se echara a su lado.
Una pequeña sonrisa de victoria se escapó de los labios de Natalia mientras se subia a la cama y se acomodaba, quedando frente a la otra.
Se quedaron en silencio, simplemente mirandose a los ojos observando cada una de las emociones que pasaban por ellos.
Poco despues se apagaron las luces de la habitación dejandolas en la penumbra.
Fueron pasando los minutos y sus compañeros poco a poco fueron cayendo dormidos hasta que solo sus respiraciones o ronquidos se escuchaban.
Ellas no se movieron durante todo aquel tiempo, solo sus ojos bailaban entre ellas casi sin pestañear.
Hasta que llegó un momento en el que Natalia no pudo aguantar más, necesitaba algún tipo de contacto, así que deslizó su mano hasta la mejilla de la otra, acariciandola con suavidad.
- Lo siento por ponerte triste... -susurró con voz vacilante.
- No lo haces -respondió Alba cerrando los ojos ante la caricia durante un momento.
- A veces parece que si -se mordió el labio preocupada.
- Me ponen tristes algunas situaciones, no tú -aseguró Alba para despues coger la mano que la acariciaba besandola con delicadeza.
Natalia sintió como se erizó su piel con el beso.
¿Como conseguia esa mujer hacer que sus emociones se pusieran a flor de piel? Nunca lo entendería.
Suspiró suavemente y se pegó mas a la otra sintiendo como sus cuerpos se rozaban bajo las sabanas.
-¿Que puedo hacer para que no estes triste? -preguntó con intensidad.
Sus rostros se encontraban a apenas unos centimetros de distancia y la electricidad entre ellas hacia que saltaran las chipas.
Los ojos de Alba revolotearon entre sus ojos y sus labios y a Natalia casi le da un vuelco al corazón.
¿Como era posible que tuviera tantas ganas de besarla? Nunca habia sentido tanta intensidad, tanta conexión y todo se veía amplificado por el lugar en el que estaban.
Ese era uno de los miedos que tenía, lanzarse, arriesgarse y actuar en consecuencia con lo que sentía y que al final acabase perdiendo a Alba en todos los aspectos y eso no sería capaz de soportarlo. Y mucho menos quería hacer que sufriera, eso era lo último que quería en realidad, pero no estaba en situación de hacerla feliz, era consciente de ello.
Allí encerradas, siendo observadas continuamente y con un novio fuera al que tampoco quería hacer daño.
Suspiró resignada y desvió la mirada.
Vio como el dolor al rechazo cruzo el rostro de Alba al romper el momento y su propio corazón se encogió ante la sensación.
Si al menos se hubieran conocido fuera, en otras circunstancias, todo sería diferente. Aunque a lo mejor no hubiera pasado nada si no estuvieran allí...
Tonterias, aquella mujer frente a ella, tan increíble, la hubiese vuelto loca en cualquier lugar, momento, espacio, tiempo posible.
-Lo siento... - dijo Natalia y era verdad, lo sentía por todo.
Alba negó con la cabeza y se dispuso a darse la vuelta pero unas manos en su rostro se lo impidieron.
Natalia coloco sus manos en las mejillas de la otra e hizo que la mirase a los ojos.
-Te quiero tanto... - murmuró.
Solo esperaba que Alba pudiera entender las palabras no formuladas, las palabras que le explicaban porque no podía, porque no debía, porque era una tonta.
Alba la miró y un ligero brillo apareció en sus ojos antes de responder.
-Lo sé - quizás si lo había entendido.
Alba se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla, demasiado cerca de sus labios para ser considerado de amistad.
Mantuvo los labios presionados durante lo que a Natalia le pareció una eternidad y a la vez demasiado corto, después se acercó a su oído y susurró :
- Yo también te quiero - luego se apoyó en su pecho, cerrando lo ojos y abrazandola.
La piel de Natalia se erizó por completo al sentir sus labios rozando su oreja y después de un largo suspiro la abrazó contra su cuerpo con fuerza, no queríendo dejarla escapar.

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Nota: Lo he escrito con el móvil así que perdonad cualquier falta de ortografía que se me haya pasado, cuando pueda lo repasaré.

Una habitación a oscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora