| propuesta diez |

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Ya era viernes por la noche. La semana había seguido con sus pasos de una manera "normal", de a esa definición de la que Jimin había logrado acostumbrarse lo suficiente como para ya no reaccionar con extrañez a las comidas en la familia, las galletas de todas esas tardes que había hecho con Jungkook y NaRa, de las noches donde se quedaba hasta tarde hablando con Taehyung acerca de muchas cosas que antes no había hablado con alguien; Sintiéndose congeniar y más que cómodo junto al menor de cabellos ahora rubios platinados. Las historias del abuelo Seungmin le hacían sentirse como un pequeño niño que se sentaba en el suelo a escuchar a su abuelo contar esas locas historias de la guerra y aquellas épocas. La tía Jae era una increíble costurera y le había enseñado como bordar, sintiéndose muy orgulloso de sí mismo cuando bordó por primera vez una bonita estrella ¡Y hasta había tenido el placer de conocer al pequeño MinHo! El hermanito menor de Taehyung era sumamente adorable y dulce, pero también entre aquello tenía toda esa hiperactividad propia de un niño de seis cariñosos años.

Jimin no quería pensarlo mucho, siempre que algo pasaba a su alrededor o algo en su vida cambiaba de alguna manera, él siempre intentaba no pensarlo mucho, porque odiaba escuchar todas esas voces en su cabeza que le decían distintas perspectivas de esas cosas y no sabía a cuál escuchar realmente. Se mareaba. Y ahora se encontraba en una de esas tantas veces.

Mirando las luciérnagas que revoloteaban por el patio, mientras sus piernas se encontraban pegadas a su pecho y una manta lo envolvía a su vez que sus pequeñas manos sostenían una taza con chocolate caliente, sentado en la hamaca que estaba a sólo unos pasos de la entrada de casa.

 Te enfermarás si sigues ahí Una voz interrumpió la parsimonia en la que se encontraba, también interrumpiendo el barullo que las voces habían comenzado a hacer.

Se giró apenas, divisando la cabellera rubia despeinada.

 Tengo una manta y chocolate, no estoy pasando frío Dio un sorbo a su taza.

 El rojo de tu nariz y el moco que se escapa de ella no dice lo mismo.

Jimin frunció su entrecejo y limpió su congelada nariz con la manga de su suéter, algo avergonzado.

 Como sea, ¿qué haces despierto? Se supone que mañana debías irte temprano para ayudar a la señora Su... ¿SunHee? YoonGi afirmó con un sonido.

 No es como si fuese la primera vez que no duermo las horas suficientes Se hizo paso hasta él, sentándose a su lado en el lado vacío de la hamaca. Jimin se encogió un poco en su manta y se aferró otro poco a la taza con sus dedos entumecidos.

Siguió con sus pequeños orbes de reojo los movimientos que el mayor efectuaba a su lado.

Cajetilla. Saca el cigarro. Toma el encendedor. Enciende el cigarro y a su boca.

Creo que había perdido la cuenta de cuantas veces vio esa secuencia despreocupada y tal vez arrogante en el rubio.

 ¿Cuántos fumas por día? YoonGi desprendió el humo de su sistema por su nariz, dejando reposar su espalda en la hamaca a su vez.

— Mh, una cajetilla trae veinte Habló y su voz salió algo rasposa.  De esos veinte al final del día quedan unos diez u ocho, dependiendo de cómo yo esté también. Matemáticas básicas nada más.

Jimin frunció sus labios un poco al oírle, dando otro sorbo a la taza sin volver a hablar.

Esos últimos días se habían pasado así, y es que desde lo del almuerzo, Jimin aún se sentía de alguna manera extraña, como... Dolido. No había otra palabra que describiese casi del todo como se sentía al repasar la manera segura y burlona en la que el padre de YoonGi había contado aquello, de que el rubio iba a la casa tan sólo para quejarse de él y desvariar de su persona, como si fuese la horrible bruja mala de la película.

LA PROPUESTA © yoonmin.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt