Capítulo 7

1K 114 28
                                    

hola dksjd me olvidé de aclarar : los diálogos entre gabriel y antonia son en italiano y generalmente gabriel también piensa en italiano bc es su lengua materna pero bueno ni ustedes ni yo sabemos italiano so lo puse en español jsjjsjs bueno lean, mañana subo la continuación.






—¿Qué vas a hacer con el niño? —Antonia le preguntó, parada a un metro de él, cruzada de brazos frente al escritorio de la oficina principal de la mansión. —Gabriel, ya han pasado casi dos meses..

—No es tu asunto, Antonia. Ahora, si no tenés algo verdaderamente importante que decir, me gustaría que te retires. Estoy ocupado.

—Insisto. —Le dijo apoyando sus nudillos sobre lo que solía ser el escritorio de su padre. Ahora era su escritorio, y eso era algo que Antonia debería recordar. —No podemos perder mucho más tiempo en Argentina y no estamos haciendo ningún avance. —Le recalcó, como creyéndose con el derecho de opinar sobre sus asuntos. Eso le molestaba. —Quizás si me escucharas y lo llevaras a..

—No confío en esa gente.

—Vos no confiás en nadie.

Gabriel no respondió, solo la miró y Antonia retrocedió, sabiendo lo que esa mirada podía significar. El Conde era una persona de apariencia tranquila, pero poseía muy poca paciencia y su temperamento cuando lo sacaban de quicio era muy bien conocido por sus subordinados. 

Gabriel miró su reloj de pulsera. Tenía una videoconferencia importante en quince minutos, no era el momento más oportuno para llenar su cabeza con todo el asunto de Renato.

—Cerrá la puerta cuando salgas. —Le dijo, volviendo la atención a sus papeles.

Antonia lo miró con odio mal disimulado y caminó hasta la puerta haciendo ese ruido molesto con sus zapatos. Gabriel pensó que por fin se la había sacado de encima pero, justo antes de abrir la puerta, se volvió y le habló.

—Tu hermano y su mujer vuelven mañana. —Cierto, mierda. —¿Dónde lo vamos a meter? Las demás habitaciones no son lo suficientemente seguras...

—Yo me encargo, Antonia, gracias.

Una vez solo, Gabriel tiró sus anteojos para leer sobre la mesa y descansó su cabeza sobre sus manos.

Estaba muy cansado de toda esta situación. Lo habían encerrado en un laberinto en dónde tenía que elegir entre su moral o sus intereses y el futuro de los que de verdad le importaban, y ya no sabía qué hacer.

29 años era una edad muy temprana para tomar esta clase de decisiones. 

De todos modos ya debería estar acostumbrado, toda su vida había sido víctima de los juegos mentales de su padre y Gabriel no era de los que se quejaban, nunca lo había sido. Ni cuando tenía siete y su padre descubrió su terror a los caballos y lo obligó a estudiar equitación ;ni cuando a los trece le enseñó a disparar y lo obligó a matar a cientos de conejos con esa escopeta de mierda; ni siquiera cuando lo obligó a darle la espalda a su propio hermano, la persona que más amaba en el mundo.

Gabriel nunca habías sido de los que lloraba pero ya no era un adolescente y, francamente, a estas alturas tenía tenía las pelotas llenas.

Un poco más, pensó. Unos meses más y el viejo se moriría y todo el imperio que había construido desde que tenía 17 sería por fin legalmente suyo. No más mafias, no mas corrupción, no mas drogas. Gabriel iba a ser libre.

Pero primero tenía que encontrar a Valentino Dolhagaray.  

Su computadora hizo ese ruidito que indicaba una llamada entrante y Gabriel se enderezó, preparándose mentalmente para hablar con su gente de Rusia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 02, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora