Volumen Siete - Capítulo 4 & Final

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Anochecía con rapidez, y el frío pasaba de ser mucho a demasiado.

—Comenzará a llover pronto —le dijo la experimentadora a la bruja—, ¿vendrá de todas formas?

—Sí, y más rápido de lo normal —respondió ella—, mejor vete pronto.

—Entendido.

Con un rápido abrazo, se despidieron.

Las nubes negras cubrían un cielo aún más negro. Junto con el rugido del viento y la lluvia, sonó el galope de un caballo de guerra.

La imponente figura del jinete, usando armadura, llevando un escudo a su espalda, espada larga y maza colgando de su cinturón, y con la cabeza descubierta, llegó en pocos segundos.

Antes de que desmontara, el hombre y la mujer se miraron a los ojos por unos instantes.

—Rébecca —saludó el hombre, ya de pie en el suelo.

—Sir Louis.

—Sabes que no tienes que llamarme así —dijo cansadamente el paladín.

—El resto de Europa lo hace, ¿por qué tu hija sería diferente?

—... Bueno... esta vez, te daré la razón.

—¿Qué te ha pasado? Algo terrible, sin duda.

—Por una noche, quisiera no hablar de trabajo.

—Es peor de lo que pensé...

—¿Cómo te ha ido?

—¿En serio empezarás la conversación con eso? —había honesta incredulidad en el rostro y las palabras de la bruja.

—¿Sabes cuándo fue la última vez que pude hablar casualmente con alguien? Ayúdame un poco —el paladín trató de sonreír o reírse, pero sólo había cansancio en su expresión.

—... Entiendo. Me ha ido bien. He encontrado compañía agradable —respondió ella, mientras ambos comenzaban a caminar, tranquilamente y sin rumbo fijo.

—Me alegra saberlo.

—¿Cómo te ha ido a ti?

—Tal como siempre. Hace poco participé en una batalla contra el ejército de un necromante.

—Me enteré.

—Así que te quedaste a mirar

—... ¿Cómo supiste que estuve...? Para qué pregunto. Para ser honesta, pensé que no me habías visto.

—Sabía que estabas ahí desde mucho antes... tú y esa amiga tuya se distinguen desde kilómetros.

—¿Será por el olor de la pólvora?

—No tengo el olfato de un salvaje, sólo la intuición de un paladín.

—Tal vez sea igual de útil.

—Me gustaría saberlo...

—¿Cómo está tu compañero?

—Tan bien como siempre. Sigue sonriendo a pesar de todas las peleas en que hemos participado.

—Eso es bueno.

—Es un buen estudiante. Llegará más lejos que yo, sin duda.

La Cacería de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora